Un director que conoció los fantasmas y la soledad del hombre moderno en tres películas esenciales

Cinemateca Uruguaya presenta un ciclo con “La trilogía de la ausencia de Dios” del premiado director sueco Ingmar Bergman. El mismo comienza hoy y se extiende hasta el jueves.

Ingmar Bergman. Foto: AFP
Ingmar Bergman.
Foto: AFP.

Entre 1961 y 1963, el sueco Ingmar Bergman rodó tres películas que terminaron agrupadas bajo el nombre de la “trilogía de la ausencia de Dios”. La integran Detrás de un vidrio oscuro, Luz de invierno y El silencio. Van desde hoy, en orden, hasta el jueves en Cinemateca Uruguaya.

“Estas tres películas tratan sobre la reducción: Detrás de un vidrio oscuro - la certeza conquistada. Luz de invierno - la certeza penetrada. El silencio - el silencio de Dios - la huella negativa. Por lo tanto, constituyen una trilogía”, escribieron el propio Bergman y su colega y amigo Vilgot Sjöman en la edición en un solo libro de los tres guiones.

En su libro Imágenes, sin embargo, Bergman desestima ese entusiasmo: “Hoy siento que la ‘trilogía’ no tiene ni rima ni razón. Fue una Schnaps-Idee, como dicen los bávaros, lo que significa que es una idea encontrada en el fondo de un vaso de alcohol, que no siempre se sostiene cuando se examina a la luz sobria del día”.

Más allá de eso, es canónicamente aceptado pensarlas como un tríptico que resume uno de sus temas centrales: la fragilidad de la fe como herramienta para entender y enfrentar el vacío espiritual de su época. Es puro existencialismo.

También hay una unidad estilística: la fotografía en blanco y negro del habitual compinche, Sven Nykvist, que aprovecha la austeridad exterior que refleja interioridades de los personajes. Transcurren en una intemperie moral absoluta.

Además están protagonizadas por algunos nombres conocidos de la troupe bergmaniana: Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Gunnel Lindblom, Ingrid Thulin y Max Von Sydow.

Pocos artistas han conseguido una sucesión de obras maestras en tanto tiempo: la trilogía abarca tres años de una carrera que duró medio siglo e incluye películas, obras de teatro y libros. Además fue una de las grandes figuras culturales de su época.

Un corpus básico de su obra debería incluir, además de la trilogía que presenta Cinemateca Uruguaya, El séptimo sello, Cuando huye el día, Persona, La hora del lobo, Gritos y susurros, Escenas de la vida conyugal, Sonata de otoño y Fanny y Alexander.

Max Von Sydow en la película "El séptimo sello" de Ingmar Bergman. Foto: Difusión
Max von Sydow en la película "El séptimo sello" de Ingmar Bergman. Foto: Archivo.

¿Y dónde está Dios?

Detrás de un vidrio oscuro, filmada en la isla de Faro que luego se volvería el hogar del director y actualmente alberga su museo, ganó el Oscar a la mejor película extranjera. De vacaciones en una isla remota, una familia lidia con la esquizofrenia de la hija (Andersson) acompañada por su padre (Björnstrand), su esposo (Von Sydow) y su hermano menor (Lars Passgård). La película “presenta una visión implacable del casi desmoronamiento de una familia y de una psique torturada, aún más atormentada por la intangibilidad de la presencia de Dios”, según el texto que acompaña su edición en colección Criterion.

En Luz de invierno, un pastor luterano (Björnstrand) empieza a dudar de su fe, incapaz de reconfortar a sus fieles en plena Guerra Fría: uno de sus feligreses se suicida, incapaz de aceptar que los chinos hayan desarrollado una bomba atómica.

Finalmente, El silencio radicaliza el planteo: dos hermanas (Thulin y Lindblom) y un niño habitan un hotel fantasmal en una ciudad extranjera y en guerra donde la lengua resulta incomprensible. Nada alcanza para encontrar respuestas.

Como una evidencia de cómo ha cambiado el público cinematográfico local, El silencio, de acuerdo al sitio Cinestrenos, fue la película más vista de 1964, con 107.800 espectadores. Se estrenó el 17 de enero de ese año en el cine Ariel.

Bergman nació en Upsala en el final de la Primera Guerra Mundial y su cine es un diagnóstico sobre las soledades y las transformaciones del siglo XX. Marcado por una infancia guiada por la severidad de su padre pastor luterano, sus historias están salpicadas por la culpa, el miedo al castigo divino, la sensación de soledad y, al mismo tiempo, una fascinación por el ritual y el poder de la puesta en escena.

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