Zitarrosa con funk carioca, Juana de Ibarbourou con referencias al dramatismo de Billie Eilish, Lady Gaga, y ahí al costado, un guiño a “Elena, Elena” y una cita a La 424. Folclore, guitarras rockeras, y en el medio, Luana, la que ya voló por el aire del Teatro de Verano, cantó el himno en el Estadio Centenario y recién ahora, con 24 años, lanza su primer disco. Se llama Icónica. Y tiene con qué sostenerlo.
El álbum debut de Luana iba a ser Molécula. No sabe —dice ahora, que es martes 9 de diciembre y está amasando su comida favorita, ñoquis, con unas uñas kilométricas en un apartamento entre Pocitos y Cordón— cómo se le ocurrió un nombre “tan espantoso”. Pero sabe esto: un día, quizás en marzo, le sacaron una foto en una estación de servicio del interior. Estaba lista para el show, el pelo impecable, los tacos altos, envuelta en una bata de baño, a medio camino entre la persona y el personaje. Cuando la imagen llegó a su Instagram, una palabra —icónica— empezó a repetirse en los comentarios del post. Y algo fue cambiando.
Luana dudó. Temió que el mensaje se malinterpretara, que la juzgaran de engreída. Le consultó a algunos fans incondicionales, lo charló mucho con su círculo íntimo y finalmente entendió que sí, que estaba bien, que su disco podía ser Icónica. Solo había que defenderlo.
“Y en verdad es un poco el trayecto de eso, de cómo la gurisa pasa del campo a terminar en la capital siendo…”, dice y se interrumpe. No se define: no es ella la que tiene que hacerlo.
“Pero es eso: hacer un Teatro de Verano, ser una imagen real de que sí se puede lograr algo acá en el país, con lo que cuesta. Creo que más que nada es eso. Y también poner una huella en la historia. Porque nos preguntamos mucho qué mujeres han hecho el Teatro de Verano, por ejemplo, y son muy pocas. Ahí empieza la inspiración de hacer más referencia a lo femenino, a lo cultural. La escolaridad fue fundamental en mi vida, me ha desarrollado en todo sentido, también en lo artístico, pero no había muchas referencias femeninas. Un poema de Juana de Ibarbourou, ‘Río de la Plata’ de Natalia Oreiro y ya está. No te contaban ni de científicas. Creo que capaz que hubiese sido diferente tener un poco más de referencias femeninas de acá”.
Esa inquietud es la base de Icónica, un disco empujado por un equipo esencialmente femenino y de personas queers (“Yo soy parte de la comunidad, mi equipo también, somos la comunidad”, dirá en un momento en su charla con El País), que tiene muchas intenciones, pero una ambición mayor.
Cómo suena el disco debut de Luana
El disco debut de Luana no es lo que el gran público podía esperar de ella, una cantante apodada La Princesita de la Plena que tuvo su primer gran golpe de popularidad con un cover de “A ella”, de Karol G.
Aquí firma nueve de las diez letras de un trabajo atrevido, que convoca un sinfín de estilos musicales sin perder nunca su identidad.
El álbum se abre con filo rockero (“Icónica”), tiene plenas infernales (“Cuando se baila la plena”, “Te beso”), cumbia argentina (“Amor verdadero”), pop neto (“Tu aura”, “Focused”), candombe (“Siento el calor”), murga canción (“El camino”) y folclore en clave de balada (“Despecho”).
Producido esencialmente por Santiago Vodanovich, Faiz, en la musicalidad y el sonido de Icónica son claves algunas figuras como el emblemático músico Artigas Leal y Miguel Leal, Adrián Guillén y Lali Ganz, entre tantos otros. Según Luana, los gustos e inquietudes de todos ellos se colaron en las canciones.
El álbum de Luana no solo viene a confirmarla como una artista integral e ineludible en el panorama de la música uruguaya actual. También busca proyectarla fuera de fronteras: tomar la plena, reinventarla y convertirla en algo capaz de romper límites. Es una confirmación de sus ambiciones y, de alguna forma, un ejercicio de validación, pero está claro que Luana, en el proceso, trascendió lo individual para perseguir algo colectivo.
“Más que nada para las gurisas. Yo siempre pienso en las niñas, ¿no?”, dice. “Por eso cuando te dicen ‘que te fijás mucho en Lali’, ‘que te fijás mucho en esta otra’, que no sé qué, es lo único que puedo tomar de referencia. Porque si no, yo no voy a ser Rada jamás, es imposible. Por muchos factores. Pero estaría bueno tener un poco más de idealización femenina”.
Dice, sin entrar en detalles, que haciendo este disco se dio cuenta “de muchas cosas”. Dice que habla con sus colegas hombres de lo imprescindible que es que ellos, desde sus plataformas, le abran la cancha a las mujeres que vienen —“es importante que el hombre que tiene el espacio ya contemplado, controlado, lo pueda compartir con las pibas”—, le agradece a Lucas Sugo y The La Planta, a “los pibes del trap”, Knak, Davus, y a todos los que han sido generosos en ese sentido. Dice: “Es muy difícil el trabajo de aparecer sola y remar todo sola con equipo de mujeres. Entonces estaría bueno dar esa perspectiva de que no siempre necesitamos un productor hombre, que podemos armar un equipo de mujeres. Porque casi siempre todas nacemos de un productor musical hombre. Casi siempre los que controlan las computadoras son hombres”.
Por todo eso, Icónica es un proyecto grande, inmenso. Calcula que unas 60 personas, desde su mánager y aliada incondicional, Yuliana Bengoa, hasta la persona que cocinó milanesas, fueron parte del proceso. Escribió todas las letras del álbum, algunas en coautoría, a excepción de “Despecho”, que es un poema de Juana de Ibarbourou. Hizo videoclips novedosos para cada una de las 10 piezas: reclutó bailarines, montó coreografías con Nahuel Silva, se alió con Gaceta para quebrar la monotonía de los visuales de la plena actual, y el diseñador Mateo Martínez creó una decena de looks a la medida de cada canción.
Delegó, pero también tomó riesgos. Se animó a samplear la introducción de “El violín de Becho”, un emblema de Zitarrosa, para darle forma a “Você”, un tema en portuñol que celebra la cultura de frontera y fusiona plena con funk brasileño. Pero también quiso cantar en inglés (“Focused”), abrazar el candombe (“Siento el calor”) y tener su propia murga (“El camino”). "En esta vida hay que ser atrevidos; si no, ¿para qué viniste?", dice.
“Si vamos a quedar con números en rojo, vamos a hacer pop de verdad”, resume Luana, que ya proyecta la presentación en vivo y, si todo sale bien, la apuesta más grande de su carrera.
Tiene dudas, pero está contenta. Sobre todo, orgullosa: “Si funciona o no, ya está. Nosotros lo hicimos y conmemoramos esta unión, esta amistad, todo este trabajo, todos estos años compartiendo”, dice sobre su equipo de trabajo. “Y sabemos que está bien. Te puede gustar o no, pero que está mal musicalmente no lo podés decir jamás. Jamás”.
Después vuelve a la gurisa, a la que dejó Colonia para perseguir un sueño desde la capital. A las niñas. A lo que tienen para ver las niñas. Y a esta idea: “Creo que si escuchás este disco decís: es re Uruguay. Que era la meta final. Es nuestro, de mi equipo, de mi banda. Y al fin y al cabo ahora es de todo el Uruguay. Así que creo que el trabajo está bien hecho”.
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