Capaz que era una cuestión de proporciones lo que hace que Envidiosa, la serie que Netflix estrena este jueves y tiene a Griselda Siciliani como la femenina del título, sea una sorpresa así de grata. Producida por Adrián Suar, la comedia sintetiza en 12 episodios de media hora, lo que a otras producciones de Polka, le llevaba 100 capítulos.
Es decir, tiene los excesos de sainete que caracterizan a la comedia argentina televisiva (personajes y actuaciones exageradas; un tono coloquial amablemente soez; señas culturales contemporáneas) pero Envidiosa los administra mejor.
También pueden atribuirse sus méritos a que los argentinos se profesionalizaron en la factura de sitcoms.
Todos contra Juan, que llegó a estrenarse en tiempos de televisión abierta -la de Gastón Pauls como una estrella infantil en decadencia adulta- debe ser considerado un antecendente ilustre y, probablemente de lo mejor que ha hecho la televisión argentina. Alguien tenía que decirlo y está para ver en YouTube.
Así, los argentinos conocen el modelo y lo empezaron a explorar en la web con programas como Eléctrica y Tiempo libre de dónde surgieron algunos de los grandes comediantes argentinos de hoy. Muchos de ellos han encontrado lugar en el interés de las plataformas de streaming de capitalizar ese fenómeno y ese talento joven.
Series como Porno y helado de Martín Piroyanski (Prime Video), División Palermo (Netflix) de Santiago Korovsky o Casi feliz de Sebastián Wainwrach y Hernán Guerschuny (Netflix), comparten méritos, elencos, escenarios y origen.
Alguno de ellos (el de Famoso, Martín Garabal, por ejemplo) está en Envidiosa, que tiene un guion ocurrente de Carolina Aguirre, autora publicada, guionista y columnista. Mostró su gracia en libros como Ciega a citas, que se convirtió en una elogiada serie de televisión abierta. Dirige Gabriel Medina, quien antes se encargó de Los paranoicos con Daniel Hendler y La araña vampiro con Piroyanski.
Siciliani es Vicky, una mujer que parece realizada y aunque la hermana (Pilar Gamboa, de División Palermo) le hace un listado de las cosas que ha conseguido en su vida sin necesidad de un hombre, anda desesperada por encontrar pareja. Acaba de separarse de su novio 10 años que fue ahogar las penas a Brasil y volvió ¡casado! con una brasileña. En plan Bridget Jones, además, le arrastran el ala, Matías (Esteban Lamothe) el buenote dueño de la rotissería vecina al que ella frena en la mejor amistad del mundo y su jefe en el estudio de arquitectos, Nicolás (Benjamín Vicuña), un galancete con actitudes que dan para desconfiar.
Y están sus amigas (entre las que figura Violeta Urtizberea) que le toleran los arranques de envidia de Vicky e intentan intervenir pero parece difícil cambiarla. Y una madre (Susana Pampín, actriz recurrente del director Martín Rejtman) que conoce a su hija y hace lo que puede.
Los personajes secundarios (la familia china que pretende casar a Matías con su hija, por ejemplo) y algunas situaciones (un casamiento, fumar marihuana con el delivery) conforman un mapa que sabe lo que quiere y lo consigue. Es muy divertida.
Pero el destaque es, claro, para Siciliani, quien ha demostrado que es una de las actrices de esa promoción con más facilidad para la comedia. Lo demostró en, por ejemplo, Educando a Nina, que daba más para la exageración. Acá, dentro todo lo medido que le permite su estilo de actuación, consigue transmitir el difícil mundo interior de Vicky, un gran personaje. Es inevitable pasar del amor al odio hacia ella pero algunas de las aventuras en las que se embarcan funcionan muy bien. Es muy gracioso cómo lidia con una vida romántica imposible, las cosas que hace y sabe que no están bien y los enredos y tropiezos.
Todo eso hace que Envidiosa, que seguro va a estar entre lo más visto de la plataforma enseguida de su estreno, sea una entretenidísima crónica de cómo es ser hoy mujer a los 40, soltera y buscando por lados exóticos una alegría que está ahí enfrente suyo. O en la rotissería de al lado.
Cómo lidia con eso, se sabrá en la prometida segunda temporada.