Nidia Telles: “Hoy prefiero la calidad de la obra a la cantidad de entradas vendidas”

Nidia Telles

ENTREVISTA

La gran actriz uruguaya repuso "Madame Curie", la obra que ella tradujo y estrenó en 1996, y que ahora se puede ver los domingos a las 17.00 en el Teatro Alianza

Es una de las grandes actrices uruguayas y verla ahí, tan cerca en su regreso en Madame Curie, uno de esos textos clásicos, es un acontecimiento lleno de emoción. Nidia Telles, quien tradujo este texto de Mira Michalowska y lo estrenó en 1996, sigue transformándose, ahora cada tardecita de domingo en el Teatro Alianza (a las 17.00, entradas en Tickantel) en dos mujeres que cuentan una historia en conjunto y la historia de Curie, una pionera de feminismo, una científica brillante, una mujer única. Lo hace bien cerca de un público que agota funciones y se emociona de ver a una gran actriz en la plenitud de su arte. Telles recibió a El País para hablar sobre una obra que vuelve a ser un éxito.

—La manera en que se cruzó con Madame Curie es como una cosa del destino.

—Cuando visité en Varsovia a Mira Michalowska, la autora, me ofreció dos obras y a mi me gustó más una sobre Gertrude Stein, que, además, estaba en francés, que me es cercano para traducir, mientras que Madame Curie estaba en inglés Pero la de Stein la perdí dos veces, así que me dije que no iba a poder pedirla de nuevo y empecé a leer Madame Curie. Enseguida me di cuenta que iba por ahí. Es cierto, estaba predestinada a hacerla.

—¿Cómo ha cambiado su aproximación a la obra desde entonces?

—Siento que nada. La última vez que la hice fue hace tres años, antes de la pandemia, y ahora cuando fui antes del estreno a ver cómo hacíamos, puse todo exactamente igual que aquella última vez y pasé la obra yo sola. Pero cuando llegué a casa me di cuenta que había algo en una escena que no me funcionaba. Entonces al otro día me fui sola y empecé a pasar la obra recordando y como mi cuerpo se mueve solo, me di cuenta que había un momento que agarraba al tapado. ¡Era eso! Me faltaba el apoyo que significa a veces un movimiento en conjunto con determinado fragmento.

—Lo único que cambia en es el lugar. La hizo en un montón de lados.

—En lugares increíbles en los que parecía que no se podía hacer. En el Palacio Linares de Madrid, por ejemplo, teníamos indicado hacerlo en el subsuelo que era un enorme espacio multiuso pero cuando llegamos no se podía tocar nada para armar la escenografía. Terminamos haciéndolo en el propio palacio lleno de oros, de mármoles, de estatuas, de alfombras. Una de las escenas se hacía en el salón chino del palacio, por ejemplo, o sea nada que ver con la austeridad de Marie Curie. Pero nadie después me dijo que nada que ver con el lugar tan lujoso. Se consiguió transmitir la idea a pesar de los escenarios. Como que la gente entra en el texto, en el cuento.

—Cuando en Madame Curie camina entre la gente, ¿siente el cariño del público?

—Puede ser pero trato de alejarme de un sentimiento. Miro al público (es la primera vez en la historia de mi vida de teatro que lo hago porque siempre me costó mucho) y me doy cuenta, no sé si del cariño aunque capaz que sí, porque veo un montón de caras amables. Qué extraño porque de repente uno está diciendo cosas trágicas (tampoco tanto porque es la historia de una vida maravillosa). Lo que sí siento es atención. A mí como espectadora si el actor viene y me mira, me fastidia pero acá lo que veo es como una levísima sonrisa que no tiene mucho que ver con lo que se está diciendo, pero sí, con el estado de ánimo de la persona que lo recibe.

—La obra tiene una impronta feminista que no se notaba tanto en los 90.

—Tiene eso, sí, y eso que ella era medio victoriana en su moral. Pero en lo que era la vida y cómo encararla era feminista. Siempre le decía a sus hijos, “sean libres”. El tema de la libertad está siempre presente en ella. Cuando llegó a la Sorbona vivía tan miserablemente y no tenía ninguna relación social pero no se trataba de rechazo sino de enamoramiento con el estudio de la ciencia. Por primera vez ella sentía que podía estudiar la ciencia libremente. Libremente, esa es una linda palabra.

—¿Cuáles son sus rituales antes de una función?

—No sé si para todas las obras es igual. Voy por lo menos dos o tres horas antes (que se me van volando), saco la ropa, acomodo la peluca. Me voy con los técnicos a colocar las sillas: las muevo, las cambio de lugar, no porque lo hagan mal, sino porque lo necesito hacer. Y hago un paseíto por el escenario y voy tocando los muebles como una forma de entrar en ambiente.

—¿Está satisfecha con su carrera?

—Sí pero me flagelo mucho. Cuando alguien me dice que debería estar orgullosa, ni por asomo pienso eso. Yo hubiera querido hacer más.

—¿Cuál piensa que fue su gran papel?

—El último acto deViaje de un largo día hacia la noche para mi era un placer hacerlo, y eso que era duro. Y el domingo pasado dos personas, por ejemplo, me hablaron de Perdidos en Yonkers.

—¿Pero cómo es este reencuentro con Madame Curie?

—Salgo muy contenta y satisfecha. La primera función, hace dos semanas, fue con un público raleado pero la segunda, el domingo pasado, fue todo lo contrario y siento que hay que achicar un poco la capacidad. Cuando uno dice eso, piensan que estás loca pero en este momento prefiero la calidad de la obra a la cantidad de entradas vendidas.

—Es un trabajo intenso. ¿Queda agotada?

—Cansada pero feliz.

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