CRITICA
Se estrena en Cinemateca Uruguaya la última película del director canadiense, con Viggo Mortensen; habla sobre lo que dejan la polución y el cambio climático.
“La cirugía es el nuevo sexo”, dice Kristen Stewart en determinado momento de Crímenes del futuro. Vista así, esta primera película de David Cronenberg en ocho años es pornografía de quirófano con su exposición explícita de procedimientos quirúrgicos.
Es un provocador. Tómelo como una advertencia porque esta no es la película familiar. No sólo porque es algo repulsiva, sino, principalmente por ser inquietante, adjetivo sobrevalorado pero que siempre se ajusta a Cronenberg.
Es territorio conocido por los seguidores del director canadiense. Crímenes del futuro (que se llama igual que su primera película, de 1970, pero no tiene vinculación directa) es otra de sus incursiones terroríficas en el cuerpo humano, en sus mutaciones, en sus prótesis, en sus entrañas.
Es que, con habitual tendencia a lo horroroso, Cronenberg —uno de los grandes maestros del cine, según cualquier canon— ha hecho de su filmografía un comentario sobre el cuerpo y su erotismo.
Eso está claro en su película más exitosa, La mosca, donde el científico loco que interpreta Jeff Goldblum se transforma en el insecto del título. La evolución humana está en el centro de Videodrome, Scanners, El almuerzo desnudo, M Butterfly, Dead Ringers y un par más.
Entre ellas hay que incluir Crash, la película de 1997 con la que Crímenes del futuro tiene más de un contacto.
Basada en una novela de J. G. Ballard, Crash seguía a un grupo de personajes que sufrían una parafilia con los accidentes de tránsito, las muletas y las prótesis. Los accidentes de tránsito eran, entonces, el nuevo sexo.
Además de ganar el selectivo Premio Especial del Jurado en Cannes que solo se da en ocasiones excepcionales, generó revuelo cuando Ted Turner, el dueño de CNN y su distribuidor en Estados Unidos, se negó a estrenarla por haberla hallado “moralmente ofensiva”. Se entiende: la frialdad de la mirada de Cronenberg la hacía particularmente trastornada.
Crímenes del futuro es un proyecto que el director tenía desde 2003 y tuvo un montón de falsos arranques desde entonces, incluyendo estrellas de las grandes. Fue estrenada en el último festival de Cannes, y saludada como uno de los eventos del encuentro.
Transcurre en un porvenir que parece cercano en el final del camino como indican esos gigantescos barcos encallados, que son parte del ambiente. Fue filmada en Atenas.
Allí, Saul Tesser (Viggo Mortensen quien ya trabajó con Cronenberg, por ejemplo, en Una historia violenta) tiene la extraña peculiaridad de autogenerar órganos (tiene el Síndrome de Evolución Acelerada) y, menos relevante, vestirse como un ninja. Ese peldaño nuevo en la evolución humana él lo utiliza en performances artísticas junto a Caprice (Lea Seydoux), quien le practica una cirugía con el control remoto más raro del mundo para un público que a eso lo considera arte.
Así piensa Timlin (Stewart), burócrata del kafkiano registro oficial de órganos, y que funciona, capaz, como un tenebroso alivio cómico ante tanto desastre.
A Tesser y Caprice se acerca el padre de un niño asesinado por su propia madre cuando descubrió que “ya no era humano” y se estaba comiendo un balde de plástico. Todo eso pasa, se avisa, por la adaptación de nuestra biología a las consecuencias devastadoras del cambio climático y la polución.
No se olvide que estamos en territorio Cronenberg, una zona donde pueden pasar cosas peores, así que la galería de ramificaciones se hacen arduas de simplificar. Allí se incluye, una autopsia en vivo y en directo y algunos implantes subcutáneos. Su sadismo a puede impedirle algunos saber de qué va la cosa.
Tiene, en cierto sentido, un mensaje optimista (todo lo que puede, no le pidan tanto) sobre la supervivencia del hombre y del arte. De eso, en definitiva, va la película: la incertidumbre de qué somos, cómo somos y cómo el arte representa eso.
Es un área (de forma y contenido) que Cronenberg conoce bien aunque su última película exclusivamente de terror fue eXistenz de 1999.
Está todo en su lugar. El diseño de producción de Carol Spier (vieja colaboradora) aporta el futurismo retro apropiado incluyendo una línea de muebles que parece de HR Giger para Ikea. La música de Howard Shore (otro compinche) da el soporte apropiado y la fotografía de Douglas Koch (un recién llegado a la troupe) aprovecha los claroscuros de sótano que ofrece ese universo posapocalíptico y sombrío.
Crímenes del futuro —aun viéndose un poco repetitiva en el director y con excedentes de truculencias que pueden espantar a su público más objetivo— es un recordatorio que Cronenberg hace tiempo viene usando su cine para advertirnos de un montón de cosas disimuladas en la ciencia ficción y el horror.
Algunas parecen improbables y no son las más urgentes, pero lo que este canadiense medio majareta nos está diciendo es que la evolución no es de un día para otro. Y que nuestro cuerpo lo sabe.
Estados Unidos/Canadá/Grecia, 2022. Título original: Crimes of the Future.
Escrita y dirigida por David Cronenberg. Fotografía: Douglas Koch. Editor: Christopher Donaldson. Música: Howard Shore. Con: Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Scott Speedman, Welket Bungué, Don McKellar. Duración: 107 minutos. Estreno: 14 de julio, en cines.