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Es uruguaya, interpretó a Frida Kahlo por casi dos décadas y ahora se despide del personaje

Antes de la última función de "Frida Viva La Vida" en la Sala Hugo Balzo el próximo 6 de julio, esta charla con la actriz Adriana Do Reis.

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Adriana Do Reis interpreta a Frida Kahlo en "Frida Viva La Vida".
Adriana Do Reis interpreta a Frida Kahlo en "Frida Viva La Vida".
Foto: Alejandro Persichetti

Era mayo de 2005 y en el escenario del Teatro La Candela, Adriana Do Reis estrenaba Frida. Viva La Vida, la obra del dramaturgo mexicano Humberto Robles con la que —aunque en aquel momento no lo sospechaba— se presentaría en más de una decena de teatros montevideanos, haría giras nacionales e iría a festivales internacionales. Con este monólogo, además, sería nominada al premio Florencio Sánchez como Mejor Actriz.

En charla por teléfono con El País, Do Reis recuerda que Nelly Goitiño, “la gran maestra” con la que ya había trabajado, fue a una de aquellas primeras funciones. Ese día, al verla encarnar a Frida Kahlo, Goitiño, actriz y entonces presidenta del Sodre, predijo que Do Reis había encontrado su “obra de valija”, es decir, la que la acompañaría por muchos años, adonde fuera.

Hoy, 18 años después, y a días de subirse al escenario para interpretar a Frida por última vez, Do Reis cuenta con satisfacción y sensación de deber cumplido que la predicción de Goitiño se hizo realidad. Por casi dos décadas se metió íntimamente en la piel de Frida para contar su historia de dolor, pero también de lucha por la vida, de libertad y felicidad; y la llevó a los principales teatros de Montevideo y el interior, totalizando más de 250 funciones. El 6 de julio, día del aniversario de nacimiento de la icónica pintora, se subirá al escenario de la Sala Hugo Balzo para la función de despedida. Quedan entradas por Tickantel.

“Es muy simbólico hacerla el día de su cumpleaños. Será una fiesta realmente, como ella querría sin lugar a dudas”, cuenta y, se nota, le tiene algo más que admiración. Habla de Frida Kahlo como quien habla de una amiga.

“Yo a Frida le tengo que agradecer en lo personal muchísimo porque siempre me ha ayudado a ponerme en pie”, dice. “Además, no es un personaje de ficción, es alguien que tuvo una vida y la respetamos muchísimo. Fue un ícono de impertinencia frente a las injusticias. En cualquier circunstancia de desigualdad o discriminación sabemos en qué vereda estaría Frida”, afirma.

“Ella se atrevió a vivir sin barreras. Fue una mujer que siempre tuvo clarísimo su origen y por eso se vestía cómo se vestía y se dejaba el bigote, las cejas, a modo de decir ‘esto también es bello’, de cuestionar cuál es la vara que mide la belleza”, añade.

En 2010 la actriz uruguaya se mudó a México, donde residió por cinco años. La experiencia, cuenta, impactó directamente en la obra: “no fue lo mismo nunca más, es como cuando probás algo nuevo y eso te reversiona. No por casualidad, cuando volví a Uruguay fuimos directamente a presentarnos en el Sodre. Seguramente ella movió sus hilos (se ríe)”.

Do Reis recuerda que cuando empezó a interpretar a la pintora mexicana aún no existía la “Fridamanía” que estampa a la artista en remeras, mates e imanes. “Hoy la vemos hasta en los buzos. En 2005 no era así. Nos pasó de llegar a lugares en que la conocían medianamente, o no la conocían, y está perfecto porque no todo el mundo tiene por qué saber quién es Frida Khalo”, considera.

Puesta en escena de la obra "Frida Viva La Vida" del dramaturgo mexicano Humberto Robles.
Puesta en escena de la obra "Frida Viva La Vida" del dramaturgo mexicano Humberto Robles.
Foto: Alejandro Persichetti

En estos años de llevar la obra por tablas de todo el país también se sumaron anécdotas inolvidables para la actriz. “Un día llegamos a un pueblito y no había espejo para maquillarme y vestirme en el lugar. Entonces apareció el señor del club donde íbamos a presentarnos y dijo: ‘mire, yo le traje el espejo de mi casa’. Ese día, al terminar la función, este señor, que era el sereno del lugar, vino y me pidió: ‘¿No me escribirías acá atrás la última frase que dijo? Porque yo voy a poner que en este espejo se miró Frida Kahlo’”, cuenta y se ríe otra vez.

Sigue recordando anécdotas —como el día en que un foco de luz se cayó en el escenario, pero ella continuó con la obra— y, queda evidente, podría estar horas contando historias que atravesaron este periodo, como si este personaje le hubiera brindado una segunda vida.

“Sentimos que estábamos elegidos para contar esa historia. Nunca suspendimos una función, no nos importaba si había un espectador o 500”, dice. “La hicimos tanto en el Teatro Solís como en el pueblito más chiquito de Uruguay y eso nos ha enseñado a nivel profesional”.

Sobre el hecho de que la obra se haya mantenido tan viva a lo largo del tiempo —se hizo en 43 países, pero la versión uruguaya es la que más tiempo ha permanecido en cartel— Do Reis se lo adjudica a la sensibilidad y calidad del texto. “Si no conocés a Frida, en una hora sabes quién es y te la llevás contigo. Eso es una maravilla y lo hace la dramaturgia de Humberto”.

En 2015 conoció al dramaturgo, precisamente en la Casa-Museo de Frida Kahlo en Coyoacán, y establecieron una amistad. “Humberto es una persona encantadora. El año en que lo conocí, él me sorprendió en una función en el Teatro Florencio Sánchez, fue a verme y yo no lo sabía. Al final de la función anunciaron que él estaba presente y fue una maravilla”.

Es un momento que el escritor también recuerda con cariño y que describió en un texto en su blog personal: “La expresión de Adriana fue un poema que duró unos instantes, entre la incredulidad y la sorpresa, el abrazo que nos dimos sobre el escenario quedará en mí como uno de esos recuerdos que se llevan hasta el final de los días”.

Sobre despedirse de este personaje después de varios años, Do Reis entiende que se trata de cerrar un ciclo y eso, considera, también es una forma de homenaje. “Fue una decisión tomada a conciencia, con todo el amor y respeto que le tenemos al personaje. Robles está muy feliz y respeta la decisión, aunque por él yo tendría que seguir con Frida para siempre (se ríe). Pero son ciclos que se cumplen y lo tomamos como un gesto de agradecimiento por lo que Frida nos dio durante tantos años”.

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