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Actividad de verano: una tarde de yoga en el agua para recibir la Luna Llena

Cómo es la experiencia del SUP Yoga al atardecer en La Barra, Punta del Este.

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SUP Yoga.
Foto: Francisco Giménez.

Tatiana Scherz Brener

El atardecer, la salida de la Luna y el ir y venir de las olas en el mar son algunos de los espectáculos naturales más hermosos que existen. Hay un lugar en Punta del Este donde se puede experimentar todo eso a la misma vez. Nathalie Pezzoni, de Samsara Yoga, guía actividades de remo y Stand Up Paddle Yoga (SUP Yoga), invitando a despedir el Sol y recibir la Luna Llena en el arroyo Maldonado. El País se acercó para saber de qué se trata.

En el mar.

Es una tarde fresca y ventosa en el Este y poco a poco van llegando los participantes de una nueva edición de SUP Yoga, la cual consiste en practicar yoga sobre una tabla en el agua. Para Nathalie, que surfea desde hace 20 años y descubrió el SUP Yoga hace casi 10, la magia de esta actividad está en el contacto con la naturaleza y con el momento presente: “Como estás en una superficie inestable, no estás pensando en las cosas que tenés que hacer, sino que te conectás de lleno con el ahora”.

El lugar de encuentro es ShakasWind, al lado del puente ondulante de La Barra, donde se alquilan artículos para disciplinas como el stand up paddle, el windsurf y el surf y también se dan clases.

Desde allí, la vista es de película: el Sol que baja cada vez un poco más, las olas que llegan a la orilla con calma y una playa a lo lejos, hacia donde el grupo tendrá que remar para llevar a cabo la práctica. El punto es estratégico: desde allí, la salida de la Luna se verá perfectamente y el viento no sopla tan fuerte.

Una vez que todos han llegado, comienza la travesía hacia la costa del otro lado, a un kilómetro de distancia aproximadamente. Fabián Barrios, dueño de ShakasWind, se encarga de explicar las bases del remo a quienes nunca lo habían hecho antes: cómo ponerse en la tabla, cómo avanzar, cómo girar hacia un lado u otro y, sobre todo, cómo conectar mente, cuerpo y alma con la actividad. “Ustedes, el remo y la tabla son uno”, subrayó.

Ya en el agua, la sensación de unidad se extiende al mar, al cielo, al Sol. Estar flotando mientras se avanza con velocidad y teniendo de fondo un paisaje paradisíaco es sumamente disfrutable. Nathalie sostuvo: “Cuando uno, por ejemplo, sale a caminar y se conecta con la naturaleza, eso te lleva a un estado especial, y acá estás metido dentro del agua, así que sí o sí te va a llevar a un estado especial”.

Algunos se mueven más rápido, otros menos, algunos se animan a pararse, otros se quedan de rodillas: la práctica es para todos los niveles. Y finalmente, todos llegan a la orilla de enfrente. Entonces, se forma un círculo, se cierran los ojos, y Nathalie plantea algunos ejercicios de respiración y meditación. De mientras, Fabián prepara una cuerda en el agua desde donde luego se atarán las tablas para la práctica de yoga.

“Es un trabajo en equipo. Él es como mi guardián porque siempre está cuidando y ayudándome a que salga todo bien”, dijo Nathalie.

Ahora sí, está todo pronto. Las personas vuelven a tomar sus tablas y se ubican alrededor de la cuerda. En este momento el Sol ya no se ve; está escondido detrás de los altos edificios puntaesteños. Pero sí se ve el rastro que deja: un cielo pintado de naranja, rojo y rosa. Para Nathalie, las salidas más especiales son cuando el día está “perfecto” porque “te da esa sensación de todo tan abundante y mágico que cuesta creer que es real”.

Y agregó: “Hacer vivir a tantas personas este momento especial me llena el alma”.

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SUP Yoga.
Foto: Francisco Giménez.

Sobre la tabla, las posiciones de yoga adquieren otra dimensión. “Cada uno va haciendo acorde a su nivel y a lo que se anime a hacer”, indicó la profesora.

El grupo se va moviendo al son de la voz de Nathalie, quien va nombrando las posiciones y señalando cómo se hacen. Primero sentados, luego en cuclillas, más tarde parados: en aquella superficie inestable y empapada, cada uno va enfrentando sus miedos y sorteando dificultades. Y con cada paso, crece la confianza en uno mismo y en lo que se es capaz de hacer.

En medio de la práctica, la Luna comienza a salir, enorme, amarilla y bien redonda. La escena se completa con el atardecer que aún sigue su curso. Magia pura: “En pocos lugares del mundo se puede presenciar el atardecer y la salida de la Luna a unos metros de distancia y que los dos sean en el mar claro”.

Al finalizar la práctica, todos quedan acostados sobre las tablas con la mirada fija en el cielo. Nathalie sugiere mantener los ojos abiertos y apreciar la belleza que nos rodea.

Tras un par de respiraciones profundas, es momento de pegar la vuelta. Ya es de noche, hace frío y los brazos están cansados de tanto remar, pero nada de eso molesta, porque el estado final es de agradecimiento total.

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SUP Yoga.
Foto: Francisco Giménez.

El cierre.

Nuevamente en ShakasWind, cada uno deja la tabla y el remo y los que quieren se abrigan o se cambian de ropa, para quitarse lo mojado. De hecho, Nathalie recomienda ir a la práctica con vestimenta cómoda que se pueda mojar y llevar otra muda para después, además de no ingresar al agua con gorros o lentes que no quieran perder, por si llegan a caerse.

Para terminar el encuentro, se enciende un fogón que ilumina y calienta la noche, y se prepara una mesa con comida vegana y vegetariana de Lola Cantina Consciente y bebida de Bendita Kombucha y de H. Stagnari. Todos disfrutan de los sándwiches, las pizzas, los quesos veganos y el falafel, entre otras cosas, mientras charlan y agradecen por la experiencia.

Estas propuestas de SUP Yoga para recibir la Luna Llena se realizan de diciembre a marzo y Nathalie siempre lleva algún invitado sorpresa para musicalizar el fogón. Esta vez participó Macarena Robledo, cantante de jazz sudamericano y músicas del mundo (un término que engloba a las músicas no occidentales u occidentales tradicionales o fusionadas con estilos no occidentales).

Vocación

Entre el yoga y el surf, pero siempre en el agua.

Nathalie encontró el yoga “sin querer”, a través de una amiga, y se enamoró a primera vista. Comenzó a dar clases en el año 2005. Cuando conoció el SUP Yoga, también a través de una amiga, fue otro flechazo: “Amo surfear, amo hacer yoga y en el SUP Yoga tengo esas dos cosas”.

Para ella, este camino es una oportunidad para “transmitir cómo a través de la naturaleza tenemos cantidad de herramientas para ser felices, y que realmente el lugar donde vivimos es paradisíaco”. Está en Instagram como @_samsarayoga.

Por su parte, ShakasWind, de Fabián Barrios, nació en el 2000 y está en La Barra desde hace 12 años. Trabaja con windsurf, stand up paddle, windfoil, kitesurf y surf. Durante la temporada de verano abre todos los días de 9 a 19 horas (a veces más, dependiendo de la demanda), y en el resto del año trabaja con clases coordinadas previamente. Está en Instagram como @shakaswind.

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