Con convicción, con un montón de amigos, y entregados al disfrute. Así llegan Alejandro Spuntone y Guzmán Mendaro a la parada más grande del camino que construyeron juntos: el próximo sábado, su dúo Spuntone - Mendaro festejará los 15 años en vivo en el Teatro de Verano, en una fiesta que recorrerá todos sus formatos, todos sus hitos, todos sus vínculos. Hay entradas en Tickantel.
Alguna vez, hace más de 20 años, cuando Spuntone era el cantante de La Trampa, Mendaro el guitarrista de Hereford y el rock uruguayo un sueño posible, charlaron tras bambalinas de una edición del Pilsen Rock. Mucho después, coincidieron en el espectáculo de Juan Casanova, Poesía de Guerra, una noche en el bar Tabaré. Sucedió algo: una vibración energética, química. Spuntone se arrimó a Mendaro y le dijo: “Venite a casa. Vos y yo tenemos que hacer algo juntos”.
Tocaron por primera vez un 2 de noviembre de 2010, en un bar, a guitarra y voz, con un repertorio de canciones ajenas que de a poco hicieron propias. Desde 2013, no pararon. El público los abrazó y sus versiones despojadas de “La octava de Octavio”, de Bufón, y de “Romancero”, de La Tabaré, se volvieron clásicos. Con el tiempo escribieron temas propios, armaron banda, se cruzaron con artistas de todo tipo, desde Luana a Valeria Lynch. Todo eso —incluso las malas— los conduce ahora al Teatro de Verano.
Sobre eso, esta charla.
—El Teatro de Verano es una jugada grande, siempre, para cualquier banda o artista uruguayo. ¿Por qué decidieron celebrar sus 15 años ahí?
Alejandro Spuntone: El año pasado alguien nos sugirió una fecha y dijimos que no tenía sentido porque no teníamos nada para ofrecer para un escenario tan clásico. Pero justo cumplíamos 15 este año. ¿Y por qué no? Nosotros, como músicos uruguayos, teníamos ganas de llevar el proyecto a otro lugar, y aparte es un lugar que nos ha hecho vivir momentos increíbles. Y creo que el proyecto Spuntone - Mendaro como tal se merecía un lugar así para festejar.
Guzmán Mendaro: Ale tuvo la convicción, la determinación de decir: “Vamos a festejar los 15 años en el Teatro de Verano”. A mí me da un poco de cosa la grandilocuencia del asunto. Es más, en estos últimos días me tiene como en una especie de limbo. No es un recital común. Creo que el que nos vaya a ver va a esperar encontrarse con algo familiar, pero vamos a ofrecer algo nuevo.
—¿Y qué es eso? ¿Cómo se planea un concierto así?
Mendaro: Tenemos que pasar por todos nuestros momentos, desde que arrancamos hasta hoy, y por diferentes texturas. El dúo tiene que estar: no por estar en un palco grande tenemos que salir con banda y ser grandes. Tenemos que ir solos con una guitarra, como lo hicimos en el primer disco, que desde ese momento nos abrazó todo el mundo. Tenemos que hacer cosas con banda, versiones, composiciones nuestras y cosas nuevas. Vamos a tocar alguna cosa que no ha sido editada y a estrenar situaciones muy particulares con invitados.
—Las fechas especiales mueven recuerdos, vivencias. Cuando miran atrás, ¿qué es lo que más les llama la atención del recorrido?
Mendaro: Pasaron muchas cosas lindas. Me acuerdo de muchos momentos con Ale y está todo buenísimo. Incluso hasta el día de hoy, todo lo que vuelve es lindo. Y eso fue siempre así. Es un proyecto que ha dado unas alegrías tremendas.
Spuntone: Lo que dice Guzmán es clave. Hemos tenido 15 años donde la música fue un placer. Fue una cuestión sanadora para muchas cosas, pero el proyecto en sí es un proyecto placentero, porque las cosas feas están fuera. A veces nutren textos, como una forma de generar, de lo malo, algo positivo. Pero ninguna de esas situaciones entró jamás a Spuntone - Mendaro. Se murieron nuestros padres, se murieron amigos, pasaron un montón de cosas, pero eso nunca entró. El proyecto nos sirvió para exorcizar, porque lo que encontramos en la música, en el dúo, es un ámbito para ser felices. E intentamos que la gente también agarre eso.
Mendaro: Y dejamos el ego de costado. La música, la opinión o el capricho de decisiones estéticas de cada uno por separado no son lo más importante. Creo que esa es una tremenda clave de la felicidad que nos da. Otra cosa es lo que produce para afuera, pero puede relacionarse, porque lo que vos desprendés llega de forma honesta y se comparte. Yo me acuerdo de 2013: grabamos el primer disco, Estado natural, hicimos todo en un boliche y cuando fuimos a editar y a mezclar, ¡fue el disco más rápido de la historia! Un día editando y un día de mezcla. Y ese año, en 2013, Sole, mi señora, estaba embarazada de Facu, mi segundo hijo. Y a fin de año salió Estado natural y yo estaba como que volaba a 10 metros del piso, fe la alegría que tenía de que me iba a nacer mi hijo y estábamos sacando un disco divino.
—¿Cómo es su relación con la nostalgia?
Spuntone: Bueno, tenemos el gen uruguayo de estar mirando el mar. Debe ser que somos todos descendientes de inmigrantes y hay una cuestión vinculada en el ADN. Pero somos tipos de estar pensando para adelante, más que para atrás. Es como que el atrás nos sirve para el hoy y para lo que viene, por eso estamos componiendo cosas nuevas. Pero la referencia a lo que fuiste o hiciste siempre te lleva al hoy. Igual, nosotros venimos de bandas bastante importantes, grandes, pero nunca utilizamos eso para nuestro proyecto. Tenemos un repertorio de más de 100 canciones, y solo tres de La Trampa y tres de Hereford que hemos tocado esporádicamente. Generamos un ámbito nuevo que empezó con versiones de otros y después se sumaron las canciones nuestras, pero intentamos no utilizar esa nostalgia de la gente. Entonces nos llevamos bien, pero intentamos no abusar de eso.
—Cuando tomaron la decisión de expandir el sonido del dúo y llevarlo a una banda, como se refleja por ejemplo en su último disco, De crear y descrear, ¿qué perdieron y qué ganaron?
Spuntone: Perder no perdimos nada. Además, hemos tocado muy poco con la banda, porque movilizar al dúo es mucho más fácil. Nos llevan mucho al interior y vamos nosotros dos, o a veces con Mariano (Martínez, ex Attaque 77), que es mucho más viable. Pero pienso que perder no perdimos nada. Ganamos un montón porque, aparte, Checo Anselmi, Rodri Trobo y Diego Bustamante son tres amigos más que a los que no les decimos nada. Les decimos que hay que tocar y vamos a ensayar y están todos predispuestos. ¡Quieren ensayar más ellos que nosotros!
Mendaro: Es que no somos una banda, la verdad, el proyecto es un dúo. Y a mí me gusta cuidar eso, no abusar de esos espacios. Porque así como está la seguridad de llegar muy bien ensayado con las cosas, está también la frescura con la que vos llegás. Entonces preferimos que sea fresco y un poco menos impuro, o menos justito, pero llegar a disfrutar. Pero volviendo a lo que vos decís, nosotros abrimos una banda también porque desde que somos chicos nos gustó esa cosa de la presión, de lo que se siente tocar rock en grupo, en contra de la lógica de lo que había triunfado a nivel popular, que era el dúo. Fue una decisión nuestra y corremos tras ese placer. Y ahora tenemos las dos cosas.
—Ustedes vienen del rock, pero con el dúo lograron, de alguna forma, expandirse a la música popular: tocan con Luana, con Cobelli, ahora con Larbanois & Carrero...
Spuntone: Es que el proyecto es muy libre.
Mendaro: Pero todos tienen una impronta rockera. O sea, tomando al rock no como género, sino como carácter. Vos ponés a tocar a Julio Cobelli acá y te ponés a llorar, te arruina. Son tipos que tienen un carácter. Y creo que nosotros vimos en ellos o ellos ven en nosotros eso. Esa cosa de compartir, de entregarse.
Spuntone: Durante muchos años el rock fue una cosa muy conservadora, muy sectaria. Que cuando tenés 20 está todo bien. Si tenés 50 y seguís así, ya tenés un problema a revisar en vos. Pero cuando veo que tengo afinidad en cómo alguien siente la música, o en cosas de la vida, ¿cómo no te voy a pedir para cantar o tocar? Más allá del virtuosismo, es cuestión de subirte a un escenario con alguien con el que compartís un sentimiento, una sensación.
—En términos de actitud, ¿qué creen que es lo más rockero de Spuntone - Mendaro?
Spuntone: Yo creo que la actitud que tenemos nosotros, ante la música y ante la vida. Lo más rockero es no tener prejuicios.
Mendaro: Yo creo que, en general, el aire está un poco viciado de diferencias, de “yo soy así y no me gustan los que son asá”, eso que hoy se llama “la grieta”. El ambiente está muy agresivo. Me parece que la parte más rockera es ser amable, generar un ámbito agradable, no estridente. Es otra historia. Porque yo no me considero muy rockero. Tengo una vida menos rockera... Me levanto a las 7 de la mañana para llevar a los guachos a la escuela y el liceo. Cero rock. Pero el rock está en que soy libre y hago lo que quiero. Y esa pelea tiene un valor enorme desde el punto de vista de la libertad, de lo que yo considero que es la libertad.
Spuntone: Pero hoy ser amable es casi revolucionario.
—Volvamos al Teatro. ¿Qué quieren llevarse de esa noche?
Spuntone: Va a ser una de las noches más felices de mi vida como músico. Y la quiero disfrutar así.
Mendaro: Yo ya me la imaginé. Me imaginé momentos superlindos. Me imaginé hasta el color del cielo. Capaz que hace 10 años me agarrabas antes de otra presentación y estaba más pendiente de todo. Ahora estoy supertranquilo de que lo voy a disfrutar. No sé si será la edad. Cuando pasé los 40 me empecé a dar cuenta de que cada año que pasa estoy más arriba del presente. Y realmente creo que va a ser una noche que voy a disfrutar mucho. Y sé que Ale también.
Spuntone: Pero todo pasa tan rápido, que creo que vamos a tocar más lento para que los temas duren más. Quiero que no termine nunca.
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