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ENTREVISTA

Filmó a su vecina de 90 años durante la pandemia y descubrió que tenía una película llena de poesía

"Nieves florecida en astros" es el primer estreno de cine uruguayo de 2023. El documental de Sergio De León sigue a Nieves Silveyra.

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Nieves Silveyra en "Nieves florecida en astros".
Foto: Difusión

Por Belén Fourment
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De repente el mundo se cierra. De repente la vida, tan familiar y tan rutinaria, tan de salidas y de amigos y de actividades, se frena y se apreta en una misma casa. De repente una pandemia interrumpe todos los proyectos y cambia todas las ideas, todo lo sabido. De repente solo hay incertidumbre y la creatividad, en los artistas, se rasga y tambalea como árbol de otoño.

De repente Sergio De León, documentalista, celebrado por su primer trabajo La intención del colibrí, mira hacia un costado y a través de la mampara del balcón, ve a Nieves. Ve sus 90 años, su piel menuda, sus arrugas calmas a la luz del sol, la reacción chispeante de niña centenaria, la mano en la copa de vino, y oye su voz indescifrable que dice cosas como “descrecer”, como “adornar la vida”, “resistir”.

Entonces Sergio y Nieves, que viven uno al lado del otro hace más de 15 años en un edificio de población cambiante, empiezan a jugar. Él la filma, la espía, la guarda; ella se entrega con naturalidad absoluta. Es 2020 y no hay intención, no hay propósito, no hay nada: hay una cámara y un registro que, un día, el día en que Nieves cumpla 90 y él le lleve de regalo un compilado de estas imágenes, le hará ver a Sergio que ahí está su próxima película.

Nieves florecida en astros es el primer estreno de cine nacional de 2023. Con poco más de 60 minutos de metraje, el documental llegó a salas el pasado 2 de marzo y se puede ver en Sala B del Auditorio Nelly Goitiño, en Cinemateca y en varios puntos del interior. En la capital, además de las funciones diarias, estará hoy en Casa de la Pólvora, mañana en el Centro Cultural Alba Roballo, el 21 en el Museo Gurvich, el 25 en Sala Lazaroff y el 31 en el Centro Cultural Artesano.

Sergio, para promocionar la película, escribirá esto: “Nieves es mi vecina más vieja, en todo sentido. Acaba de cumplir 90 años y desde hace 15 vivimos pegados, balcón con balcón, en la Ciudad Vieja de Montevideo. Creía conocerla. Durante el confinamiento la filmé y descubrí una mujer deshecha en luz y florecida en astros”.

Cómo contar a Nieves Silveyra

Nieves es Nieves Silveyra, artista plástica nacida en 1931, alumna y amiga de José Gurvich, colaboradora de Jorge Páez Vilaró, creadora en movimiento. En los últimos años, a medida que perdió la visión, rompió toda su obra y se lanzó a construir sobre ella. Hoy sus cuadros son fragmentos de lo que fue, una vida hecha de a pedazos, una abstracción que resulta fundamental para el curso de la película, que es sencilla y a veces psicodélica.

“Había una tentación de irse por el retrato de Nieves”, dice De León, estimulado por esas características, esas amistades y esa obra. “También era posible hacer un diario, una bitácora de rodaje o de la pandemia, y de cómo pasaba el tiempo, cómo íbamos pasando ese tiempo tan raro y absurdo. Y después fui entendiendo, pero esto ya en el montaje que es donde se hizo consciente la película, que lo que se terminaba contando era la esencia”.

Para el realizador, la clave está en que quien se enfrenta a Nieves florecida en astros termina sabiendo poco de la protagonista y, sin embargo, se va sintiendo que la conoce.

“Es lo que pasa con los perfumes”, dice. “Un perfume es una abstracción muy potente y que te da mucha información. Entonces ojalá que la película sea percibida como un perfume de Nieves, que fue construido con distintas esencias de las que se vale la película, muy ricas, como (una cita de) Alicia en el país de las maravillas o el poema de Luisa Luisi (“Partir...”) que completa el nombre, la sensibilidad de Luciano Supervielle y Fede Araujo que interpretaron y grabaron ‘El Triste n° 2’ de Fabini con el tempo de la conversación, y así”.

"Ojalá que la película sea percibida como un perfume de Nieves"

De León está convencido de que el cine no es la trama ni el argumento ni el dato, sino “otra cosa”, y esta película, dice, va por ese lado. Está pensada desde la emoción y debería llegar desde ese lugar. Es una sensación, un alivio en tiempos verborrágicos y vertiginosos, una mirada desnuda —no edulcorada, no complaciente— sobre la vejez y la soledad. No es un documental doméstico ni costumbrista; es, de vuelta, otra cosa. Un paréntesis.

En el fondo, dice De León, todo se trató de buscar la poesía, de hacerle justicia a la mirada de una mujer que rompe para construir y que adorna para transitar, y que vive así, como si andar fuera el poema más sencillo y sutil.

Se trató de ir, todos, a un mejor lugar.

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