La última foto de un mago de la imagen en movimiento

| Fue un innovador y un creativo de la fotografía cinematográfica en blanco y negro, y también en color

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GUILLERMO ZAPIOLA

Fue uno de los grandes maestros de la luz, uno de los mayores directores de fotografía de toda la historia del cine, categoría a la que pertenecen muy pocos (Gregg Toland, Stanley Cortez, Néstor Almendros, Vittorio Storaro, algunos más). A los ochenta y tres años falleció el gran fotógrafo sueco Sven Nykvist, un nombre indisolublemente unido a la carrera de Ingmar Bergman, aunque ciertamente su trabajo no se redujo a sus colaboraciones con el autor de El silencio o Gritos y susurros. Cuando se repasa la trayectoria profesional de Nykvist, que recorrió un par de continentes y más de cincuenta años de profesión, se constata que trabajó para gente tan diversa como Bob Rafelson, Philip Kaufman y hasta Woody Allen (quien no en vano ha sido siempre un rendido admirador de Bergman).

Había nacido en Moheda, Suecia, el 3 de diciembre de 1922, y falleció el pasado 20 de setiembre en Estocolmo. Se acercó a la industria cinematográfica cuando tenía apenas diecinueve años, y en 1941 era ya ayudante de cámara. En 1945 había llegado a director de fotografía. Trabajó en varias películas de presupuesto modesto, pero su primera gran oportunidad se produjo en 1953, cuando el ascendente Ingmar Bergman lo convocó para ocuparse de la fotografía de Noche de circo, donde las sombrías imágenes de Nykvist se adecuaron a la perfección a a oscura visión del mundo del director. Allí comenzó una relación que perduraría a lo largo de los años.

COMPLICIDADES. Sobre su relación con Bergman, Nykvist diría mucho más tarde: "No cabe duda de que fue Ingmar Bergman el que me enseñó a sentir veneración (respeto, gratitud) por la luz, la luz real, verdadera y viva. Fue trabajando en aquellas películas en blanco y negro (Detrás de un vidrio oscuro, Luz de invierno, El silencio, Persona) y luego en las películas en color (La pasión de Ana, Gritos y susurros). Veo en estos seis títulos como puntos de referencia en mi camino hacia el descubrimiento de la luz".

No fueron los únicos trabajos memorables de su carrera, pero fueron acaso aquellos en los que Nykvist (y Bergman) se plantearon desafíos técnicos y estéticos que repercutirían en su desarrollo posterior. Detrás de un vidrio oscuro (1961) enfrentó la dificultad de un casi continuo rodaje de amaneceres y atardeceres, con la película de escasa sensibilidad de la época. Para Luz de invierno (1963), Nykvist inventó la luz indirecta, haciendo rebotar los focos contra bastidores de madera con papel vegetal, un tipo de iluminación que luego se ha empleado a menudo para fotografiar rostros delicados.

Bergman demoró largamente la aceptación del color, y Nykvist fue su principal colaborador en sus búsquedas. Para Gritos y susurros (1972) ensayaron cuidadosamente con los rojos (que pretendían expresar el alma humana) antes de que el director se declarara satisfecho. Para Nykvist fue la oportunidad de obtener su primer Oscar a mejor fotografía, galardón que luego repetiría con Fanny y Alexander (1982).

Codearse con el Oscar ayudó acaso a su carrera internacional. Pudo trabajar, a veces con real empeño creativo, a veces con mera suficiencia profesional, para cineastas tan diversos como Louis Malle (Niña bonita, 1978) y Alan J. Pakula (Tres no hacen pareja, 1979), Paul Mazursky (Willie & Phil, 1980) y Bob Rafelson (El cartero llama dos veces, 1981), Volker Schlondorff (El gran amor de Swann, 1984) y Philip Kaufman (La insoportable levedad del ser, 1988), Richard Attenborough (Chaplin, 1982) y Norman Jewison (Agnes de Dios, 1985). Es posible empero que algunos de sus esmeros mayores los haya aportado para Woody Allen (que se sacó el gusto de trabajar con el fotógrafo favorito de Bergman en La otra mujer, 1988, Crímenes y pecados, 1989, y Celebrity, 1998) y para Andrei Tarkovskii en El sacrificio (1986).

DIRECTOR. Fue menos importante su trabajo como realizador (menos de media docena de películas en medio siglo, una sola de las cuales, Puente salvaje, 1965, llegó a estrenarse en Montevideo). El mejor epitafio imaginable para él fue escrito empero por Bergman en su libro Imágenes, cuando Nykvist todavía vivía: "Si alguna vez extraño el trabajo cinematográfico, es solamente la colaboración con Sven Nykvist lo que extraño". Está todo dicho.

Simbiosis

En sus mejores trabajos, Nykvist supo entender a sus directores y plegarse a sus requerimientos

Tres ejemplos de su estilo

FANNY Y ALEXANDER | INGMAR BERGMAN

El testamento del maestro Bergman, la película que reflexiona, revisa y modifica la reflexión de toda una vida. La fotografía de Sven Nykvist, el cómplice de siempre, se pliega a la luminosidad y las sombras de los recuerdos de una infancia conflictiva.

EL CARTERO LLAMA 2 VECES | BOB RAFELSON

Una de las varias incursiones de Nykvist en la industria internacional. Es posible que su material de serie negra no haya sido de su particular preferencia (hay imágenes que equivocan el clima), pero por momentos se reencuentra al maestro de la luz.

EL SACRIFICIO | ANDREI TARKOVSKII

Hay visibles cercanías entre los universos de Bergman y Tarkovskii, y por eso no es de extrañar que el ruso haya elegido a Nykvist como fotógrafo de este film. Un "tour de force" visual, donde el pasaje del color brillante al casi blanco y negro se pliega al drama.

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