La escritora que rescata la historia de Chile, se convirtió en best seller y llega por primera vez a Uruguay

La chilena Francisca Solar llega por primera vez a Uruguay y se presenta en la Feria Internacional del Libro con sus novelas históricas: "El buzón de las impuras" y "Los últimos días de Clayton & Co.".

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Francisca Solar.
Francisca Solar.
Foto: Difusión.

Francisca Solar, la escritora chilena que se presenta hoy, a las 19.00 en la sala Dorada en el marco de la Feria del Libro, dice que nunca vino a Uruguay, ni siquiera como turista.

Llega para una presentación doble, su anterior novela, El buzón de las impuras, y Los últimos días de Clayton & Co., que se publicó a inicios de mes. Ambas comparten una raíz histórica sobre la que Solar, periodista con posgrados en Criminología y Psicología forense, construye sus libros donde muestra la vida de las mujeres de esas épocas.

El año pasado, El buzón de las impuras, novela histórica sobre el incendio en una iglesia de Santiago de Chile que costó la vida de 2.000 mujeres en la década de 1860, se convirtió en un fenómeno. “En Chile ya lleva 66 semanas en el ranking de los más vendidos. Es una absoluta locura”, dice Solar vía Zoom con El País.

Esa novela, además, generó un movimiento y proyectos de ley para resignificar el lugar donde ocurrió la tragedia. “Vamos a modificar el decreto de ley que identificó el cementerio general de Santiago como patrimonio, para incluir los jardines del exCongreso Nacional, donde estaba la iglesia porque contiene los restos orgánicos de las víctimas de La compañía”, dice Solar.

Portada del libro "El buzón de las impuras" de Francisca Solar.
Portada del libro "El buzón de las impuras" de Francisca Solar.
Foto: Difusión.

“Me interesa proteger esos espacios y ojalá se pueda construir algún memorial para las víctimas de La compañía”, dice.

Clayton & Co.

Su nueva novela, Los últimos días de Clayton & Co., se centra en un tema muy peculiar: fotos mortuorias. Solar dice que llegó a esa idea hace muchos años, después de ver en el cine Los otros, thriller sobrenatural que protagonizó Nicole Kidman. Allí descubrió que existía la fotografía mortuoria.

Luego de una larga carrera en literatura infantil y juvenil, cuando le surgió la posibilidad de escribir su primera novela adulta, su editor le pregunta sobre qué quería escribir, y se acordó de esa película. “Le dije: quiero escribir de fotografía mortuoria”, comenta entre risas. “Es fascinante porque se puede analizar desde muchas aristas. Es una representación muy vívida de las creencias y de la vida diaria de la sociedad de la época”.

Portada del libro "Los últimos días de Clayton & Co."
Portada del libro "Los últimos días de Clayton & Co."
Foto: Difusión.

—¿Qué le interesó de la fotografía mortuoria para escribir una novela sobre el tema?
—Me interesaba contar cómo funcionaba un estudio de fotografía mortuoria, y contar con mucho detalle y siendo muy gráfica, cómo se producían esas fotografías que no eran accesibles para todo el mundo. También la parte más “terrorífica”, la manipulación de los cadáveres, porque, en esencia, la fotografía mortuoria siempre busca el mismo objetivo: que la persona fallecida luzca viva. Para eso se requería manipular al cadáver de formas grotescas, quebrar huesos, coser, pegar párpados. Y eso se consideraba un arte, porque a fines del siglo XIX, no tenía la impronta morbosa o tabú que podríamos creer con ojos de 2025. La sociedad del siglo XIX tenía una concepción de la muerte y del tratamiento de los fallecidos muy diferente a la que tenemos hoy en día. Hoy no se nos ocurriría hacer algo como eso. Lo encontraríamos deshonroso, de poco tacto, además va contra toda norma higiénica y sanitaria.

—La novela se desarrolla en Atlas. ¿Es un lugar real?
—En Chile existe la Villa Alemana, cerca de Valparaíso, el puerto principal de Chile. En la novela me baso en la historia de la fundación de Villa Alemana que fue un terreno loteado por un italiano, para extranjeros. A mediados de siglo XIX en Valparaíso se hablaba más en inglés que español porque fue un periodo de inmigración muy fuerte. El nombre Atlas es la parte ficticia, pero en ese terreno convivieron 15 nacionalidades distintas, casi no se hablaba español y prácticamente no había chilenos. Hoy se llama Villa Alemana porque los inmigrantes se empezaron a ir y quedaron los alemanes.

—¿Y Clayton & Co. existió?
—No, eso es ficticio. Esos estudios existieron, pero no había en cada pueblo. Es un tipo de fotografía muy difícil de hacer, requería un gran nivel técnico y de producción, y era muy caro. Además se desarrollaron en un período corto de tiempo porque fue una práctica que desapareció a inicios del siglo XX. Hubo varios estudios icónicos en Estados Unidos, España, Inglaterra y Rusia. Entonces yo utilizo la información que existe de esos estudios y cómo se comportan, y armé uno ficticio en Chile. El ejercicio que hago como novelista histórica, es qué tendría que haber ocurrido y cómo habría funcionado un estudio especializado en fotografía mortuoria en Chile a fines del siglo XIX. Eso lo cruzo con que ocurría en la sociedad de esa época.

—La trama tiene tres mujeres protagonistas, todas a su manera, tienen poder en una época donde no eran más que objetos.
—Sí, quería que mis protagonistas fueran mujeres que transmitieran, de la forma más rigurosa posible, cómo se vivía el poder desde lo femenino. En un periodo donde las mujeres son objetos y no tienen derecho a nada, no pueden trabajar ni recibir un sueldo, igual se las arreglaban para tener pequeños espacios de poder. Tenemos a Abigail, que era una medium. La marquesa que es una mujer sin dinero pero con título nobiliario, y tenemos a Sor Paula, que es una mujer dentro de una institución tremendamente misógina y restrictiva como la Iglesia Católica. Y sin embargo, es una mujer con poder y lo usa.

Francisca Solar.
Francisca Solar.
Foto: Difusión.

—La novela también habla de médiums. ¿Qué te interesó de ese tema?
—Se solían contratar a mediums a fines del siglo XIX, sobre todo en los círculos de élite, las grandes familias, los diplomáticos y aristócratas, como parte del show en las tertulias. Y el invocar a los muertos era un entretenimiento de la aristocracia durante esa época. Y las mediums eran muy populares, salían en revistas, y ese interés de la sociedad por lo oculto, por lo misterioso, lo conecto al trabajo de la fotografía mortuoria en la figura de Abigail. Ella es una adolescente, tiene 14 años y es la que maneja la cámara de fuelle para sacar las fotografías en el estudio liderado por su esposo que era 35 años mayor, algo muy naturalizado en la época. Y ella no solo saca la fotografía, no solo se encarga de la parte técnica, además de revelar las fotos, tiene una conexión con la persona fallecida que acaba de fotografiar. Así que Abigail Clayton es un personaje ficticio, pero para poder crearla, estudié a todas las mediums de la época, que no eran pocas. Eran muy populares, ganaban mucho dinero porque los aristócratas les pagaban muy bien por participar en las tertulias, por ser intermediarias con los espíritus y hacerle preguntas a los muertos y a sus antepasados.

—En ese contexto se destacan dos personajes de la novela, la Marquesa y Sor Paula.
—Sor Paula es un personaje ficticio, pero está inspirada en la temática del poder. Uno podría decir que no había ningún espacio para las mujeres. Y uno de esos espacios donde había excepciones era en el aspecto del espiritismo, las mediums, que eran mujeres. Ellas tenían muchísimo poder porque eran muy demandadas. Se les pagaba mucho dinero por participar en las tertulias, se las consideraba seres divinos, inalcanzables. Eso me llevó a pensar, ¿dónde había mujeres que también ejercían poder? Las mujeres con título nobiliario, que si bien no podían administrar su fortuna como tal, solo por el hecho de tener un título nobiliario, las personas las trataban diferente y toman otro tipo de decisiones. Y en ese espacio también está Sol Paula. La caracterizo como una Carmelita Descalza y es madre maestra. Las madres maestras es rol que se nos olvida que existe, pero eran muy poderosas. No era una madre superiora, pero las eran las encargadas de formar a las novicias. Así que tenían muchísimo poder, porque lo que decían era lo que las novicias tenían que hacer. Y sor Paula Ferrari es una mujer bastante vanguardista. Tiene una visión moderna de cómo se debería vivir la religión y lo ecuménico, y tiene una personalidad y carácter muy fuerte.

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