Estreno

La tía que se volvió personaje literario y ahora tiene un documental dirigido por su sobrino

Alcira y el campo de espigas es un documental de Agustín Fernández Gabard sobre la poeta Alcira Soust Scaffo, su obra y su vida; se puede ver en Cinemateca Uruguaya

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"Alcira y el campo de espigas"

por Fernán Cisnero

La estatura legendaria de la uruguaya Alcira Soust Scaffo quedó certificada para el “gran público” con su inclusión en Los detectives salvajes, la gran novela de Roberto Bolaño.

Allí, disimulada en el alias Auxilio Lacouture, está Soust Scaffo y su peripecia de 12 días encerrada en el baño durante la ocupación militar de la Unam, la Universidad Nacional Mexicana, en 1968.

Bolaño, el escritor chileno que fue parte del círculo de amigos en el exilio mexicano de la poeta y docente uruguaya, volvió al personaje dedicándole Amuleto, una nouvelle.

La vida de Alcira, antes y después de convertirse en un personaje literario, es el centro de Alcira y el campo de espigas, el documental de Agustín Fernández Gabard. Ganó el premio del público en el último Festival Internacional del Uruguay y está en cartel en Cinemateca Uruguaya.

“Las distintas aristas que tiene Alcira hacen que de alguna manera empatices”, le dijo a El País, Fernández Gabard, sobre la respuesta del público. “El tema de salud mental para los uruguayos es cercano y creo que en gran parte engancha por ahí. Y está su carisma y las locuras de Alcira pero que también te pega una piña cuando te muestra el lado no tan lindo”.

Fernández Gabard es sobrino de Soust Scaffo, quien murió en 1997 en Montevideo después de volver del exilio y pasar los últimos años de su vida en una extrema fragilidad mental. El retrato recurre a familia (la madre, la tía del director) y amigos, muchos de ellos de su período mexicano.

Está su etapa como maestra rural y, claro, su llegada a México para un posgrado. Fue asistente del muralista Rufino Tamayo.

Muchas de sus experiencias vitales quedaron reflejados en un poemario intenso del que se incluyen fragmentos en Alcira y el campo de espigas, principalmente con el poema “Malgre tout” (“a pesar de todo”) que es una suerte de autobiografía poética.

La película es, también, sobre el vínculo del director con una historia familiar y sus intentos para entenderla.

“Tenía algunos recuerdos de ella, de chico, cuando viene a Uruguay a fines de lo 80”, dijo Fernández Gabard, quien es fotógrafo y coautor del libro Hasta siempre Borinquen sobre la popular sonora. “Era la tía misteriosa, de la que no sabía nada y de repente aparece. A lo largo de los años yo le fui preguntando sobre ella a mi madre y a mi abuela”.

Un día, finalmente, le dijeron que la tía Mima estaba mal porque en México estuvo mucho tiempo encerrada en un baño. “Eso me quedó marcado”, recordó, pero después le contaron mejor la historia.

“A mi abuela le gustaba hablar del tema y pero le dolía”, dijo. “Hasta que un día se ve que le insistí tanto que organizó el archivo familiar; no era mucho, pero alcanzaba para contar la historia”.

Intentó convencer a una escritora argentina amiga a que contara la historia, pero en 2008 escuchó las palabras mágicas: “Acá hay un documental”. Lo tenía que hacer él.

Consiguió una cámara prestada, grabó a su abuela, y a empezar a trabajar. Ganó el Fondo Nacional del Audiovisual y la cosa se puso seria: se sumó Margarita Brum en la producción, Sergio de León como asistente y el músico Carlos Casacuberta, quien conoció a Alcira en el exilio en México y a quien recordaba repartiendo sus poemas.

“Alcira tenía una cultura muy sólida: maestra rural, hace un posgrado de educación fundametal en México que se lo publican con honores”, dice Fernández Gabard. “Fue amiga de León Felipe y otros mitos”.

En los últimos años había caído en una acumulación de problemas psiquiátricos, y su regreso a Montevideo no consiguió frenar su decadencia. Esa es la tía Mima que conoció Fernández Gabard.

“Alcira no está ni en filmaciones ni grabaciones”, contó el director. “Así que más allá de los testimonios de familiares y amigos, estaba bueno meter a Alcira a través de las cartas, los poemas”.

Y ahora Alcira y el campo de espigas recupera su figura, sus voces y sus silencios.

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