Era el disco que necesitaba. El gesto artístico para volver a respirar. María Becerra acaba de publicar Quimera, el álbum donde la catarsis se vuelve canción. Pero no se trata de un diario íntimo: la artista encontró en la creación de personajes la forma de procesar y despojarse de la oscuridad. Y el resultado, que entrelaza las distintas aristas de su personalidad artística, sorprende.
Tras un embarazo ectópico que puso en riesgo su vida, la argentina les dio vida a cuatro alteregos —Shanina, Maite, JoJo y Gladys— y construyó un notable álbum conceptual de 18 canciones. Son cinco capítulos, cada uno con su propio universo, y en el último Becerra pasa al frente para cantarle a aquello que la sostiene. Suena a un renacer.
Ahora, Becerra se prepara para la presentación de Quimera. Será el 12 y 13 de diciembre en el Monumental, el estadio porteño en el que hizo historia el año pasado al convertirse en la primera cantante argentina en agotarlo en dos ocasiones. Su vuelta será a lo grande: por primera vez, el estadio de River albergará un show 360°, y cada fecha convocará a 85 mil personas. Los uruguayos podrán seguir en vivo la función del 13 por Flow. Promete ser una noche histórica.
En paralelo a la salida del disco, la artista trabaja en los últimos preparativos para ambos shows, y es en ese marco donde se dispone a responder las preguntas de El País, que recibió por mail. “Estoy en una sala de ensayo, justo antes de entrar a una pasada con mis bailarines”, escribe. “Estamos en plena preparación para los shows, felices y a pleno. Se siente una energía muy linda en esta recta final”.
A continuación, esta entrevista con Becerra.
—Acabás de lanzar Quimera, tu primer álbum en tres años. Hace un tiempo dijiste que ya tenías “otro disco completísimo”, pero que, después de tus complicaciones de salud, decidiste cambiar el rumbo del proyecto. ¿Qué significa para vos llegar al final de este proceso y que estas canciones salgan a la luz?
—Quimera es el proyecto más importante de mi vida hasta ahora. Yo ya tenía otro álbum listo, pero después de todo lo que me pasó a nivel personal y de salud sentí que nada tenía sentido; ese disco ya no me representaba. Iba al estudio y solo me salían canciones tristes, muy oscuras, y no quería que eso saliera a la luz. Entonces empecé a buscar otra manera de componer, de sacarme todo eso de adentro sin quedarme solo en el dolor. Y ahí aparecieron los alteregos, casi sin planearlo. Fue una forma de sanar, de refugiarme de nuevo en la música, de jugar, de crear desde otro lugar.
—Cuando te entrevisté a inicios de 2024 contaste que cada vez que cantás te metés “en un personaje distinto, con sus falencias, traumas y maneras de sentir”. Esa dinámica se profundiza con los alteregos de Quimera. ¿Qué importancia tiene para vos seguir expandiendo tus horizontes artísticos a través de estos personajes?
—Cuando empecé a meterme más en la actuación, descubrí que me gusta muchísimo todo lo performático. A medida que fui componiendo nuevas canciones —y también a medida que fui sanando—, los alteregos fueron apareciendo como una necesidad. Sentí que el disco tenía que ir por ahí, que podía contar mucho más si me animaba a abrir esas otras voces que estaban dentro mío. En Quimera cada personaje vive en su propio universo: en lo musical, en lo visual, en lo emocional… todo. Y para mí es muy importante que cada uno se desarrolle en profundidad, porque todos tienen algo de mi personalidad, pero exagerado, más llevado al extremo. Es un trabajo muy profundo. Hace meses que venimos desarrollándolos con un psicólogo, un coach actoral, una directora creativa; todos ayudando a pulir cada detalle y a darles vida de verdad. Eso es lo que va a poder verse en los shows de presentación: los personajes habitando la música.
— ¿Cómo nació el título del disco y qué te llevó a representar en la portada a tus cuatro alteregos como sostén emocional durante ese momento tan difícil?
—Una quimera es una mezcla de distintas partes, algo que no debería funcionar pero que, aun así, encuentra su forma. Por eso supe que el disco tenía que llamarse así; refleja exactamente lo que viví: la mezcla entre la realidad y la fantasía, entre lo que me dolía y lo que me estaba sosteniendo. La portada también nace de ese lugar. Quería que se viera que no estaba sola, que estas cuatro voces —estos cuatro mundos— me acompañaron en un momento muy difícil. Cada una de ellas fue una contención distinta. Mientras yo pasaba por todo mi proceso personal, ellas me ordenaron el caos: una me daba fuerza, otra ternura, otra me liberaba, otra me ponía frente a la verdad. Si no las hubiera creado, no sé si hubiera podido hacer este disco. Necesitaba que estuvieran ahí, físicamente, acompañándome en la portada. Fueron parte fundamental de mi sanación.
—¿Qué sentís que cada una de las cuatro te permitió explorar de tu personalidad musical y letrística?
—Shanina fue el comienzo de todo. Con ella pude escribir desde la ilusión de un amor, pero también desde la obsesión. Desde ese amor que se desborda y se vuelve tormenta, por así decirlo. Me permitió explorar lo dramático, la intensidad pura. Después llegó Maite, que me llevó a una de las partes más profundas del disco: ella habla del dolor, de las ausencias, y de lo que cuesta perdonar. Es una búsqueda interna muy fuerte; está tratando de encontrar respuestas dentro, y eso me abrió un lugar muy emocional para componer. JoJo es sinónimo de libertad. Es la que me permitió soltarme del todo: ser atrevida, probar sonidos, divertirme, jugar desde lo performático. Y Gladys… Gladys es una madre que hace lo que sea por su hijo. Ella cae presa, pero sigue dando absolutamente todo por su bienestar. Representa el sacrificio, la entrega total, la fuerza que aparece cuando no te queda otra que luchar. Con ella pude explorar un costado más crudo y visceral, más narrativo también, porque su historia tiene una profundidad muy fuerte. Después está María, que aparece al final. Ese momento donde me muestro sin personajes, donde soy yo con mis emociones más puras.
—Las historias de Shanina y Maite coinciden en una necesidad: la de sentirse comprendidas y encontrar un refugio emocional. Incluso la frase “yo solo quiero que tú me quieras (…) ojalá me vieras”, que canta Maite, podría pertenecerle a cualquiera de las dos. Y hacia el final del disco, cuando cantás sin alter ego, celebrás haber encontrado en tu relación con Rei eso que ellas tanto buscan. ¿Qué significó cantarle a ese lugar de contención que construyeron juntos?
—Qué lindo que hayas percibido ese parecido entre Shanina y Maite. Al fin y al cabo, todos queremos que alguien nos quiera, ¿no? Todos queremos que alguien nos comprenda, tener nuestro lugar de contención. Shanina busca ese refugio en una pareja, desde un amor muy impulsivo y muy idealizado. Y Maite lo busca en un padre ausente, desde un dolor muchísimo más profundo. Pero al final las dos están pidiendo lo mismo: que alguien las quiera de verdad, que alguien las entienda. Y cuando termino el disco cantando sin personajes, creo que se nota que yo sí encontré ese lugar. En mi relación con Juli (Rei) siento mucha contención, mucha paz.
—La letra “Mi amor”, tu canción con Rei, refleja eso mismo. ¿Cómo surgió y qué sentís al escuchar cómo sus voces se entrelazan?
—“Mi amor” nació en Miami y, al principio, era casi como un mensaje hecho canción para Juli. Hacía más de un mes que no nos veíamos y al principio hablaba de eso: la distancia y de cuánto lo extrañaba. Pero con el tiempo me di cuenta de que esa letra se me quedaba chica, porque nuestra historia es mucho más grande que eso. Después de cuatro años juntos, de todo lo que vivimos y atravesamos, la distancia es casi un detalle en nuestra relación. Hay tantas otras cosas que pesan, enseñan, duelen y fortalecen mucho más que estar un mes lejos. Así que quise reescribirla y le propuse que se sumara. Cuando escucho nuestras voces juntas me agarra una emoción muy especial, porque siento que ahí quedó grabado algo muy nuestro.
—La canción también habla de la necesidad de pasar página en momentos dolorosos, una actitud que define a Maite y Gladys. Eso habla de la búsqueda de Quimera: podría haber sido un disco oscuro y, sin embargo, es el más luminoso de tu obra. Incluso el baile es una forma de exorcizar el dolor. ¿Por qué sentís que tenías que expresarlo así?
—Quimera podría haber sido un disco muy oscuro, sí. Yo estaba pasando por un momento emocional fuerte y tenía todo para irme hacia ese lado. Pero, justamente por eso, sentí que necesitaba transformarlo. Entonces elegí llevar ese dolor a otro lugar. En Quimera, incluso las historias más duras están contadas desde otra perspectiva. No negando el dolor, sino dándole otro sentido.
—La historia de Maite tiene uno de los arcos más potentes del álbum: empieza con esa mujer que atraviesa la maternidad sola en “Corazón vacío” y se completa con “Recuerdo que nunca existió”, donde el perdón —ya de adulta— hacia su padre ausente aparece como una forma de sanación. ¿Cómo nació la idea de retomar aquella historia de 2023 y qué significó para vos acompañarla en ese cierre emocional?
—La historia de Maite siempre me quedó resonando. Cuando salió su primera parte en 2023 sentí que había algo ahí que todavía no estaba dicho del todo, como si su historia necesitara seguir creciendo conmigo. Incluso ese mismo año hicimos una escucha con fans y les mostramos “Que tú me quieras”, que es la segunda canción de su arco, y tuvo un recibimiento hermoso. Ahí confirmé que Maite tenía algo más para contar. Cuando empecé a pensar en Quimera, y yo misma estaba atravesando mi propio proceso personal, me di cuenta de que ella también merecía atravesar el suyo. Maite nace desde un dolor muy profundo, desde sentirse sola en un momento supervulnerable. Pero también nace desde la necesidad de entender, de sanar. Sentía que no podía dejar todo eso abierto, que tenía que acompañarla hasta un lugar donde ella pudiera estar un poco más en paz. Ahí aparece "Recuerdo que nunca existió", que funciona como ese cierre emocional que ella necesitaba. No es un perdón ingenuo; es un perdón que sana. Un perdón que no tiene nada que ver con justificar lo que le faltó, sino con soltarlo para poder seguir adelante. A mí me movilizó muchísimo Maite.. de verdad. Cuando hicimos los videos, lloré un montón. Tiene una historia muy fuerte y muy humana. Acompañarla hasta ese final fue tan importante para ella como para mí.
—En 2023, cuando te entrevisté, me dijiste: “La música me acompaña todos los días y en todo momento. Sin ella no puedo vivir (…) jamás podría soltarle la mano. Es algo que está muy dentro de mí”. Ahora, en 2025, ¿qué representa la música para vos y de qué manera cambió tu forma de crear después de Quimera?
—La música siempre fue mi compañera, pero hoy más que nunca. Además de ser un lugar para expresarme, ahora la siento como un refugio, como algo que me sostiene de verdad. Me acompañó en tantas etapas de mi vida… pero en este último tiempo estuvo muy presente. Y sí, siento que mi forma de crear cambió. Me permití ser más yo y meterme en un montón de etapas del álbum: la producción de las canciones, pensar las ideas de los videos, la portada, cómo presentarlo… todo. Quimera me hizo confiar más en mi visión artística y animarme a involucrarme más en cada detalle.
—El proceso de Quimera va a completarse con tus dos shows en el Estadio de River en diciembre, esta vez en formato 360°. Estuve en uno de tus shows allí el año pasado y sé lo importante que fue para vos. ¿Sentís que este regreso va a tener un significado aún más especial? ¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando imaginás esas dos noches?
—Sí, claramente estos shows van a tener un significado muy especial. Si bien es volver a River, y también es volver a tocar en mi país, en Buenos Aires, donde no canto desde el River de 2024, esta vez es muy distinto porque es la presentación de Quimera. Acá culmina una etapa e inicia otra para mí. Además, es un desafío enorme. Es la primera vez que se va a hacer un show 360° en este estadio, y la capacidad también es mucho más grande que en los shows anteriores. Eso lo vuelve algo gigante y muy emocionante para todo el equipo.
Llegar con Quimera —con todo ese proceso personal, con los personajes, con la historia del disco— le da un peso emocional muchísimo más grande. Siento que estoy llegando a River desde otro lugar, más madura y más conectada con mi música. También creo que la conexión con la gente va a ser increíble. El formato 360° hace que todo sea superíntimo, incluso en un estadio enorme. Siempre pensamos este show como una experiencia donde todos puedan sentirse dentro del universo del disco, no solo mirando un escenario. Y al final, cuando pienso en estas noches, pienso también en mi equipo, la puesta escénica… los detalles que venimos preparando hace meses. De verdad siento que este show va a mostrar a Quimera en su máxima expresión. Me motiva muchísimo. Estoy muy contenta y muy emocionada.
—El año pasado cantaste en la Rambla de Punta Carretas para tu show más convocante en Uruguay. ¿Qué recordás de aquella noche de diciembre y cómo definirías tu relación con Uruguay? ¿Tenés pensado presentar Quimera en Montevideo?
—Esa noche fue increíble. Me acuerdo que la gente estaba desde retemprano y fue algo muy lindo. La verdad que estaba lleno de gente afuera del hotel, en las calles, en todos lados, y se sentía una energía muy especial. También me puso muy contenta que esa noche abrieran Balta y Luana, que me gustaron muchísimo e hicieron que la gente ya estuviera rearriba desde temprano. Con Uruguay tengo una relación hermosa. Siempre que voy me reciben muy bien, con un amor que se siente mucho. Y sí, obvio: me encantaría llevar Quimera a Montevideo. Espero que pronto.
—Después de todo lo que atravesaste para llegar a Quimera, ¿qué es lo que más orgullo te da del proyecto? No solo desde lo personal: también desde lo colectivo. El trabajo codo a codo con Xross, las colaboraciones con colegas como Tini y Jay Wheeler, la participación de tus sobrinas en “Ahora que estás con él” e incluso la canción con Rei. ¿Qué sentís que lograron entre todos y qué te emociona más de haberlo construido así, en conjunto?
—Lo que más me da orgullo de Quimera es que nació de un proceso muy verdadero. No hay nada forzado, nada puesto “porque sí”. Fue un álbum que salió de un momento muy profundo de mi vida, y creo que se siente en cada detalle. También me emociona muchísimo lo colectivo. Trabajar codo a codo con Xross fue clave. Él estuvo en todo. Es mi mejor amigo, mi hermano. Acompañó mis procesos, mis ideas, mis idas y vueltas, y ayudó a transformar todo lo que pensábamos en algo artístico. Para mí este es un trabajo super, superprofundo entre los dos. Las colaboraciones también tienen un valor enorme, porque son artistas que se sumaron desde un lugar muy real. Yo me encargué de transmitirles a todos lo que significaba este álbum, este proyecto, y cada uno aportó desde una energía muy especial. Lo de mis sobrinas fue mágico. Escuchar sus voces grabadas en una canción … obvio que me emociona. Me encanta que mi familia forme parte de este universo. Después está la canción con Juli, que es un capítulo aparte. Es muy personal y súper nuestro, y me emociona que haya quedado registrado en este momento tan importante de mi vida.
Entre todos —los invitados, mi productor, mi equipo, la gente que trabajó en los videos, en cada parte del proceso— siento que logramos un disco que respira verdad. Que tiene luz, dolor, juego, actuación, música, vida. Y que no podría haber existido sin toda esa gente que estuvo cerca. Eso para mí es lo más lindo: que Quimera surgió de un proceso superhumano y sentido.
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