Cuántas chances de cruzarse dos veces en la vida con un héroe personal. Pocas pero, a través de un Zoom, está John Lydon riéndose, tomándose una cerveza listo para charla con El País. Lydon, aún es conocido como Johnny Rotten, su nombre de guerra cuando era líder de Sex Pistols, con la que definió el concepto del punk.
La otra vez que El País charlócon él fue en 2016 en la previa de su show en La Trastienda con Public Image Ltd., su banda desde 1978 conocida cariñosamente como PIL. Esta vez la excusa es su presentación, el martes 7 de abril de 2026, en Sala del Museo, cuando volverá, en una escala de su This is Not the Last Tour, a actuar en Montevideo. Entradas en Redtickets.
Lydon, que es un muy simpático y ante cualquier cosa se mata de risa, volvió a conversar con el País.
—Hablamos en 2016 —no espero que lo recuerde— antes de su primer show en Uruguay. Dado lo extensas que son sus giras, ¿recuerda algo de los lugares que visita?
—Si me sentara a pensarlo, sí, pero así de entrada sería mucho pedir. No sé… Debo haber tocado para unos 20 millones de personas a lo largo de los años. Acabo de hacer una gira de charlas, que fue muy importante para reencontrarme con mis raíces en Gran Bretaña. Fueron 68 noches seguidas pero fue fascinante, porque la gente me recordaba temas y situaciones que yo había olvidado. Fue un curso de actualización. Y, definitivamente, lo que fluyó fue empatía. Después de la muerte reciente de mi esposa, necesitaba algo así. Y eso ayudó a que Public Image Limited volviera a reunirse como banda. Perdimos a uno de nuestros bateristas, pero ahora tenemos uno sensacional llamado Mark (Roberts), que es feroz. Me recuerda a Ginger Baker.
—¿En qué anda en estos días?
-Mañana tengo una operación de ojos porque tengo dos cataratas complicadas. Pero después de eso, estaremos en modo grabación. Estamos preparando el lanzamiento de un nuevo álbum para comienzos del próximo año. Y habrá un disco en vivo de nuestra última tanda de conciertos, cuya portada acabo de armar. Nunca paro de trabajar, y mi agenda para los próximos dos años será de estar ocupado, ocupado, ocupado.
—¿De dónde sacó esa ética de trabajo?
—Creo que de mi mamá y mi papá cuando era muy joven: “Ya sos lo suficientemente grande para ganar algo de dinero, pendejo, salí de la casa”. Y si alguna vez quería algo, siempre tuve esta actitud de agarrar cualquier trabajo: repartir diarios, repartir leche, lo que fuera. Así conseguí el dinero, de muy joven, para comprar la música que amaba y poder ir a tantos conciertos.
—Cuando hablamos hace nueve años la titulé “Héroe de la clase trabajadora”. ¿Cree que sigue siendo justo verlo así?
—Sí. En Gran Bretaña nunca te dejan cambiar de clase. El sistema de clases es tan rígido que no tiene que ver con cuánto dinero ganes. Te siguen mirando por encima del hombro porque tus pensamientos, tus filosofías y tus creencias no forman parte de su sistema estructurado.
—En una de las canciones de What the World Needs Now dice que que “lo que el mundo es ahora es otro fuck-off”. ¿Cree que algunos movimientos políticos actuales son básicamente un fuck-off popular?
—La canción debe tomarse con mucho humor. Porque demasiada gente hoy lleva sus creencias políticas a extremos que terminan en violencia y caos, y ahí no hay ninguna conclusión. Hay que auto-reflexionar. Y en el humor encontrás una humillación que te permite aprender. Mi lucha de vida siempre ha sido entender las cosas. No quiero ser solo un opinólogo. Quiero ganarme la verdad de la gente. Pero sé que es el camino más difícil. No debería serlo, pero ahí estamos.
—Usted fue uno de los grandes fuck-offs del arte del siglo XX. ¿Cree que el arte hoy puede ser un gran revulsivo contra el canon y contra el estado de las cosas?
-El arte siempre será relevante, pero no en manos del establishment y la burguesía, que lo convierten en máquinas de hacer dinero o en inversiones. Así se destruye la creatividad. Yo me muevo fuera de esa caja.
—Por ahí, refiriendo a los movimientos juveniles, dice que están siendo estúpidos otra vez...
-Sí, porque tengo que soportar ahora a estudiantes de izquierda muy autoindulgentes. No están dispuestos a compartir un punto de vista o debatir. Solo gritan y me vociferan radicalmente. Y mi respuesta inmediata es: “You’re being stupid again. Fuck off”. En mi cultura de clase trabajadora, usamos esas palabras todo el tiempo. Todo el tiempo. Es una forma corriente de conversar.
-Dijo una vez, corríjame si me equivoco, que Trump es los Sex Pistols de la política. Ese tipo de boutade suya ,¿cómo llega a la gente?
-(se ríe)
—Disfruta de esas cosas...
—Es que por más peligroso que pueda parecer para algunos, es hilarantemente cierto. Y así le quita el peligro.
—¿Es un chiste que, no sé, hace 30 años entendíamos, y ahora puede caer en la mentada cancelación?
-Todo lo que hice, todo lo que hago, es mi tipo de humor, mi tipo de gente. Así somos. Nos auto-despreciamos. Nos burlamos de nosotros mismos y de todos los demás. Y eso le quita la violencia. Es un elemento importantísimo. Por eso Gandhi es mi héroe político de todos los tiempos. Y nunca vi que se resolviera nada asesinando a otro ser humano: lo empeora y abre un mundo de vendettas. Ese ciclo continúa hacia el vacío. El odio es un subproducto fácilmente manipulable por parte de gente que no aprende a pensar por sí misma. Recurre inmediatamente al odio. Y ese es el arma que los gobiernos usan contra nosotros: divididos caeremos.
—La frase “la ira es una energía” parece más relevante que nunca...
—No me estoy sobre-elogiando, es como pienso, y era lo que la canción necesitaba. Gracias por pensar que sigue siendo relevante. La prensa británica me odiaba por eso. “¿Quién se cree que es?”, decían.
—¿Cómo será la experiencia en vivo del nuevo PIL con nuevo baterista?
—Nos dimos cuenta de que nos pasamos con la tecnología: demasiadas máquinas. Y logramos desmontar todo eso hasta dejarlo en su estado más crudo. Eran demasiados botones para girar.
—En su último disco y está cantando mejor que nunca. Su voz tiene una madurez, la misma ira.
—Es extraño que mi voz haya progresado con los años, cuando en la industria veo voces que se deterioran. Mi garganta es impenetrable.