Su madre lo llevaba al Club Baby Fútbol Fray Bentos, en Villa Española, pero Fabrizio Silvera era malísimo con la pelota. Siempre distraído, pateaba piedritas y no metía un pase. Sin embargo, lo que no lograba en la cancha lo hacía cuando su madre prendía la radio en sus vacaciones. Cantaba canciones de Ricardo Arjona o Tabaré Cardozo con una pasión sorprendente para un niño de siete años. Al detectar esa habilidad, su madre dejó de insistir con el fútbol y lo llevó a aprender canto y baile a la academia de Jean Claude, director de la revista La Compañía. Desde entonces, el arte, y en especial el Carnaval, han sido su vida.
A sus 23 años se ganó al público carnavalero con su notable interpretación de Freddie Mercury en Los Muchachos 2024. Este año redobló la apuesta y recibe ovaciones cada vez que sale al escenario como El Potro Rodrigo. Esta noche, los parodistas de la familia Yern tendrán su segunda actuación en el Teatro de Verano.
Es completo: canta, baila y actúa. Da todo por sus personajes. Se anima a cambios físicos —este año se tiñó de azul como el ídolo cordobés y en 2024 se hizo una prótesis dental para parecerse más al crack británico—, mira decenas de entrevistas para captar sus gestos y miradas y, mientras los prepara, no suena otra música en su playlist que no sea la de esos artistas.
Deambuló por varias academias y estudió teatro un año, hasta que un día no pudo seguir pagando, pero está convencido de que le debe todo al Carnaval de las Promesas. Así empieza la historia de este joven artista que sueña en grande.
Los inicios de un parodista con mayúsculas

Debutó a los nueve años en la murga La Susodicha, con la responsabilidad de ser cupletero. "Fue mi primer escenario y, en el Teatro de Verano, estaba tan ansioso que preguntaba a cada rato cómo empezaba la presentación", cuenta a El País Fabrizio Silvera. Al año siguiente pasó a Gummys y se enamoró del parodismo.
En 2012 audicionó para La Compañía, pero no fue elegido. Un año después, tuvo su revancha con Nazarenos. El conjunto de los Villalba necesitaba un niño para la parodia de El gran pez, y Jorge "Pollo" Medina se acordó de él: "Debuté con 13 años y ganando. Salí como Revelación. Así empezó esta aventura", dice con orgullo.
Recuerda, además, una fugaz pero memorable escena en la parodia de ese mismo año sobre el candidato a presidente Domingo Tortorelli. Esa vez le tocó encarnar al hoy presidente Luis Lacalle Pou: "Entraba unos segundos con un vaso y hacían un chiste como que estaba chupando los hielos del whisky".
Tiene marcada a fuego la sorpresiva llamada de Ariel "Pinocho" Sosa en 2015 para invitarlo a sumarse a Zíngaros. No tenía su número, así que le preguntó quién era. Pinocho, con humor, le contestó: "Dios". Cuando se presentó, casi infarta: "Mi primer flash carnavalero fue en el Teatro de Verano, cuando se abrió el telón con Zíngaros 2005, haciendo de los jardineros. Me quedó grabado", cuenta el que a los 14 años cumplió el anhelo de ser un gitano.
Con Pinocho solo tiene palabras de agradecimiento: "Transmitía pasión, lo admiraba. Aunque discutimos varias veces, siempre me hacía respetar".
Rodrigo y Mercury, personajes que marcaron su vida

Fabrizio iba al tablado del Velódromo en brazos de su madre, y aunque no tenía conciencia, ya sabía que esa fiesta marcaría su vida. "Mi madre y su amiga se sentaban en la rampa, tiraban un acolchado para que yo me acostara, y era automático: dormía durante todo el espectáculo, pero cuando llegaba la despedida, con dos años, me levantaba solo a aplaudir y gritar 'Carnaval'", recuerda. Para él, no hay mejor forma de describir la experiencia en el Teatro de Verano que como "mágica".
El Carnaval pasado protagonizó por primera vez una parodia y superó las expectativas al interpretar a Freddie Mercury. Este año, repitió el desafío con otra leyenda de la música, pero la mochila se siente menos pesada. "En 2024 era: 'te tocó ponerte la 10'. Tenía confianza por el proceso de aprendizaje, pero era una responsabilidad. Este año, aunque el compromiso es el mismo, no tengo la presión de ver cómo lo recibe la gente. Lo estoy disfrutando de otra manera", cuenta.
Para construir sus personajes, lo que más lo ayuda es ver entrevistas y analizar gestos y movimientos. También mira conciertos y escucha sus canciones durante 24 horas, los siete días de la semana durante los meses previos, para sacar la voz. En el caso de Freddie Mercury fue más complejo porque no sabe inglés: "Fue doble trabajo aprender las canciones por fonética", explica.
—¿Te costó teñirte de azul para hacer de Rodrigo?
—Para nada. Me gusta darlo todo. El año pasado con Freddie me mandé a hacer una prótesis dental. Me decían que iba a ser difícil cantar y hablar, y no sabés lo que costó, pero si Freddie no tiene dientes, no es Freddie. También me dejé el bigote, me corté el pelo como él, e iba a los ensayos siendo él.
—¿Cómo es pararte ante cinco mil personas y que la gente vea a esas leyendas de la música?
—Es hermoso que la gente respete tu trabajo. Es más lindo el después, cuando te reconocen un gesto del personaje que hiciste, algo que pensaste que nadie iba a notar. Estar ahí tiene lo suyo, el goce y la adrenalina. Ver a la gente de pie, cantando y bailando los enganchados de Rodrigo, es alucinante.
Los sueños de un artista en expansión
En 2022, Fabrizio Silvera recibió una propuesta inesperada de Claudio, un amigo de su madre que vive en España hace 20 años: le ofreció ser uno de los cantantes de Valparaíso, la orquesta valenciana que integra su hijo Piero. Aceptó sin dudar y viajó días después de ganar con Los Muchachos el Carnaval 2023.
Vivió ocho meses hermosos tocando rumba, cumbia, bachata, rock y pop en fiestas de distintos pueblos. Repitió la experiencia en 2024, pero este año decidió quedarse en Uruguay. Quiere echar raíces y trabajar en su país. Evalúa proyectos para hacer teatro y musicales por aquí, aunque no descarta cruzar el charco.
Es amigo de Juan Manuel Outeiro, el uruguayo al que Fer Dente dirigió en el musical Rent en Calle Corrientes, y le pidió que le avise cuando haya una audición en Buenos Aires.
Hoy está feliz de brillar en Carnaval y sueña con llevar sus personajes a la televisión o al streaming. Pero su mayor anhelo siempre es vivir de lo que ama, sea en Uruguay, en la calle Corrientes o en Broadway.
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