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"Yo estoy cara a cara con la gente"

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"Ahora hacés una obra de una hora cuarenta y dicen que es larga". Foto: Fernando Ponzetto
Nota a Nidia Telles, actriz de teatro uruguaya, ND 20150813, foto Fernando Ponzetto
Archivo El Pais

No sube a escena tanto como ella quiere, en buena medida porque no es fácil dar con un buen texto teatral. Sin embargo, desde hoy vuelve a transitar uno de sus mejores papeles, en el unipersonal “Madame Curie”, de Mira Michalowska, que lo hará en la Alianza Uruguay—Estados Unidos.

La obra fue estrenada en Montevideo en setiembre de 1996, en el Museo Pedagógico, bajo dirección de Jorge Curi, y en ella la actriz se desdobla en dos papeles de distinto talante, una simpática periodista y la compleja personalidad de una de las mujeres más importantes en la historia del mundo. Sobre ese desafío habló con El País.

—Esta obra te obliga a hacerla en un lugar particular...

—Sí, esta obra la he hecho en una casa vacía, en Bogotá la hice en la Facultad de Ciencias, la hice en museos. La he hecho en lugares muy distintos, y acá vamos a utilizar las instalaciones de la Alianza. Necesito cuatro espacios: eso se ha mantenido siempre.

— ¿Qué te exige actoralmente?

—Mucho, pero yo me siento muy gratificada al hacerlo. También me exige mucho el hecho de tener que trasladarme con el público, sin perder el personaje. Es el personaje el que traslada al público. De alguna manera, soy como una directora de orquesta, porque tengo que guiar al público, y resolver todo lo que pueda ir surgiendo. Tengo que tener un enorme grado de concentración, y la cercanía con el público es total. A veces estoy como apretada entre el público, cosa que para mí es terrible. Estoy cara con cara con la gente.

— La puesta tiene como 20 años, ¿qué cambió?

—Nada, ni siquiera la ropa. Es la misma. La pequeña utilería que utilizo es la misma. Cuando voy de viaje con la obra, vengo, la ropa va a la tintorería y la guardo. Lo único es que tuve que cambiar tres o cuatro veces de peluca, porque con los lavados se estropea. Y la puesta se mantiene tal cual. Las diferencias que puede haber es porque los lugares no son siempre los mismos.

—¿Tu también hiciste la traducción?

—Sí, la autora es polaca, murió hace poco, y ella me dio la obra a mí, una vez que estuve en Polonia. Yo hice la traducción del francés: y trata sobre una periodista americana, que existió, que entrevista a Madame Curie. Al principio le costó concretar la entrevista, tanto que la periodista está un año en París hasta conseguir la entrevista. Eran dos mujeres muy inteligentes, con mucho carácter, y ahí se empezaron a reunir, hasta crear un vínculo muy fuerte.

—¿Tú ahora estás subiendo menos a escena?

—Mirá, no porque yo quiera. Hace más de un año que estoy buscando obras y no doy con nada. Incluso con Ana Rosa estuvimos buscando, para dos personajes, y nada. No quiere decir que no haya: no me llegaban, no me gustaban. Y había una que nos gustó a las dos, pero teníamos que pagar nueve mil dólares de derechos. Eso acá en Uruguay es imposible. O sea que no encuentro obras que me interesen o pueda hacer, y hacer por hacer no, se me caen los brazos.

— ¿Y volver a repertorio tradicional?

—Dame un ejemplo.

—Cualquier clásico rioplatense.

—Sí, pero cuántos personajes son, quién hace esa producción. Ese es el problema. Estamos buscando obras de un máximo de cuatro actores.

— ¿Y una obra como "El malentendido", de Camus?

—Sí, también estuvimos viendo qué podría pasar con esa obra, pero no sé si teníamos el espíritu para El malentendido, que es una obra brutal. No sé qué pasaría ahora al hacer esa obra.

—¿Cuál es el papel de tu carrera que le tenés más cariño?

—Varios. Lo que hice en Esperando a la carroza, o El jardín de los cerezos, que fue como mi primer papel importante. Y Perdidos en Yonkers, que para mí fue un trabajo fantástico, de todo el equipo y de la dirección.

— ¿Viste la versión nueva, que protagonizó Noelia Campo?

—No, no quise. Me pasó cuando se repuso Esperando la carroza, en el Circular, y fui a verla, no desde la platea, sino entre cortinas, y no es que me ponga mal, pero estoy mirando y mirando cómo lo hacía yo. Y una obra no se la puede mirar comparando con otro referente. Así no vale. Tenés que verla limpia. Entonces no fui.

—Tú trabajaste de joven dirigida por Omar Grasso. ¿Cómo era como director?

—Creo que no teníamos conciencia de que nos estaba formando. Cómo trabajaba Omar la sensibilidad de los actores, y la técnica. Los ejercicios, y las necesidades que te hacía crear en el escenario. No quiero emplear la palabra "innovación", porque no era innovar porque sí. Era un grado de creatividad, de fantasía, no tenerle miedo al salto, a hacer lo que no se hace. Ir más allá. Como la puesta de Rey Lear, o la de Las tres hermanas, con García Vigil con el cello entre el escenario y la platea. Y sentir que estaba justificado el uso del cello. Era una integración impresionante. Y la disciplina que tenías que tener. Pero no era una cosa impuesta: vos la necesitabas, y te gustaba.

—En ese tiempo era común hacer muchas funciones semanales...

—Sí, con El jardín de los cerezos la hicimos más de un año, con funciones todos los días menos lunes, y dos funciones los domingos. Una obra de cuatro actos: ahora hacés una obra de una hora cuarenta y cinco y te dicen que es muy larga, que el público no está acostumbrado. Creo que lo desacostumbramos.

Un papel que ha recorrido muchas geografías.

Con "Madame Curie" Telles se presentó en México, República Dominicana, Costa Rica, Puerto Rico, Cuba, Bolivia, Brasil, Estados Unidos, Portugal, España y Colombia, entre otros países, cosechando gran cantidad de premios. En el famoso festival de Bogotá fue invitada dos años consecutivos, la segunda vez por haber sido uno de los espectáculos más aplaudidos del festival.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Ahora hacés una obra de una hora cuarenta y dicen que es larga". Foto: Fernando Ponzetto

Nidia Telles

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