crítica: labio de liebre

La Comedia Nacional ante un original texto político del colombiano Fabio Rubiano Orjuela

La Comedia Nacional acaba de estrenar este texto, que permite mostrar a su público algo de la dramaturgia colombiana actual. Un texto netamente político, y formalmente novedoso, que aborda la relación entre un torturador (representante de la autoridad) y sus víctimas, gente común y corriente, que cobra voz en el teatro luego de haber fallecido.

El formato de la obra es interesante para quienes se interesan por las distintas formas que un tema puede ser escrito para la escena. A partir de una idea algo forzada (el torturador fue condenado a prisión domiciliaria en un país lejano, y frío), sus víctimas ya fallacidas van apareciendo hasta llevarlo al filo de la locura.

Y la pieza es un buen ejemplo de una nueva escritura escénica para temas de la llamada historia reciente, similar a la resolución que tomó el dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón en su Ex. Que revienten los actores. Como consecuencia, el espectáculo parece ser un programa para gente bastante intelectual, comprometida políticamente, que busque reflexionar sobre estos asuntos.

Lucio Hernández, desde la dirección, armó una escenificación completa, irreprochable. Desde la resolución escénica, que otorgó a la Sala Zavala Muniz una forma poco transitada. Allí, los actores acompañan sus parlamentos con un fuerte trabajo físico, con una buena partitura de desplazamientos, movimientos y gestos que dan vitalidad al resultado. Hay tramos de absurdo muy interesantes.

Luis Martínez, un actor que quizá la Comedia Nacional muchas veces no aprovechó demasiado, consigue exhibir mucho oficio y talento. Acompañado por un elenco compacto, en el que destacan todos, con especial relevancia de Jimena Pérez y Andrea Davidovics.

En un tiempo el teatro político era largo y de largos parlamentos, muy conversado. Hoy hay una modalidad más concisa, que plasma problemas sociales y políticos, con sus claroscuros, desde un lenguaje escénico original, concreto. Se puede argumentar que la realidad política de Colombia y la uruguaya no son equiparables: bueno, ese es uno de los temas que esta polémica obra puede provocar en los debates entre los espectadores.