Netflix estrenó un drama sobre educar adolescentes con un ganador del Oscar en un elogiado papel dramático

Llegó a la plataforma de streaming, "Steve" sobre un profesor que intenta encauzar a un grupo de infantojuveniles con Cillian Murphy en su segundo papel desde "Oppenheimer"

Steve
Cilian Murphy en "Steve"

Sidney Lumet dijo una vez que el guion cinematográfico estaba plagado de lo que él llamaba escenas “patito de goma”: fragmentos de historia personal pulcramente insertados que explican los problemas posteriores de un personaje, como si de niño le hubieran quitado su patito. Esta técnica se emplea algo excesivamente en Steve, el llamativo estudio de personaje disponible en Netflix.

La historia transcurre en 1996, en Stanton Wood, una escuela británica de reeducación para adolescentes cuyos problemas de conducta los han expulsado de la sociedad “respetable”. Steve (Cillian Murphy, con barba incipiente y semblante cansado) es el dedicado director, un buen samaritano y fiel creyente en la institución, que sin embargo se está volviendo loco por la presión del trabajo.

El escenario es un caserón distinguido que ahora es la sede de Stanton Wood, reformatorio para adolescentes, escuela única y sin parangón, un caso de cirugía educativa y social. Y se trata, por cierto, de lo que ronda en la serie Adolescencia (2025), y que ya estaba en el título de una vieja película con Glenn Ford como el profesor: Semilla de maldad (1955).

La película ostenta sus credenciales de realismo social al situar toda la acción en un único y frenético día escolar. El director Tim Mielants (responsable de Pequeñas cosas como esas, también protagonizada por Murphy) desarrolla la primera mitad con planos artísticos de estilo vérité, mientras los alumnos se enzarzan en peleas o se divierten en clase. Pero cuando Steve descubre que los administradores de Stanton Wood planean cerrar la escuela, el tono se vuelve más estilizado.

Steve confía en que esos jóvenes se encauzarán gracias a la educación: profesores especializados, terapeutas dedicados y sinceramente les proporciona los valores añadidos del cariño y la comprensión.

En la realidad, lo que el corto cuerpo académico tiene al frente son internos sin sostén ni contención: Shy, Jamie, Ash o Cal, con los estigmas del daño familiar o un pasado que los condena del que no es fácil librarse. Además, es probable que algunos no quieran hacerlo, así que la otra lectura es que no hay cultivo ni riego que rescate a esas semillas. Nacieron torcidas y no se ha inventado ni se inventará educación que las enderece y convierta.

En contraste con la extenuación de Steve, los alumnos de Stanton Wood aparecen como muchachos traviesos, inteligentes y llenos de vida. Su energía desbordante es la principal razón para ver esta película, que, entre sus florituras visuales, consigue exhibir actuaciones de primer nivel. Después de Steve, el foco recae en Shy (un fabuloso Jay Lycurgo), estudiante brillante pero huraño que atraviesa una pena personal, y en el corpulento y pendenciero Jamie (Luke Ayres), cuyos ojos brillan mientras oscila entre la fanfarronería y la docilidad.

La película transcurre durante un día que no es uno cualquiera, porque hay un director, cámaras y periodistas filmando un documental sobre Stanton Wood, con el fin de descubrir la utilidad de ese centro educativo, explicar el costo anual de 30 mil libras por alumno y entenderlos a todos, a los alumnos y a los profesores que serán entrevistados para el programa.

Mielants intercala sus tomas más ostentosas con las entrevistas granuladas que esos reporteros capturan. En una de esas sesiones, cargada de exposición narrativa, Amanda (Tracey Ullman), la subdirectora de Stanton Wood, revela de forma inexplicable el trauma “patito de goma” de Steve, ofreciendo así una justificación fácil para los momentos en que lo vemos escaparse a automedicarse.

Steve no filma soluciones y ni atisbos de remedios, porque los desconoce o bien no le interesan, y se concentra en una enfermedad sin salida donde el síntoma extendido es la desesperación que carcome a los jóvenes, destruye a los profesores y a cualquiera que pase por ahí.

Steve fue escrita por el guionista Max Porter a partir de su novela de 2023, Shy, y al adaptarla, Porter desplazó la atención de los adolescentes hacia su atribulado cuidador. Este cambio se vuelve problemático en el creciente clímax del tercer acto, cuando Shy toma una decisión crucial sin la complejidad psicológica que la sostenga.

Hay cuentos con castillos encantados, pero acá sucede justo lo contrario, porque el caserón de Stanton Wood es un palacete desencantado, habitado por profesores desilusionados, almas indolentes, alumnos decepcionados y fantasmas repitentes.
En base a El Mercurio/GDA y The New York Times

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