Lali es gigante. Mide un metro y medio y su complexión física es pequeña, pero en el Antel Arena alterna entre el cuero negro, el dorado de las divas, el fucsia brillante y el latex rojo, y revolea una melena abundante con mechones como llamaradas de fuego, y baila con cada centímetro de su cuerpo y de su cara, y es, entonces, una bestia pop de dimensión insólitas.
Lali es presente. El fervor que se generó a su alrededor con Casi Ángeles, que para algunos venía encendido desde Chiquititas y para otros de Floricienta, y que en otros casos se prendió de la mano de Esperanza Mía, despegó en su entorno de fanáticos a partir de su lanzamiento solista. Pero algo pasó en el último año, y ese algo se llama "Disciplina", "Diva", "Como tú", "N5"; se llama sexo y energía. Se llama liberación.
De repente, la cantante y actriz argentina ofreció un grupo de nuevas canciones que ya no son pop urbano ni sonido de tendencia, que ya no tienen que ver con el discurso repetido en los hits de radio y listas de éxitos en streaming. De repente, con 30 años, Lali cambió el juego: de repente le dio a su generación una música de éxtasis y libertad que se recibió como la banda sonora perfecta para tiempos de cambio.
Ya no hay etiquetas, ya no hay límites, ya no hay censura: el cuerpo es una expresión libre y el contacto también, la sensualidad es más amor propio que herramienta de conquista; el otro importa pero, a la hora de definirnos, importa cada vez menos. Hoy bailamos por nosotros, para nosotros: Lali lo había empezado a decir en el disco Libra, pero en la era Disciplina lo grita a los cuatro vientos y del otro lado se siente como una bendición.
Lali es dinamita. Este sábado, llegó al Antel Arena de Montevideo para concretar un esperado regreso a la ciudad en la que, hasta ahora, solo había actuado como solista en el Teatro de Verano; y para presentar su Disciplina Tour o, como bromeó ayer, "Chape Tour". "Ya nadie sabe cómo se llama esto", dijo.
Es que la gira ha llamado la atención de la prensa y las redes por la cantidad de besos que se dan sobre el escenario. Lali se entrelaza con un bailarín y luego con una bailarina y luego otro y luego otra, pero en algunas paradas de la gira, ese gesto también involucró a sus amistades, a famosas e incluso a algún fan. En Uruguay, el beso más comentado se lo dio a la China Suárez, que hacia el final y por pedido del público, que la había visto llegar con sus hijos a uno de los palcos, subió brevemente al escenario.
Lali es carisma. Lo que genera es entusiasmo pero también es, en muchos casos, amor. Los gritos desesperados, las declaraciones constantes, el llanto que se pudo ver más de una vez entre la multitud (con "Ego", más que nada), los carteles simpáticos y más que nada el calor constante, fueron una manifestación de esas que las palabras no explican.
El momento más emotivo llegó con "Del otro lado", una de las pocas baladas de la noche. Entonces, acá y allá, en el campo y en las tribunas, entre las y los fans que se habían organizado previamente, surgieron un montón de hojas blancas en las que se leía: "Estamos del otro lado, pero siempre con vos". La argentina reparó en ellas y no pudo no conmoverse.
Pero Lali es, sobre todo, trabajo. Cantante correcta y potente, sabe perfectamente cuáles son sus capacidades vocales y utiliza esa conciencia para construir la mejor versión posible de este mundo de fantasía y de constancia. Ser la mejor artista pop de la región hoy tiene su costo, y ella lo paga con una entrega absoluta que la exhibe como una figura integral indiscutible. Durante más de dos horas, en escena despliega todo su arsenal de cantante, actriz y bailarina, como para que a nadie le puedan quedar dudas de por qué está donde está.
En Uruguay, por ejemplo, repitió "Soy" porque un problema técnico se la interrumpió y no estaba dispuesta a cantarla "a medias", dijo. Estrenó a capella unos versos de su próximo tema, "Dos son tres", por pedido de su audiencia, y luego confesó: "Estas cosas no se dicen, pero antes de salir tenía fiebre y estaba muy asustada. Peo no sé qué pasa, que el escenario es un bálsamo. Ustedes son un bálsamo".
Esa revelación llegó en los bises, el apartado para el que se guardó dos temas: "Boomerang", con el que cerró una noche formidable, y "Laligera", que acá hizo en versión tirando a rockera y en la que dice esto: "Desde cero, todo lo que tengo es mío desde cero. Nací con brillo pero sin dinero, para ganarme sola al mundo entero. Eso es lo que quiero".
Lali es corazón. Con eso construyó su propio imperio pop y con eso, hoy, está en la cima. El de Montevideo, lo dejó claro ayer, ya es terreno ganado.