"Sacar belleza de este caos es virtud”, cantaba Gustavo Cerati en “Déjà Vu”, y su frase sintetiza el espíritu de Noche oscura del alma, el nuevo y cautivador disco de Simona Bustelo. A lo largo de siete canciones, la artista uruguaya de 21 años transforma un proceso personal difícil en un universo sonoro que conmueve por su crudeza y su claridad emocional.
Es una búsqueda que ya se intuía en “Contradicción”, el cierre de Florecer flores (2023), su EP debut, con el que se convirtió en una de las voces jóvenes más sobresalientes de la escena local. “La música me tapa las heridas”, cantaba entonces.
En “Jazmín”, la segunda canción de Noche oscura del alma, hay otra declaración de principios que reafirma ese recorrido. “Abracemos la vulnerabilidad, de eso se trata vivir”, canta con la entrega de quien expone su filosofía ante el mundo.
Sobre eso, le dice a El País: “Esa frase sintetiza la temática de todas mis canciones. Salen de un lado bastante vulnerable y sensible, y se basa en las cosas que vivo. Son un puente con mi adentro, y lo que me pasa lo convierto en música. Es un proceso revulnerable, pero al mismo tiempo supermágico”.
Eso sí: no se trata de regodearse en el dolor, ni de dejarse arrastrar por la marea.
“Este disco toca temáticas oscuras e intensas, pero al mismo tiempo tienen un destello de luz”, comenta. “Es como aceptar todo esto que pasa y transmutarlo en canciones. Tal vez alguien lo escuche y pueda sentirse identificado con algo que vivió o que le pasa en este momento. Está bueno que estos temas estén presentes en la música que escuchamos”.
¿Y de qué habla Noche oscura del alma? Es un disco-bitácora, una extensión emocional de un proceso que incluyó varias sesiones de psicoanálisis. “Mi terapeuta me decía que estaba atravesando una ‘noche oscura del alma’, que es entrar a la joven adultez y estar cambiando de piel”, relata. “Pero también era una forma de entender que es un proceso, que la luz va a volver a salir, y que la próxima vez que transite otra noche oscura lo voy a poder hacer con otra calma”.
Las dos primeras canciones del disco, “Altar” y “Jazmín”, trazan el mapa emocional del que parte este viaje. La primera, jazzera y calma, es un gesto de rendición ante el dolor y un canto al autocuidado: habla de regar el cuerpo, la mente y el alma, de volver a lo esencial. “Voy a hacerme un altar, / Hoy voy a cuidar mis plantas porque están un poco marchitas, / Voy a regar mi alma, mi mente y mi cuerpo”, canta.
En “Jazmín”, esa búsqueda se amplía hacia el otro: celebra la comunión entre mujeres, ese sostén que se teje entre amigas y familiares, inspirada en un poema de Lía Schenck que reza: “Cuando una mujer se deja rescatar por el olor a jazmín, todos los jazmines del planeta la sostienen”.
Más adelante, en “Febrero”, la crudeza tiñe de rojo al disco. Es la canción más descarnada y cuenta con la participación de Pedro Dalton. “Hace días que no puede respirar, agarra su alma, la llena de barro, capaz así pueda sentir algo”, canta Bustelo, antes de que Dalton irrumpa con una voz casi gutural: “Me miro al vidrio, tengo ojeras, no sé quién mierda soy”. Esa tensión vital se retoma en “Conviviente”, un retrato transparente sobre la ansiedad. Sobre eso, explica: “Al principio hablo superenojada, como una sensación de estar presa, pero después termina buscando un lugar de positividad”.
Esa posición ante la adversidad es el leitmotiv de Noche oscura del alma. Y se concreta en “Mi niña” y “Mi niña vol. 2”, que evocan la necesidad de sostenerse en medio de la tormenta. “Acordate de la niña, sus sueños juegan en el jardín, / Acordate de su risa, por favor, no la dejes ir, / Dale al mundo una promesa, / Prometele ser feliz”, se canta a sí misma, como un recordatorio íntimo del sentido de todo. El álbum cierra con un recitado donde celebra el sentirse “viva, real e incompleta”. El sol, finalmente, asoma.
El martes 29 a las 20.00, Bustelo llegará a la sala Hugo Balzo para presentar su disco con un show que tendrá poesía, danza y, por supuesto, canciones. Y eso que canta en “Jazmín” será más tangible que nunca: allí, ante el público, lo que alguna vez dolió se volverá un abrazo compartido.
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