OBITUARIO

Piero Gamba, el pianista y director de orquesta que tuvo un fuerte vínculo con Uruguay murió el domingo a los 85 años. Su fallecimiento, ocurrido en Nueva York, fue anunciado por sus hijos en sus redes sociales.

Como una muestra de cariño y un testimonio del largo vínculo del país con el maestro Piero Gamba, muchos uruguayos siempre se han referido a él como Pierino, el diminutivo con el que se lo conoció, siendo niño, en su primera visita en 1950. Allí realizó seis presentaciones en el Teatro Artigas y seis en el Teatro Solís y se convirtió en una estrella.

A esa altura ya tenía cinco años de carrera: en 1945 a los 9 había dirigido la Quinta Sinfonía de Beethoven al frente de la Orquesta de la Ópera de Roma. Fue lo que se considera un niño prodigio, una circunstancia que dijo haberla vivido con normalidad.

Desde entonces, su relación con Uruguay se mantuvo estrecha y en julio de 2016 en el Auditorio Adela Reta festejó sus 70 años de carrera con la Orquesta Sinfónica de Audem (la Asociación Uruguay de Músicos), de la que era director honorario desde 1950.

Previo al concierto, Gamba había hablado de aquel primer encuentro con Uruguay con El País. “El presidente Batlle Berres me honró entonces, otorgándome el pasaporte uruguayo”, dijo entonces, el maestro. “Recuerdo todo claro, parece que fue ayer: los músicos, la cálida recepción del público, el hotel donde me quedaba. Ahora tendré a los nietos de ese público, pero en Uruguay sigue habiendo una gran afición musical”.

En 2017 dirigió una elogiadísima Novena Sinfonía de Beethoven con la Ossodre en el Teatro de Verano.

El pianista Enrique Graf tocó con el maestro Gamba el concierto de Edvard Grieg con la Orquesta Filarmónica de Montevideo en 2018, y considera la experiencia como una de las mejores de su vida. “Un gran músico y una gran persona”, le dice Graf a El País. “De los directores con los que he tocado, uno de los más gentiles y más caballerosy con un gran sentido del humor. Un maestro que hizo mucho por Uruguay y al que todos los músicos de acá lo adoran.”

Graf, un uruguayo con larga trayectoria internacional, define el estilo de Gamba como “muy fácil de entender: directo, sin vueltas y a la vez muy expresivo”.

Gamba, quien vivió en Punta del Este, fue el director musical de la Orquesta Sinfónica del Sodre entre 1994 y 1995 y entre 2001 y 2004. Fue, además, director de las orquestas sinfónicas de Winnipeg entre 1971 y 1980 y de la Adelaide Symphony Orchestra de Australia entre 1983 y 1986. Grabó, por ejemplo, 17 obras con el tenor Luciano Pavarotti.

Aunque nacido en Roma (en setiembre de 1936), Gamba vivía en Nueva York, “una ciudad única, por las personas que la habitan, por la potencia que tiene”, le dijo alguna vez a El País. En esa misma charla confesó la incomodidad que sentía con su país natal (“luego de haber estado en el exterior 20 años, volví a Italia, y me sentí totalmente fuera de mi mundo”) y reconocía que su disciplina no era “italiana”: es disciplina”. Se decía, también, “descendiente del imperio”, mitad en broma, mitad en serio.

“Hubo un antes y un después del maestro Gamba en la música académica nacional”, dice el director del Coro Nacional del Sodre, Esteban Louise, uno de los primeros en lamentar su muerte en redes. “Se hacían largas filas para ver sus conciertos”.

También destaca su buen humor y su don de gente. “Me quedó grabado su calidez y sus ojos chispeantes de niño”, dice Louise quien trabajó con él, como director del Coro Nacional en la Novena Sinfonía de Beethoven.

“Yo he actuado en 36 países, pero solo un presidente me dio el pasaporte de su país, y ese fue Batlle Berres”, dijo certificando su sentimiento hacia Uruguay. Un vínculo cariñoso y recíproco.

Hoy el maestro Gamba se convirtió leyenda, dice Louise. Y vaya si tiene razón.