Julio Ríos fue el invitado estrella durante la entrega del lunes en Algo Contigo (Canal 4), donde se explayó sobre el episodio que sufrió el 7 de febrero que casi terminó en tragedia. El periodista relató en detalle aquella mañana en la que se atragantó con una galletita de agua que lo dejó al borde de la muerte.
En una charla de más de cuarenta minutos, el periodista le contó al conductor Luis Alberto Carballo que todo comenzó cuando probó una galletita mientras hablaba por teléfono y enseguida sintió que un trozo le había quedado atascado en la garganta. "Fui a tragar y me di cuenta de que era imposible", advirtió.
Julio indicó que atinó a tomar un vaso de agua, pero "cuando lo hice el agua rebotó como si fuera una pared y cayó en el piso. En ese momento dije 'estoy en un problema serio'". Enseguida sintió que le "empezó a faltar el aire".
El periodista, que en los últimos años ha enfrentado cuadros de salud complejos como una fuerte pancreatitis y un delicado cuadro de covid, aseguró que en aquellas otras oportunidades "nunca pensé que me moría", en cambio "sí pensé que me iba a morir por la galletita".
Julio recordó esa situación como "desesperante" al punto de que "cinco segundos parecían dos horas", pero pudo conservar la calma para analizar: "Me dije 'tranquilo: es una galletita, se puede llegar a partir'. Intenté respirar por la nariz y esperar que se disolviera antes de quedarme sin oxígeno".
Pero la mente también le jugaba una mala pasada y le hacía pensar lo peor. Según el periodista, ante esa situación automáticamente recordó a su amigo Marcelo, "que murió atragantado en una parrillada con un pedazo de carne".
"Se puede tomar a broma, pero te pueden matar las cosas más insólitas: una galletita, un caramelo, una pastilla. La vida te puede sorprender con lo más increíble", reflexionó.
Finalmente, contó que el agua que había vertido dentro de su boca surtió efecto, ya que si bien terminó toda en el piso, "llegó a golpear la galletita, entonces la fue ablandando". En ese instante "prensó la mandíbula", y entonces el filoso trozo de galleta de agua que atravesaba el esófago de Julio siguió su curso.
"Hasta para morir hay que tener dignidad", evaluó Julio, que a la distancia confesó que le preocupaba que sus hijos llegaran y lo encontraran "tirado en el piso atragantado por una galletita". "Era muy infame morir por una galletita", enfatizó.
Tras la dramática experiencia, el periodista deportivo reveló que corta su desayuno en piezas más pequeñas y tiene mayores cuidados. "Esa misma noche cené carne con puré y la cortaba tan chiquitita que era inviable", cerró con un tono de humor a una situación que pudo haber terminado en una fatalidad.