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Cómo es el "barrio de viajeros" de La Paloma: experiencias de uruguayos y extranjeros

Un estacionamiento habilitado para casas rodantes y motorhomes.

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Estacionamiento habilitado para casas rodantes y motorhomes en La Paloma.
Foto: @vida.movida.

Tatiana Scherz Brener

Durante seis años y medio, “La Paloma” estuvo recorriendo Sudamérica de punta a punta. Así se llama la casa rodante de Juan Manuel Parra y Yudy Cardona, una pareja de viajeros oriundos de Colombia. Le pusieron ese nombre a su hogar sobre ruedas por “tantos lindos momentos” que vivieron en el “barrio de viajeros” del balneario La Paloma, que es como le dicen a un estacionamiento para casas rodantes y motorhomes ubicado al lado del puerto. Como ellos, muchos extranjeros y uruguayos han pasado parte de sus viajes en ese espacio, y en esta nota cuentan su experiencia.

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La Paloma.
Foto: Cecilia Franco y Federico Aguiar.

Como un barrio.

Juan y Yudy han visitado cuatro veces La Paloma y siempre estacionaron su casa rodante en ese sitio. La última vez fue el año pasado. “Es un lugar mágico”, sostuvo Juan en diálogo con Revista Domingo. Y añadió: “Si bien no tiene servicio de agua ni luz y no hay sombra, tiene lo que todo viajero busca, que es tranquilidad”.

Cuando un viajero llega a un lugar nuevo, lo primero que consulta es dónde puede dormir. En La Paloma, “todo el mundo te manda al puerto”. Allí, se pueden dejar las casas rodantes y motorhomes de manera gratuita. Además, hay baños y duchas cerca: “Se compra una monedita en el puerto y eso te da acceso al baño, que queda a dos cuadras más o menos, y a seis minutos para bañarte”.

Los colombianos han compartido el espacio con personas de Uruguay, pero también de Argentina, Brasil e incluso de Europa. “Terminamos siendo vecinos y haciendo bonitas amistades”, contó Juan. De hecho, una vez hicieron un asado con un grupo de argentinos, algunos de Canelones y un brasileño, y se quedaron una semana más de lo planeado “porque el grupo estaba muy unido”.

Cecilia Franco y Federico Aguiar son una pareja de uruguayos que se han quedado tres veces con su motorhome en el “barrio de viajeros” de La Paloma. Al igual que Juan y Yudy, la última vez fue en 2022. “Nos gustó mucho porque está pegado a la playa, y aparte parece una playa privada porque es cerradita”, mencionó Cecilia.

También destacó la buena energía que se genera entre los viajeros: “Todo el mundo está con buen ánimo y siempre nos arrimamos a otras personas, conversamos sobre los equipos con los que andan y visitamos los camiones”.

No obstante, dijo que al lugar “le hace falta un sistema de desagüe para eliminar las aguas residuales de los vehículos”. En su motorhome tiene tanques a donde va el agua de la cocina y el baño, y otro para los residuos del water, y entiende que “tendría que haber algún tipo de desagüe para que se pueda eliminar esa agua sin tener que volcarla al ambiente”.

Otra familia de uruguayos que ha ido con su motorhome a La Paloma es la de Karen Morales y Fernando Delgado. Estuvieron allí el pasado 26 de diciembre. Sobre el estacionamiento gratuito, Fernando señaló: “Es lindo el lugar y el ambiente es de gente muy hospitalaria, pero no hay conexión a luz ni agua y está lejos del centro”. Si bien ellos tienen paneles solares con los que generan energía suficiente, saben que no es el caso de todos los viajeros.

“Acá te dan un lugar para estacionar, pero no un servicio”, sostuvo. Y concuerda con Cecilia en cuanto al tema del desagüe: “En mi caso tengo un pozo negro de 200 litros, pero hay gente con un pozo séptico de 15 a 20 litros y eso tenés que vaciarlo casi todos los días”.

Juan, de Colombia, dijo que la vez que vio el estacionamiento más poblado fue en el 2019, con unos 70 vehículos. También comentó que durante la pandemia pusieron un control en la entrada y restringieron el acceso a un máximo de 30 o 40.

Por su parte, Fernando indicó que el día que fue con su familia había unos 15 vehículos, pero más adelante amigos suyos le mandaron una foto estando allí y el número ascendía a alrededor de 35. “Encontramos mucha gente de Canelones y Montevideo, algunos de Colonia y también de Brasil y Argentina”, mencionó.

Y agregó: “Siempre pasa que conocés a uno que es pariente de fulanito o de menganito. Esas cosas son muy comunes y no solamente en Uruguay, nos ha pasado en otros países”.

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Viajeros en La Paloma.
Foto: Juan Manuel Parra y Yudy Cardona.

Sobre ruedas.

Para Juan, lo mejor de viajar en una casa rodante es poder parar cuando quieran y así disfrutar de cada rinconcito del mundo. “Solo necesitamos un espacio para estacionar y ya tenemos resuelta nuestra dormida”, afirmó.

Su hogar cuenta con una cama de dos plazas, sistema de ventilación y calefacción, luz, un panel solar y una batería para generar energía, una cocina con anafe de dos hornallas, una heladera de 50 litros, provisión de agua de 30 litros, gas para la estufa y la cocina, y un toldo por si hay mucho sol. Además, en el auto que complementa la casa rodante tienen cajoneras para guardar ropa y artículos de cocina, y también hay una carpa de dos metros de alto que arman para poder darse una ducha.

“Al principio salíamos con muchas cosas porque queríamos meter la casa en la que vivíamos dentro del carro, pero al mes uno se va dando cuenta de qué es necesario y qué no”, aseguró. En este sentido, agregó: “En esta vida uno vive solo con lo necesario. No hay vanidades, no tenemos muchos pares de zapatos y la ropa es solo lo justo”.

Por su parte, Cecilia entiende que viajar en casa rodante o motorhome es sinónimo de libertad. “Podés manejarte a tu criterio. De pronto un lugar te gusta más y podés quedarte ahí, no tenés que estar atrás de alguien que te lleva y te trae”, afirmó.

En su motorhome hay una cama de dos plazas fija y otra más pequeña y portátil que usan para su bebé de tres meses. También tienen baño y cocina, y un mini living con mesa y asientos que pueden transformarse en una cama. La energía la producen con dos paneles solares.

“La Paloma” no es la única casa sobre ruedas que tiene nombre. En el caso de Cecilia, su motorhome se llama “Carapacho’” que es como se le dice a la parte de arriba del caparazón de las tortugas. “Soy loca de las tortugas, toda la vida me gustaron, y como siempre se dice que las tortugas tienen su casita a cuestas, cuando tuvimos nuestra casita a cuestas dijimos que era nuestro carapacho”, explicó.

A Fernando lo que más le gusta de viajar en motorhome es poder ir cambiando de lugar constantemente. “Tratamos de movernos bastante seguido. Nos quedamos tres, cuatro o cinco días máximo y nos movemos”, contó a Revista Domingo.

Su vehículo cuenta con una cama de dos plazas, un baño, kitchenette y un pequeño living. También tienen garrafa a gas, paneles solares y baterías para convertir la energía. Lo bautizaron “Bombero Aventura” ya que antes era un camión de bomberos y porque —dicen— “cada vez que nos movemos iniciamos una aventura”.

Viajar trae muchos placeres, pero también algunas complicaciones. Según Juan, lo más complicado es el clima, pues la mejor manera de disfrutar su casa rodante es estando al aire libre. En el estacionamiento de La Paloma, por ejemplo, no hay un solo espacio con sombra, y tenían que idear formas para resguardarse del sol con el toldo porque “se hacía inhóspito por momentos”.

Otra preocupación suele tener que ver con lo económico “porque no en todos lados el sustento se genera con la misma facilidad”. A modo de ejemplo, Juan comentó que en Brasil “es más difícil abordar a las personas, que se interesen por nuestro proyecto de viaje y venderles una artesanía o algo”.

A su vez, Cecilia señaló que otro obstáculo es el tema de la seguridad. “Acá en Uruguay no nos pasa porque uno se siente como en casa, pero cuando fuimos a Brasil nos preocupó un poco. Nunca nos pasó nada, pero claro, no podés parar en cualquier lado”, dijo.

Juan y Yudy tenían esa misma idea, pero la experiencia les ha demostrado lo contrario: “Al principio uno sale con muchos miedos o piensa que se va a encontrar con gente mala, pero en realidad uno encuentra que en el mundo hay mucha gente buena y hospitalaria”.

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Casas Rodantes.
Foto: Juan Manuel Parra y Yudy Cardona.

Números.

Desde la Dirección Nacional de Hidrografía indicaron de forma extraoficial que el estacionamiento habilitado para casas rodantes y motorhomes de La Paloma surgió en colaboración con la Intendencia Departamental de Rocha y el Municipio de La Paloma. En realidad, se trata de una terminal de camiones para el puerto, “pero como la actividad es menor, se permite el estacionamiento de motorhomes, casas rodantes, etcétera”.

Según señalaron a Revista Domingo, el sitio ha tenido temporadas con casi cien vehículos de diferentes características, desde algunos del tamaño de un ómnibus hasta pequeñas camionetas. En lo que va de este verano, el pico máximo ha sido en el entorno de los 75 vehículos.

Juan y Yudi quedaron encantados con el “barrio de viajeros” de La Paloma. “Hay sitios así en Brasil, pero acá al haber menos gente se disfruta más. No quedan unos encima de otros y hay más privacidad”, sostuvo Juan. Ellos están en Instagram como @twingo_sudaka_viajero.

Para Cecilia y Federico, “está bueno lo que pensaron en La Paloma porque si bien hay lugares señalizados donde no se puede pernoctar, acá brindan un lugar donde sí se puede parar”. Su Instagram es @carapacheando.uy.

En cuanto a Fernando y Karen, están en Instagram como @bomberoaventura.

Cecilia señaló: “Muchas veces se arrima gente que no es del ambiente de los motorhomes, te pregunta si pueden subir a verlo y dicen: ‘Algún día quiero lograr esto’. Veo que hay un interés y creo que la flota de motorhomes en el país va a seguir subiendo”.

En Uruguay, una de las empresas que alquila casas rodantes es Todocamping; está ubicada en Montevideo, en Bulevar Artigas 2436. Hay opciones para cuatro personas a un precio de $ 2.500 por día y para cinco personas a $ 3.500 por día. Su número de contacto es: 094 419 003.

También está Beway Minicampers, una empresa que alquila y vende mini campers y también se dedica al equipamiento de motorhomes. El alquiler de mini campers ronda los US$ 100 por fin de semana, y la venta va desde los US$ 9.900. En cuanto al equipamiento de motorhomes, el cliente lleva su vehículo y ellos lo acondicionan por un costo que parte desde los US$ 20.000.

Además, el año pasado comenzaron a fabricar y exportar para Estados Unidos, siendo la primera empresa uruguaya exportadora de vehículos recreativos, indicó José Blanco, uno de los dueños. Se encuentran en Montevideo, en la calle Santa Lucía 5911 y su número de contacto es: 092 121 131.

Otra opción es Carlitur, donde el alquiler de casas rodantes va de $ 2.500 a $ 3.800 por día y la venta de las mismas está entre US$ 8.420 y US$ 17.000. A su vez, ofrecen carpas para techos de autos y camionetas que se venden a precios de entre US$ 2.200 y US$ 3.990. Están en Avenida Luis Battle Berres 6096 (Montevideo) y su número de contacto es: 098 831 471.

Cambio de vida

De la ciudad a la sencillez.

Juan y Yudi comenzaron su viaje con una carpa en el techo del auto. Tenían la idea de conocer Sudamérica y regresar en cuestión de meses, pero pronto “unos meses” se transformaron en seis años. “Lo que nos hizo seguir fue encontrar el sustento en el recorrido, porque ese era el gran miedo, no saber de qué íbamos a vivir”, contó Juan. Desde el inicio del viaje han generado ingresos a partir del contenido en sus redes sociales, vendiendo artesanías y haciendo trabajos en Internet como creación de páginas web y diseños publicitarios.

Estuvieron en Uruguay por primera vez en 2018 y se quedaron durante cinco meses. Volvieron en 2020, cuando ocurrió algo inesperado: “Una familia que habíamos conocido en la primera temporada nos avisó de la pandemia, porque nosotros estábamos súper desconectados de las noticias”. Como todos, creían que aquello no podría durar mucho, así que esperaron en las cabañas Los Tumbos de Maldonado. “No nos dejaron pagar la luz ni el agua. Una hospitalidad completa, para nosotros una bendición”, relató Juan.

El tiempo pasó y la pandemia no daba indicios de acabar: “Ya en el séptimo mes nos daba vergüenza seguir ahí y decidimos salir a recorrer Uruguay”. Había muchas personas con miedo que, cuando veían la matrícula colombiana, creían que los viajeros recién habían llegado al país y que traían el virus de afuera, mencionó Juan. “Nos tocó poner un letrero en el carro como diciendo ‘tranquilos, ya llevamos meses en Uruguay’”.

Luego de unos meses las fronteras seguían sin abrirse, así que decidieron dejar el auto en Los Tumbos y viajar a Colombia en avión. Estuvieron allí durante cuatro meses y luego volvieron y continuaron su viaje por Brasil. La casa rodante la consiguieron en 2021, en Argentina.

Para la pareja, el cambio más grande ha sido como personas. Juan expresó: “Hoy no quisiera vivir más en una ciudad tan grande como Bogotá” y recordó una frase que los define: ‘Es sencillo ser feliz, lo difícil es ser sencillo’.

Ahora están recorriendo el sur de Colombia y para este año tienen pensado descansar un poco, escribir un libro contando su experiencia y planificar su recorrido por Centroamérica hasta Alaska.

Los viajes

Adultos, niños y mascotas: todos viajan en motorhome.

Los uruguayos Cecilia y Federico trabajan de forma independiente, así que salen de viaje cuando la agenda se los permite. Sus travesías en motorhome comenzaron en 2019: recorrieron Brasil, Argentina y Chile, siempre en viajes de una semana o diez días. Luego vino la pandemia y eso los frenó un poco, pero aprovecharon para conocer cada rinconcito de Uruguay.

Al principio eran ellos y su mascota, una Pug Carlino llamada Carlota. “Hay mucha gente que viaja con perros o gatos y son muy queridos dentro del entorno de los viajeros”, dijo Cecilia.

Hace tres meses tuvieron un hijo llamado Lorenzo, que se sumó a la aventura: “Hemos hecho viajes cortitos con él, pero la idea es en breve salir del país, por lo menos para el sur de Argentina, así evitamos la playa por temas de cuidado de la piel del bebé”. Y añadió: “La experiencia con él ha sido genial. Me parece que va a ser como nosotros, un trotador del mundo”.

Por su parte, Karen y Fernando también se van de viaje cuando el trabajo se los permite, por lo general dos o tres veces al año. Comenzaron con una casa rodante en 2013, luego un camper y por último el motorhome, en 2018. Consiguieron el camión de bomberos en un remate y lo acondicionaron para convertirlo en su hogar sobre ruedas.

Han recorrido la Patagonia, el norte de Argentina, el sur de Brasil, parte de Chile y toda la costa uruguaya. Suelen pasar la mayor parte del tiempo al aire libre: “Bajamos y armamos una especie de mini camping pegado al camión”. Su próximo viaje probablemente sea a Argentina.

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