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Es un prodigio del violín, superó tragedia y llega por primera vez a Montevideo para tocar junto a la Ossodre

Rachel Barton Pine se presenta este sábado a las 20.00 en el Auditorio Adela Reta en el concierto "Cuadros de una exposición". Antes de la fecha, compartió su historia con El País.

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Rachel Barton.
La violinista Rachel Barton.
Foto: Difusión

A la lista de destacados violinistas que han visitado Uruguay hay que sumar, ahora, a Rachel Barton Pine. Se presenta mañana a las 20.00 en el Auditorio Adela Reta para acompañar a la Ossodre en el concierto Cuadros de una exposición. Entradas por Tickantel desde 100 pesos.

Niña prodigio en una familia humilde de Chicago, a los 10 años ya se presentó junto a la Orquesta Sinfónica de Chicago. Desde entonces no ha parado de tocar con las grandes orquestas de todo el mundo. Ganó todo los premios posibles.

No la detuvo ni siquiera el accidente en el metro de Chicago, en 1995, por el que perdió una pierna y que la dejó dos años sin tocar. El maestro Daniel Barenboim organizó un concierto para financiar su convalecencia.

—¿Es verdad que se accidentó por intentar salvar su violín?

—Esa es una leyenda urbana. No hubo ningún violín involucrado. Fue en un tren en los suburbios de Chicago que con las puertas atrapó a varias personas. No pude liberarme y terminé arrastrada varios metros. Por suerte no hubo lesiones en mi brazo ni mano y pude volver a tocar al tiempo.

Llega a Uruguay para interpretar el “Concierto para violín N°2” de Serguei Prokofiev y “Cuadros de una exposición” de Modest Mussorgsky con orquestación de Ravel. Conocía el país gracias al maestro José Serebrier, quien la dirigió hace años, y tiene pensado visitar una tanguería. “Quiero escuchar tango”, dice a El País. “No en un gran escenario como si fuera una presentación, sino en algún club donde los músicos se colocan en un rincón y las personas bailan”.

Su pasión le ha permitido viajar y presentarse en los mayores escenarios del mundo. “Siento que el propósito de la música es elevar el espíritu de la gente y nutrir sus almas. No es para mostrarme, es música para inspirar. Es un don que te dieron y es una responsabilidad compartirlo con los espectadores. Esa es la actitud que siempre he tenido”, dice. Por eso un día puede presentarse para 15.000 personas, y al día siguiente en un refugio para indigentes. “Es lo mismo, es el mismo acto de compartir música sin importar dónde te encuentras”.

—¿Cómo es crecer sabiendo que es una prodigio?

—Yo quería ser un una gran artista. Siempre quise aprender más de interpretación, repertorio, así que amo el que haya encontrado mi pasión siendo muy niña. Nunca me tuve que preocupar pensando qué voy a hacer cuando sea grande. Y mientras más rápido puedas avanzar, antes comienzas a divertirte.

—¿Cómo se mantiene a la familia unida con tanto viaje?

—Mi esposo siempre viaja con nosotros. Él hace cosas con la computadora así que anda con su laptop y trabaja desde cualquier parte del mundo. Ha viajado conmigo desde 1996. Nuestra hija ha viajado con nosotros desde que tiene tres semanas, así que siempre estamos juntos. En ese sentido tengo mucha suerte porque hay muchos artistas que están solos y se comunican con sus familias por llamadas. Nosotros podemos viajar juntos, eso es muy lindo.

—¿Cómo se consigue transmitir emociones a través de la música?

— Hay algo muy especial en la música instrumental. Solo escuchas las melodías, las armonías, los ritmos. Dos personas que escuchan la misma pieza pueden tener dos sentimientos distintos. Por eso para el que lo interpreta son dos trabajos. Por un lado tienes que saber cuál es la personalidad del compositor; a uno reciente le puedes escribir, pero para los históricos hay que hacer una investigación y leer mucho para entender cómo era su lenguaje musical, cómo se supone que tienes que tocar la pieza, cuál era su intención. Pero también tienes que aportar tu personalidad y tus instintos a la interpretación para, de alguna manera, generar una colaboración entre el compositor y el intérprete que se sienta como algo real. Por eso en cada momento del concierto sientes diferentes emociones. La idea es compartir esas emociones con la audiencia, como un actor hace en el escenario. Es cantar y contar una historia pero sin palabras.

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