Hace 30 años y sin que nadie lo supiera entonces, el cine cambió, y Jurassic Park fue la responsable. Fue revolucionaria en todos los sentidos: por sus innovadores efectos visuales, por la icónica banda sonora de John Williams, y por esa historia de aventuras que habla de los peligros del hombre que juega a ser Dios.

Ayer, Jurassic Park volvió a los cines uruguayos para celebrar los 30 años de su estreno y demostrar que, pese al paso del tiempo y el avance de las nuevas tecnologías, hay obras que no pierden vigencia.

Dirigida por Steven Spielberg y basada en la novela homónima de Michael Crichton, fue la película más taquillera de 1993 y es, hasta hoy, la 44° más recaudadora de la historia. También fue el puntapié para una franquicia que se extendió a videojuegos, animaciones y secuelas. La más reciente, Jurassic World: Dominiose estrenó el año pasado, y superó los mil millones de dólares en recaudación mundial.

Pasó mucho tiempo desde aquel 2 de julio de 1993 cuando Jurassic Park se estrenó en Uruguay, y sin embargo todavía genera fascinación contemplar por primera vez al enorme Braquiosaurio alimentándose de la copa de los árboles, o la mirada de los Velocirraptores mientras intentan abrir con sus garras la puerta de la cocina, o al imponente Tiranousario Rex mientras quiere romper el techo transparente del auto en el que se esconden los nietos del creador del parque. La sensación es idéntica a la que viven los protagonistas, Sam Neill y Laura Dern. Hay varios momentos grabados a fuego en la retina del espectador entre la aventura, la ciencia ficción y algo de terror.

La historia se centra en un grupo de científicos, dos paleontólogos y un matemático (Jeff Goldblum), invitados por un excéntrico millonario para conocer el parque de diversiones que está por inaugurarse en Costa Rica. A los adultos se le suman los nietos del creador del parque en el que los dinosaurios volvieron a la vida.

Por supuesto, y porque 30 años después no hay spoiler que aplique, las cosas se salen de control por una falla eléctrica que permite que las enormes criaturas se paseen por todos lados y a su antojo.

¿Pero qué hay detrás de este clásico del cine? Ante un nuevo aniversario, va un vistazo a seis curiosidades.

Foto: Difusión

Michael Chrichton conoció a Steven Spielberg cuando el director quería hacer una película de su novela Sala de emergencias. El proyecto no prosperó, pero entonces Spielberg supo que el escritor había comenzado a planear Jurassic Park, y decidió comprar los derechos de esa novela. Pagó dos millones de dólares incluso antes de que la obra se publicara.

Luego del estreno de Jurassic Park, la dupla tomó Sala de emergencias y la convirtió en ER, una de las series más importantes de la televisión.

Filmar Jurassic Park fue una experiencia inolvidable, por los problemas con las criaturas animatrónicas y por las inclemencias del clima. Para crear la isla Nublar se usaron locaciones de la isla de Kaua’I en Hawaii, y antes de terminar el rodaje, el lugar fue azotado por el huracán Iniki. Los sets quedaron destruidos, por lo que se tuvieron que eliminar algunas escenas. Miembros del equipo decidieron salir a la tormenta para obtener imágenes, y algunas terminaron en la película.

Si bien muestra el regreso de los dinosaurios a la vida, lo que la película de Spielberg efectivamente marcó fue la vuelta de Richard Attenborough frente a las cámaras. En 1979 había hecho su último largometraje como actor, ya que había ganado notoriedad, y dos premios Oscar por Gandhi. Estaba retirado, pero Spielberg fue tenaz y logró sumarlo. Le dio un personaje tan icónico como los dinosaurios.

Jurassic Park es la película de dinosaurios por antonomasia, aunque hay que reconocer que los monstruos no tienen mucho tiempo en pantalla. De las dos horas y siete minutos de duración de la original, las criaturas aparecen solo durante 15 minutos. Ese tiempo, a su vez, se divide en los nueve minutos en que aparecen las creaciones animatrónicas de Stan Winston, y seis de los que fueron realizados por computadora. El enorme Tiranosaurio fue un gran dolor de cabeza para los responsables de los efectos visuales: la lluvia empapaba la piel de látex del robot, y tenían que secarla con toallas cada pocos minutos. Eran otros tiempos.

Foto: Difusión

Cuando se entregaron los premios Oscar de 1994, Steven Spielberg tuvo múltiples victorias. Su película La lista de Schindler se llevó siete galardones incluyendo los de mejor director y película; y Jurassic Park logró tres más. De hecho, ganó en las tres categorías que había estado nominada: mejores efectos visuales, edición de sonido, y mejor sonido. Entre los ruidos que le dieron el premio estaba el temible rugido del Tiranosaurio, que fue creado a partir de una mezcla de sonidos de perro, tigre, cocodrilo y hasta de elefantes bebé.

Cuando la película entró a posproducción, Spielberg recibió el libreto de La Lista de Schindler y comenzó a filmarla rápidamente. El rodaje era en Polonia y no le daba tiempo al director de estar con el equipo que encaraba la última fase de Jurassic Park, así que se contactó con su amigo George Lucas, con quien ya había trabajado en la saga Indiana Jones, para que supervisara la edición y los efectos visuales. Spielberg, más adelante, diría que hacer dos proyectos en simultáneo fue “una experiencia bipolar”. Por su contribución, George Lucas aparece en los créditos especiales al final de una de las películas más significativas del siglo XX.