LA PELOTA COMO TESTIGO DE NUEVOS RUMBOS
Dos equipos priorizan el bienestar y la felicidad de los niños por encima de la competencia y crean cuadros inclusivos. Ellos son Abriendo Caminos y Peñarol.
La misma escena se repetía cada vez que Rodrigo Piriz salía de las prácticas de fútbol en el Club Olimpo: "¿por qué los otros niños escuchan y yo no?, ¿por qué ellos hablan y yo no?", interrogaba a su madre en lenguaje de señas. Ella quedaba en blanco sin saber cuánto podía entender su pequeño de 10 años si le contaba que había nacido con una anacusia bilateral que lo hacía 90% sordo.
"Hay preguntas que no sabemos cómo contestar porque no tienen respuesta", dice Valeria, mamá de Rodrigo. Decidió llevar a su hijo a un club de baby fútbol porque cada vez que veía a sus hermanos mayores correr detrás de la pelota rogaba entrar a la cancha. En el Olimpo le permitieron practicar pero no competir, y "su sueño era jugar un partido".
Los compañeros lo recibieron con los brazos abiertos, el cuerpo técnico le tuvo gran paciencia, pero "hay papás que lo miran como un bicho raro. Se nota en su expresión", se sincera Valeria.
Encontró el lugar ideal para su hijo un mes atrás. Mientras aguardaba a ser llamada por la psiquiatra de Rodrigo escuchó una entrevista televisiva a Diego Varela, fundador del cuadro inclusivo Abriendo Caminos. La cautivó su motivación: Diego es director técnico y armó el equipo con miras a encontrar un espacio donde su hijo Thiago (2 años), que tiene Síndrome de Down, pudiera practicar deporte y socializar. Valeria anotó su celular, y apenas salió de la especialista lo llamó.
"Le expliqué el diagnóstico de Rodrigo y le pregunté si podían darle una oportunidad". Diego no quiso prometerle nada, y le pidió tiempo para plantear el caso a sus socios de la escuela, Andrés Magrini y Rodrigo Ferreyra.
Estaba tan ansiosa que no dejó pasar ni tres días y volvió a insistir. Diego le contestó que el proceso podía llevar un par de semanas, ya que tenían que analizar la situación. "A los 10 días me llamó para comunicarme que Rodrigo podía entrar al equipo: es el primer niño sordo que vamos a recibir, ninguno maneja lenguaje de señas, necesitaremos mucho el apoyo de ustedes, pero para nosotros es un gran desafío, le dijo". Valeria y su esposo lloraron de alegría.
Ejemplo.
Rodrigo es uno de los 50 chicos entre 6 y 17 años que asiste al Complejo Concepción (Rivadavia y Marsella) cada sábado a las 14:00 para entrenar en distintas categorías sin exclusión.
"Tenemos más de 20 en lista de espera pero no damos abasto. Nos escriben muchos padres cuyos hijos no tienen Síndrome de Down ni otras discapacidades: quieren arrimarlos para que conozcan esta realidad, compartan y sepan cómo manejarse", explica Rodrigo Ferreyra, co fundador de Abriendo Caminos. Todos son bienvenidos.
Valeria dice que le cuesta mucho más cargar con la discriminación que su hijo recibe a diario que el hecho de que no pueda hablar ni escuchar. "Por eso, cuando vi que eran niños con capacidades diferentes dije, es un lugar para Rodrigo porque no va a sufrir".
Ese olfato materno no falló. El cariño y contención que los abrazó de los niños, otros padres y el staff en el Complejo Concepción hizo que Valeria supiera que había encontrado el equipo ideal para que su hijo pueda jugar a ser Suárez.
"No sé si fueron 40 ó 50 minutos porque no miré el reloj pero ese rato que Rodrigo pasó ahí no paraba de reírse, saltar, correr, y me contagiaba a mí que lo observaba desde afuera. Miraba su cara de felicidad y me reía sola", se emociona Valeria.
La práctica se paró cada vez que fue necesario para que Rodrigo se sintiera uno más en el equipo. Resultó difícil para ambas partes pero se logró: los entrenadores hablaron con señas por vez primera, y Rodrigo se esmeró en hacerse entender.
"No se quería ir y eso pasa cada vez que él es feliz en un lugar. Le explicamos que iba a volver el sábado siguiente y me decía que faltaban mucho. Ahora cuentas los días", dice Valeria entusiasmada.
Iniciativa manya.
El sábado 23 de marzo fue especial para los 60 alumnos de la Fundación Nuestro Camino, que atiende a personas con discapacidades intelectuales: participaron del lanzamiento del primer cuadro para personas con Síndrome de Down creado por el Club Atlético Peñarol.

María Betania tiene 20 años, le encanta el deporte y peloteaba sola o con su primo. "Me encantó jugar el partido y comer hamburguesas. Amo a Peñarol y al Lolo (Estoyanoff)", cuenta fascinada.
Ezequiel tiene 37 años, es hincha de Nacional, se puso la Celeste para evitar "problemas con sus amigos", pero no faltó a la cita.
El plan es ver cómo se adaptan y armar jornadas colectivas en el interior. "Es algo lúdico, recreativo, y no competitivo. Cuando en las redes me preguntaron por el resultado yo contesté: inclusión 10, exclusión 0", dice José Luis Bringa, presidente de Peñarol Inclusivo.
Un sueño aurinegro con buen antecedente
Peñarol Inclusivo nació dos años atrás con la creación de un cuadro de fútbol masculino para ciegos, y el mes pasado disputaron una Copa Libertadores en México. Los aurinegros redoblaron la apuesta este 21 de marzo al lanzar el primer equipo exclusivamente dedicado a personas con Síndrome de Down. "Queremos darles herramientas para que sean más independientes en su día a día a través del deporte, pero hay que ir paso a paso, ver que se sientan bien", asegura José Luis Bringa, presidente de Peñarol Inclusivo. Se harán jornadas con Plaza Colonia, y hay ganas de armar algo integrador con jugadores de la selección Argentina de fútbol con Síndrome de Down. "Son cosas que soñamos, y hay que bajar a tierra", dice Bringa.
Un motor personal que hoy alegra a 50 niños
Diego Varela es director técnico, tiene un hijo con Síndrome de Down (Thiago) y en una charla con su colega y amigo Rodrigo Ferreyra se les ocurrió: ¿por qué no formamos un cuadro donde Thiago pueda venir, saber lo que es el fútbol, y socializar? Un año después, hay 50 niños y niñas en este barco inclusivo. "La idea es que hagan deporte y se sientan cómodos. Logramos que vengan chicos que no tienen Síndrome de Down ni otra discapacidad, y se mezclen sin que se miren distinto", cuenta Rodrigo Ferreyra. Entrenan los sábados a las 14:00 en el Complejo Concepción. "Hicimos torneos y la competencia es secundaria. No interesa si no hacemos un gol y nos meten 15, nos importa que se diviertan".
Un paso más hacia la práctica anti discriminación
Inés Álvarez es mamá de Alejandro (36) y fue fundadora de Nuestro Camino con otros tres matrimonios cuyos hijos tenían Síndrome de Down 35 años atrás. Si bien Alejandro se incorporó rápido en varias actividades como alumno del Colegio Jesús María, "en el deporte la diferencia se notaba más". Por eso siente que la oportunidad que hoy les brinda Peñarol es invalorable también para las familias: incluso "están más fascinadas que ellos con la idea", dice.
Nidia Viña, presidente de la Asociación Down del Uruguay y mamá de Ezequiel (37), dice haber sido testigo de una apertura mental en la sociedad: "el padre de Ezequiel era socio de un club católico, pidió para llevarlo a la piscina con él y le dijeron que no. Hemos visto felizmente la evolución".
Rosario Rubio, fundadora de Nuestro Camino, recuerda que a su hijo Alejandro (38) lo rechazaron en otro club años atrás, y ella se encargó de poner en su lugar al presidente: las vueltas de la vida hicieron que yo me encuentre de este lado y usted de ese otro, porque ni yo lo elegí ni hay una explicación. Me podría haber tocado a mí decirle que no. Pónganse en mis pies. Tiempo después, quisieron entrar como Fundación y los aceptaron.