Isla de Flores, la banda uruguaya que lleva la naturaleza como bandera y ahora tiene una nueva piel

Ignacio de los Campos es arquitecto, músico, productor y el motor de Isla de Flores, una banda uruguaya que presenta nueva versión y nuevas canciones este sábado en Inmigrantes. De eso, esta charla.

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La banda Isla de Flores: de izquierda a derecha, Cecilia Torres, Krishna Della Valle, Ino Guridi, Ignacio de los Campos y Cecilia Simón.
Foto: Lu Lee

Cada mañana, Ignacio de los Campos sale de su casa, cruza algunas calles, entra al Parque Villa Dolores, se sienta en un banco, mira los árboles, todo lo que es pasible de ser contemplado. No activa el internet del celular hasta dos horas después de levantarse. Reivindica las llamadas como forma de comunicación. En su estado de WhatsApp se lee: “Puedo demorar meses en responder. Si es importante, llame”, emoji de corazón blanco.

Nombró a su banda Isla de Flores. Una calle ineludible de Montevideo, pero también isla, flores, 31 hectáreas flotantes en el Río de la Plata, 31 hectáreas y un faro, un paisaje imposible. Es para una conversación más larga, dice De los Campos en llamada con El País, pero Isla de Flores y las canciones que la integran están ligadas a su cosmovisión: “Tengo a la naturaleza como una especie de bandera, y la llevo para la vida”.

De los Campos —cantante, compositor, guitarrista, tecladista, productor; también arquitecto— está al frente de Isla de Flores, un emprendimiento personal que nació en 2018, cambió de forma varias veces y acaba de refundarse con Cecilia Torres, Ino Guridi, Cecilia Simón y Krishna Della Valle, artistas multifacéticos de la escena local. Juntos estrenaron Susurra, un EP de tres canciones que se hilvanará con otros dos lanzamientos futuros —un EP y un disco que incorporará algunos de estos temas—, y lo estrenan en vivo mañana en Inmigrantes, en show compartido con el tacuaremboense Tallo. Hay entradas en Redtickets.

Alineados al circuito independiente que edita a través del sello Feel de Agua, los Isla de Flores transitan una música sensorial, que utiliza los sintetizadores como instrumentos para traducir emociones, pero también puntos de vista. Las melodías, muchas veces nacidas en el cordón de una vereda, de la intimidad de una voz y una guitarra, se transforman en un kiosco de teclados y en un manojo de personalidades que aportan, todas, su propio sello. En Susurra hay espacio para eso, pero también para lo acústico (“La orilla”) y para una pieza de piano antiguo —“Cristal”— que tiene el poder de detener el tiempo.

El EP, que bien puede entenderse como un sencillo, con un lado A más extenso y un lado B de dos canciones que equiparan la duración, refleja la versatilidad de un proyecto que tiene dos discos anteriores, todos distintos: Isla de Flores, hecho solo por De los Campos, y Río Negro (2024), con una formación anterior.

Quizás el mayor cambio que propone esta nueva versión del grupo pasa por las voces, ya que todos los ingresos son “cantantes bastante especiales y únicas”, pero también “grandes arregladoras”. “Era un sueño que siempre imaginé, y un poco las personas que fui convocando sabía que tenían muchísimo para aportar”, dice. “Lo quise generar, y a la vez se dio”.

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Isla de Flores, banda de música uruguaya.
Foto: Lu Lee

Ignacio de los Campos y descubrirse en la música

La canción, dice Ignacio De los Campos (42), siempre fue lo más importante. Empezó a hacerlas cuando tenía 16, 17 años. No tuvo su primer sintetizador hasta un año antes de empezar con Isla de Flores; pocas cosas, confiesa, le provocan tanta pasión como tocar la guitarra, vicio que hoy despunta, por ejemplo, tocando en bandas como Cielos de Plomo.

“Un día me asumí tecladista. Al principio decía: soy un guitarrista que, cuando es necesario, mete ruidos con un teclado”, dice. Asumirse cantante también le llevó mucho. Sin embargo, “hoy, cuando más me emociono haciendo música, es cuando canto”.

En el camino de De los Campos —que produjo discos de Helen Olhausen, Ceci Torres o Lali Gaspari, entre otros— hay mucho de hallar, de ir descubriendo. “Descubrir lugares nuevos haciendo canciones es lo que me llena de entusiasmo. Cuando veo que me está saliendo algo que es diferente a lo que me salía en otro momento, me entusiasma bastante”, dice. “Quizás en algún momento tuve que perfeccionar un estilo. Ahora estoy dejando que las cosas sucedan”.

Sin embargo, así como la naturaleza, hay algo que no cambia con el tiempo, algo que lo une todo. “Mi otra profesión es la arquitectura, y también lo siento ahí: yo puedo diseñar bien y generar espacios lindos o no, pero lo que más atesoro haciendo casas o produciendo discos es que alguien me inviten a acompañarlo a crear sus templos. La conexión humana es lo que más disfruto”.

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