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Gustavo Santaolalla y la vuelta de Bajofondo: "La victoria no es ganar, es no rendirse"

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Bajofondo. Foto: Difusión

ENTREVISTA

El músico y productor argentino, ganador de dos Oscar, vuelve a Uruguay con Bajofondo, el colectivo que el 9 de diciembre tocará en el Antel Arena

Gustavo Santaolalla cumplió 70 años en agosto, pero en vez de tomar la fecha redonda como una excusa para repasar el camino recorrido, prefirió mirar al futuro. La realidad es que el productor y músico argentino ya pasó por ese proceso años atrás, cuando inició la gira Desandando el camino, que quedó registrada en Raconto (2017), un excelente álbum grabado en Buenos Aires, donde ofrece nuevas versiones del repertorio que edificó como solista y junto a los grupos Arco Iris y Bajofondo.

Mientras dialoga con El País a través de Zoom, el argentino radicado en Estados Unidos —y ganador de dos Oscar—, se entusiasma al hablar de todos esos proyectos en los que trabajó durante la pandemia y que finalmente están viendo la luz. Uno es la banda sonora de Narcos: México, que esta semana fue la tercera serie más vista de Netflix en todo el mundo.

Pero ese es tan solo uno de los tantos trabajos que lo mantuvieron ocupado en el último tiempo. Antes de enumerarlos, hace una pausa y toma aire para lanzarlos de un tirón: la banda sonora de la serie animada de Netflix Maya y los tres —que incluye una canción grabada por Kali Uchis y compuesta por Paul Williams y Santaolalla—; el soundtrack de Finch, la película de acción protagonizada por Tom Hanks, y uno de los dos proyectos que creó para una de las instalaciones de la NASA en Cabo Cañaveral.

Hace una nueva pausa, respira y retoma la lista. Cuenta que en enero se estrenará The House, una serie de stop-motion para adultos que, además de su música incluye una canción compuesta junto a Jarvis Cocker, el líder de Pulp; que está trabajando en la banda sonora de la adaptación que HBO hará sobre el videojuego The Last Of Us, y que se está sumergiendo en una serie para ABC llamada Promised Land.

“Tengo unas cuantas cosas”, dice con una sonrisa mientras se rasca la barba canosa. “Y hay otras que se están cocinando”.

Entre ellas está la vuelta de Bajofondo a los escenarios. El jueves 9 de diciembre, el colectivo rioplatense llegará al Antel Arena para dar inicio a una breve gira que el sábado 11 pasará por el Enjoy de Punta del Este, y que continuará por Concepción del Uruguay y Buenos Aires.

Sobre el regreso del grupo que incluye a los uruguayos Juan Campodónico, Luciano Supervielle, Gabriel Casacuberta y Verónica Loza en sus filas, Santaolalla dialogó con El País.

—El show del Antel Arena marcará la vuelta de Bajofondo a los escenarios. ¿Qué te produce este reencuentro?

—Estoy supercontento porque Bajofondo es una cosa muy especial. Cada vez que nos juntamos a tocar es un motivo de celebración porque cada uno vive en un lugar distinto. Encima vamos a estar con el octeto de cuerdas, así que va a ser la banda más esa extensión. Estamos con mucha expectativa, esperando el regreso.

—Sobre el final de cada uno de sus recitales cantan “Olvidate”, donde aseguran que “hacen bailar hasta a los muertos”. ¿Cómo definirías la energía que transmiten en el escenario?

—Es algo muy recontra potente que nace de la combinación entre músicos uruguayos y argentinos, y ese intercambio produce una energía muy peculiar que es más especial que si fuéramos todos del mismo país.

—Desde su debut, Bajofondo Tango Club, hasta el EP Listo pa’ bailar, que grabaron con Natalia Oreiro, hay una enorme evolución de la propuesta. Ya no se trata de hacer tango electrónico. ¿Qué importancia tiene el cambio en el ADN del grupo?

—Lo que pasa es que nosotros no nos quedamos en la de repetir una fórmula. Hay algo que está buenísimo y que nos permitió hacer el disco Aura, que es que ya desarrollamos un lenguaje bajofondero; entonces cuando nos ponemos a improvisar tocamos nuestro estilo. Siempre empujamos cosas nuevas para no limitarnos. Por ejemplo, ahora estamos haciendo una colaboración con un trapero argentino que se llama Ysy A. Sale en enero y va a ser un trap con varias sorpresas, pero no te puedo decir nada más. Eso sí fue como saltar al vacío. Además, el año que viene vamos a trabajar en un nuevo álbum, porque tenemos cosas bastantes interesantes que van a dar que hablar.

—Ya que mencionaste a Aura, ese disco incluye la canción “Caminé”, que relaciono con tu postura ante la vida. “Remonté muchos partidos y acepté que en verdad lo esencial era jugar”, cantás. ¿Qué tanto te ves reflejado en esa letra?

—Bastante, por eso la escribí (se rie). “Caminé” surge por todas esas cosas que uno va juntando a través de la vida, y habla de que uno es hacedor de su destino a partir de las cosas en las que cree. También tiene que ver con los obstáculos con los que uno se enfrenta y con la onda de levantarse y seguir. Para mí la victoria no es ganar, es no rendirse.

—Y a lo largo de tu carrera has sorteado unos cuantos obstáculos y tuviste que empezar de cero. ¿Recordás alguno que te haya marcado?

—Sin dudas, lo de mudarme a Estados Unidos es uno. Después, hay cosas personales como haber terminado con una pareja y empezar una nueva relación. También haberme ido de Arco Iris, e incluso antes, haber dejado la casa de mis padres a los 18 años para ir a vivir a una comunidad por más de que ellos no apoyaran mi decisión. Todo el tiempo me encuentro con obstáculos. Hay temas que pasan por la edad y por cosas físicas, y eso implica arremangarse y ponerme a trabajar. Creo mucho en el poder del trabajo y de la dedicación, entonces “Caminé” habla de los lugares difíciles y de las caídas.

—De ahí viene la frase: “Resbalé y me desbarranqué, al lugar donde el alma no hace pie”...

—Exacto. He tenido momentos de bajones existenciales muy pero muy densos. Pero bueno, los hemos superado...

—¿Podrías describir alguno?

—Tengo algunos, pero son muy personales y prefiero no contarlos. Lo único que te puedo decir es que por eso escribí la canción: yo estuve ahí.

—Volvamos a la música. ¿Qué tan importante es el intercambio en tu obra?

—Es fundamental. Siempre lo busqué, y por eso empecé mi carrera con Arco Iris. Después, cuando inicié mi carrera como productor, lo hice con Aníbal Kerpel. Bajofondo es el ejemplo máximo de eso. Inclusive, en mis cosas solistas tengo a mi mano derecha, Javier Casalla. Si nos vamos al cine, esa es una tarea totalmente comunitaria porque no lo puede llevar adelante una sola persona. Lo interesante es darle el valor al intercambio, también para no creértela que la hacés toda vos. Cuando empecé a producir a otros artistas realmente pude valorizar la importancia del intercambio y de cómo la colaboración puede enriquecer una propuesta. Si creás una cosa más aislada, no es algo tan rico.

—¿Aprender a dejarle el protagonismo a otros es uno de los aspectos más valiosos de ser productor?

—Sí, es lo mismo que el silencio en la música. Tenés que saber que en un momento hay que abstraerse y dejar un silencio. Es algo que veo mucho cuando hago un trabajo por encargo para una serie: la gente opina solo porque cobra un sueldo. Si escuchás algo que está bien, entonces no digas nada; solo hay que opinar cuando algo se puede mejorar. Hay que saber cuándo intervenir y cuándo es le mejor momento para que fortifique. Igual, es todo un laburo psicológico...

Gustavo Santaolalla. Foto: Betsy Meza Moreno & Gime Gonzalez
Gustavo Santaolalla. Foto: Betsy Meza Moreno & Gime Gonzalez

—Imagino que esa renuncia empezó cuando te fuiste a vivir a una comunidad con el resto de Arco Iris...

—Sí, claro. Pero también viene de aprender, de equivocarse mucho y de aprender de los errores. Ahora me doy cuenta de que en la época en que empezamos a tocar, mientras estábamos en el secundario, yo era un tirano (se ríe). Los tenía cagando a los pibes porque los hacía ensayar sin parar y ellos no querían saber nada. Hoy en día me lo agradecen.

—¿Cómo es el trabajo en Bajofondo? Lograr que todo el colectivo apunte hacia un mismo lugar debe ser complicado.

—Lo que pasa es que hay un gran respeto por el otro, y todos tenemos una gran claridad del lugar que cada uno ocupa en la cancha. Eso es re importante, porque cuando todos quieren meter goles o ir al arco, la cosa no va.

—Además de la gira que arranca en el Antel Arena, estás al frente de todos esos proyectos para bandas sonoras de películas y series. ¿Qué te motiva en este momento de tu vida?

—El hecho de estar vivo en este mundo tan extraño, tan especial y tan difícil de entender. También la tremenda curiosidad que tengo sobre todos los misterios relacionados con la vida. Además me alegra el hecho de ver cómo vienen las nuevas generaciones. Tengo dos nietas divinas, que me hacen ver cómo la vida continúa y cómo nos eternizamos a través de nuestros hijos y nietos. En resumen, la vida me motiva todos los días.

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