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Un buen lugar para hacer cosas

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Peyote Asesino se reunió en la Trastienda en formato acústico. Foto: A. Colmegna

Peyote Asesino, la banda que marcó el rock uruguayo en la década de 1990, toca jueves y viernes en el Teatro de Verano.

El año pasado, Fernando Santullo abrió un show de La Vela Puerca en el Luna Park con su proyecto solista, que se llama Santullo a secas (este fin de semana estuvo sonando en vivo en el bar Tinkal). Antes de salir a tocar, en el backstage, se puso a hablar con el baterista Pepe Canedo y en un momento se encontraron preguntándose, mutuamente, si no estaría bueno juntar a Peyote Asesino otra vez.

Pensar en juntar a Peyote los obligó, como en 2009 (cuando tocaron en el Pilsen Rock y en el Teatro de Verano, con entradas agotadas dos veces) y como seguramente le pase a cualquier banda que se volvió grande y que pasó demasiado tiempo distanciada, a hacerse muchas preguntas internas.

¿La otra vez cómo estuvo? ¿Estuvo bueno? ¿Pasamos bárbaro? ¿Disfrutamos arriba del escenario? Juan Campodónico, Santullo, Canedo, Daniel Benia y Carlos Casacuberta se sometían al mismo interrogatorio y la respuesta era siempre la misma: sí. Sí a cada pregunta. ¿Entonces por qué no volver?

Fernando Santullo aclara, en diálogo con El País antes de que el resto de la banda llegue para poder empezar el ensayo, en una gélida mañana montevideana, que esto no es una "reactivación" en plan: vamos a tocar, a salir de gira, a sacar un disco. Es lo de siempre: juntarse porque saben que les encanta.

Peyote Asesino está acá, pronto para tocar este jueves y viernes desde las 21:00 en el Teatro de Verano con equipo renovado, porque el cantante y guitarrista Carlos Casacuberta está con algunos problemas de salud (de hecho, el primer recital se había fijado para el 29 de abril y se postergó por él). Aún está en duda su participación, por lo que se sumó Matías Rada en guitarra —en teclados estará Bruno Tortorella y no Luciano Supervielle—, y habrá invitados colaborando con Santullo en el trabajo de voces (ver recuadro).

No es una reactivación, dice Santullo, pero Peyote tiene ganas de hacer cosas nuevas. Componer algún tema, quizás, sin demasiadas pretensiones y sin plantearse grandes metas. "Peyote es un lugar lindo para hacer cosas", piensa Santullo.

Hacer cosas.

Peyote Asesino empezó a agitar la escena en 1994, cuando un grupo de veinteañeros con mucha música escuchada y tocada, decidió armar una banda diferente. "Cuando llegué de México en el ochenta y pico, me partieron la cabeza Jaime, Cabrera, Galemire, y toda esa influencia, si bien no estaba totalmente reflejada en nuestra música, estaba el conocimiento de que eso existía", cuenta Santullo. Para él, Peyote fue su primera banda; Benia había tenido un par de proyectos, Campodónico y Canedo también, pero además habían tocado mucho en fiestas, y Casacuberta "era el guitarrista de todos los asados en México".

Parecen "pavadas", dice Santullo, pero todo eso les permitió fertilizar el terreno para salir al mercado con un disco, Peyote Asesino, y una propuesta que sacudió el ambiente en su momento. Y que, curiosamente, 20 años después, le sigue dando cierto movimiento.

En 1994 en el rock uruguayo no pasaba mucho. La ola posdictadura ya había quedado atrás, bandas como Níquel o La Tabaré conservaban su espacio y, eso sí, Cuarteto de Nos lanzaba Otra Navidad en las trincheras y se consolidaba como una banda popular en el país.

Mientras surgían grupos que se convertirían en fundamentales (No Te Va Gustar, La Vela Puerca o Buenos Muchachos), Peyote mostraba su primer conjunto de canciones y dejaba a todos con la boca abierta. Eso, que era lo que sonaba en Estados Unidos, acá era una novedad. Además las canciones tenían malas palabras, muchas referencias al cine, la literatura y otras cosas musicales, dinámica y un poder irrefutable.

De a poco empezó a formarse un público, en general más joven que los integrantes de la banda, que fue llevando al Peyote a un lugar de relativa importancia en el circuito. Todo se potenciaría unos años después con Terraja, un álbum bisagra en el rock local.

—Terraja es una referencia para las bandas uruguayas que vinieron después, o que surgieron por esa fecha, y conserva un buen sonido hasta ahora. ¿Cómo se llegó a eso?

—Terraja fue un disco con unas posibilidades técnicas insólitas para América Latina. Peyote estuvo dos meses instalado en Los Angeles, fuimos a grabar a Can Am Recorders, donde se grabó el Appetite for Destruction de Guns N Roses, todos los discos de hip hop de Snoop Doggy Dogg y Dr. Dre, y eso cuesta una guita loca. Éramos una banda que venía tocando mucho, ensayamos un montón ese disco; con un productor como Gustavo Santaolalla que sabía cómo potenciarnos, con un ingeniero de sonido salado que era Tony Peluso (guitarrista de Carpenters). Fue una conjunción de cosas con una banda en la que éramos todos eficientes sin ser virtuosos. De ahí para acá jamás las discográficas volvieron a invertir tanta plata en un disco.

Fernando Santullo en el regreso de la banda en 2009. Foto: Archivo El País
Fernando Santullo en el regreso de la banda en 2009. Foto: Archivo El País

De nuevo.

A pocos meses de haber editado Terraja y haber causado impacto en la región, Peyote asesino se separó. No hubo peleas, aseguran los músicos: hubo desgaste. El proyecto de Terraja fue tan ambicioso y le dedicaron tanto esfuerzo físico y mental (con jornadas de ensayos de ocho horas, demasiado frecuentes), que no hubo manera de seguir adelante.

"La sensación que tenía antes era que no habíamos terminado de afirmar un pie cuando ya estábamos poniendo el otro en un escalón que ni sabíamos cuál era", dice ahora Santullo, y espera que sus compañeros lleguen al ensayo mientras en otra habitación de la sala, Rada y Benia charlan de la vida.

La noche anterior a esta entrevista Pepe Canedo tocó con Patricia Ligia las canciones de Guanaco, un disco fruto de un proyecto personal, y todos lo fueron a ver. Campodónico también se dio una vuelta por el show de Traidores, otra vieja banda que está de vuelta. Todos trasnocharon, y por eso este ensayo se fue retrasando.

Ahora todos tienen una actividad puntual, y por eso Peyote es un lugar "lindo" en el que encontrarse sin presiones. En 20 años la historia cambió, pero el goce sigue siendo el mismo.

"Peyote siempre fue una banda que dio vueltas por todo, pero termina ganando la música. Cuando nos metemos en la sala contás cuatro y listo; Pepe el otro día lo definía: es una banda que tiene memoria musical. Está bueno tocar con una banda con la que te gozás, y son canciones que tampoco nos aburrimos de tocar porque sacamos el Terraja y a los cinco meses nos habíamos separado. También para nosotros las canciones tienen una cosa novedosa", dice Santullo.

La otra novedad es enfrentarse a un público que, en general, nunca vio a Peyote en vivo. Eso les pasó en 2009, cuando se enfrentaron a una masa que tenía menos de 30 años y que no sólo se sabía los estribillos, como pasaba en la época activa de Peyote: el público se sabía las canciones de dos discos que, hasta ese momento, estaban descatalogados. En 2009 Peyote Asesino volvió a las disquerías, Terraja aún no.

—¿Te preguntás por qué la banda, con cinco años de actividad y dos discos editados, perduró tanto y trascendió tantas generaciones?

—Hay varios factores. Peyote terminó rápido y no le dio tiempo de hacer discos horribles, que todo el mundo diga: "che, se vendieron". Como nos morimos rápido, quedó un cadáver hermoso. Lo segundo es que efectivamente las canciones, de esa manera medio impresionista, a través de esos relámpagos musicales y letrísticos, siguen hablándole a la gente y diciendo algo transgresor, que por lo menos te conecta con cierta inconformidad. Las letras siguen interpelando.

Volver.

Cuando el año pasado el quinteto empezó a hablar de otra vuelta, sin motivo aparente, surgió la idea de entrar a una sala y ver si aparecía alguna canción. No hubo tan tiempo para dedicarle a la composición de cara a los Teatros de Verano, aunque Santullo adelanta que de una improvisación surgió un mashup entre un tema de Peyote y "otra cosa que no te voy a decir", y apareció algo "demencial" al estilo Peyote, ese estilo que para los ortodoxos podría resultar terrible, asegura. "Ideas hay tres o cuatro, no para hacer un disco ni mucho menos, pero sí para que un par terminen siendo temas nuevos de Peyote", avisa quien alguna vez fue L. Mental, y por dos noches volverá a serlo.

—Hay artistas que dicen que los discos no se terminan, se abandonan. ¿Con el proyecto de Peyote pasó eso?

—Abandonamos Peyote. Ni siquiera hubo una pelea, todo el proceso de trabajo hacia Terraja fue tan largo que dijimos: vamos a parar un poco por acá. Y ese poco fueron 10 años.

Un disco que no se puede conseguir.

Con la vuelta en 2009, el disco Peyote Asesino, que hasta entonces no estaba a la venta, volvió al catálogo de las disquerías. Sin embargo, Terraja sigue estando descatalogado y apenas se lo puede encontrar completo en YouTube, donde en tres años consiguió más de 70.000 reproducciones. Terraja se editó a través de un emprendimiento conjunto de Santaolalla, Surco y Universal; y cuando Santaolalla cerró Surco, ese material quedó en el archivo de Universal. Peyote fantasea con reeditar este disco en vinilo, y está pendiente.

Show doble y con invitados.

Este jueves y viernes, siempre a partir de las 21:00, Peyote Asesino celebrará su nuevo regreso en el Teatro de Verano, el lugar donde tocaron por última vez en 2009. Estarán todas las canciones conocidas, y seguramente alguna perlita. Quedan pocas entradas en venta en Red UTS, Redpagos y Tienda Inglesa, a 600 y 760 pesos.

Matías Rada en guitarra y Bruno Tortorella en teclados acompañarán a la banda, que aún no sabe si contará o no con Carlos Casacuberta. Está prevista la participación de algunos invitados, que rapearán con Santullo cuando sea necesario, ya que esa es tarea de dos.

OTROS PROYECTOS PARALELOS.

Santullo - Fernando Santullo.

Desde mediados de la década de 2000 existe Santullo, un proyecto solista con el que el músico ya editó dos discos de estudio, Bajofondo presenta Santullo y El mar sin miedo. También publicó uno en vivo, Volumen 2 - Canciones del futuro reciente.

Campo + Bajofondo - Juan CampodóNico.

Productor siempre cargado de trabajo, Campodónico fundó Bajofondo junto a Gustavo Santaolalla, y están en planes de nuevo disco. Además está al frente de Campo, un colectivo artístico innovador en la escena uruguaya contemporánea.

La Vela Puerca + Guanaco - Pepe Canedo.

Baterista de La Vela Puerca hace años, en 2015 Pepe Canedo editó junto a su pareja, la bajista Patricia Ligia, el disco instrumental y experimental Guanaco, que han comenzado a presentar en distintas salas locales. Son composiciones suyas.

Carlos Casacuberta - Carlos Casacuberta.

También productor, el guitarrista emprendió un camino de cantautor que ya tuvo como fruto dos discos solistas, muy espaciados en el tiempo. El primero se llama Carlos y es de 2005, y el segundo es Naturaleza, que apareció recién en 2013.

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Peyote Asesino se reunió en la Trastienda en formato acústico. Foto: A. Colmegna

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