Magdalena Duhagón con su guitarrra

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Hugo GarcÍa Robles

El Uruguay posee algunas líneas de ejecutantes virtuosos en determinados instrumentos, por causas bien concretas y explicables. Sin entrar ahora en ellas, se puede afirmar que los pianistas y guitarristas que el país ha formado logran, muy a menudo, carreras internacionales reconocidas. En el caso del piano, podríamos mencionar en el pasado a Hugo Balzo y Homero Francesc, mientras que en la actualidad tanto Élida Gencarelli como Raquel Boldorini son buenos ejemplos de lo afirmado. En lo que se refiere a la guitarra el prestigio de Agustín Carlevaro y la gloria actual de Eduardo Fernández sintetizan la existencia de una escuela uruguaya del instrumento.

En consecuencia la joven Magdalena Duhagon que esta noche ofrecerá un recital en el teatro El Galpón, regresa a su país nativo desde los Estados Unidos donde reside, vestida con las galas de una carrera internacional. Ha actuado en numerosas salas de primer orden en todo el mundo, lo cual incluye tanto París, Berlín o Varsovia como Praga, Alejandría, El Cairo o Beirut.

Ha grabado además, con otros instrumentistas, un disco compacto del sello Middle que permite disfrutar de su musicalidad en un amplio abanico de autores que pertenece al orden tradicional del instrumento como Fernando Sor o bien otros que -como Gnatalli, Savio o Piazzolla- incursionan desde la ribera popular hacia música que ya pertenece al ámbito de la llamada música culta, nombre inapropiado pero en uso.

En este CD la guitarrista hace gala de una solvencia técnica irreprochable pero sabe además respetar el espíritu y estilo del Batucada de Savio o la tersa melodía de la Cantilena de la Bachiana Nº 5 de Villa - Lobos. En más de una de las interpretaciones del disco aludido Magdalena Duhagon es acompañada en flauta por Pablo Somma. Berta Rojas en guitarra y en disposición de cuarteto con la citada en último término, más Néstor Ausqui y Marcelo Cornut, todos en el mismo instrumento de cuerdas pulsadas.

La riqueza de la guitarra puede medirse en la espléndida versión de la suite de Carmen de Bizet, en sus dos números Habanera y Aragonesa.

Por su parte, la fantasía de Sor permite al dúo de Magdalena-Rojas un lucimiento especial. En síntesis un registro que merece ser escuchado con atención placentera.

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