Como el verdadero Baba Yaga —ese es el apodo temeroso con que se lo conoce a John Wick—, Keanu Reeves es leal a sus franquicias. O, quizás, les saca toda la savia que puede.
The Matrix —la serie cinematográfica que le aportó el otro personaje por el que será recordado, Neo— es un ejemplo de eso. Desde esa maravilla de anticipación tecnológica y narrativa que fue la primera, todo fue un cuesta abajo básicamente mercantilista. Y sin embargo, el actor sigue ahí, imperturable al paso del tiempo o al agotamiento de una idea. La cuarta era francamente innecesaria, usado el término como un eufemismo de espantosa.
Hay quienes piensan lo mismo de John Wick, que tuvo un comienzo ilustrísimo, influyente e importante, y que a la altura de su cuarta entrega parecía más cansada que su personaje. A diferencia de The Matrix, las tres primeras son una unidad interesante y la cuarta no tanto. Hay quienes la ubican al mismo nivel de las otros, pero quizás sea una exageración.
La franquicia -más allá de esos detalles de críticos siempre insatisfechos con lo que le gusta a la gente- no ha parado de generar fortunas y la última, justamente, es la más taquillera hasta el momento. La primera, que en Uruguay se estrenó como Sin control, recaudó 87 millones de dólares; el Capítulo 4 estrenado en 2023, 425 millones.
En total, ya que estamos hablando de plata, las cuatro John Wick han aportado a las arcas de los involucrados más de mil millones de dólares.
Esa clase de negocio genera, como corresponde, productos paralelos que buscan extender la columna de los ingresos.
Allí están The Continental (Prime Video), la fugaz serie sin Reeves; Wick is Pain, un documental con los detrás de cámaras, y se anuncia una precuela de anime. Además, hay un spin-off en desarrollo centrado en Caine, el asesino ciego interpretado por Donnie Yen que apareció en la cuatro. Se ha dado a entender que podría haber un John Wick: Capítulo 5, a pesar de lo conclusiva que pareció la última.
Bailarina se suma a ese universo y aunque su protagonista es Ana de Armas en plan asesina implacable con el superpoder de no sentir remordimiento, se mantiene el formato de escenas de acción presentadas en feroz continuidad. Wick/Reeves tiene una aparición crucial aunque fugaz y medio intrascendente. Pero deja claro su permanencia en la marca.
El estilo, el tipo de personaje y el universo que ambientan Bailarina, quedaron presentados en Sin control, que se estrenó en 2014 y en la que estaba comprometido Chad Stahelski, el codirector (con David Leitch) que traía experiencia de campo como doble de riesgo. Dirigió las tres primeras y figura como productor de cualquier producto que aparezca en ese universo.
Esos antecedentes en el cine de acción de Stahelski, y el compromiso de Reeves con estos personajes del tipo asesino zen (un samurai como aquel que supo ser AlainDelon), explican la sorpresa que causó su violencia coreografiada que se vio tan novedosa, resultó tan eficaz y es la marca registrada de la serie.
Se dejaba ver como un thriller de trama repetida: Wick es un sicario implacable que volvía a la acción en plan venganza después de que le mataban al perro y le robaban el auto. La historia está salpicada por escenas de pelea que no escatiman imaginación ni sangre.
Aunque la referencia más explícita quiere ser Buster Keaton, cuya imagen estaba en el comienzo del segundo capítulo y también tiene una aparición en Bailarina, las influencias abundan y toman detalles de Occidente (la testosterona del cine de acción de los 70) yOriente (el wuxia chino, el chambara japonés). Y otras más impensadas.
“En lo que respecta a las secuencias de acción y a volverse un poco loco, pienso: ¿por qué conformarse con una escalera si puedes hacer cinco, no?”, le dijo Stahelski a la publicación SyFy Wire. “Eso es el Buster Keaton que hay en mí, el Harold Lloyd, los viejos musicales de Hollywood, desde Intermezzo lírico hasta Cantando bajo la lluvia. Es Gene Kelly, Fred Astaire… soy un gran fan de los musicales.”
Se le nota y no es casual que la escuela tipo X-Men en la que se educa Eve, la protagonista de Bailarina, tenga de tapadera una academia de ballet.
Desde aquel comienzo tirando a humilde aunque vistoso de Sin control, la saga ha crecido globalmente en el alcance de su anécdota. Wick y ahora Eve pertenecen a una organización de sicarios llamada Ruska Roma, que tienden a alojarse en la cadena de hoteles The Continental, y aunque sus métodos son de una agresividad así de fuertes, representan a los buenos. Eso convierte a la Alta Mesa, la organización villana en este asunto, en un enemigo aún más feo.
En Bailarina, después de ver cómo un grupo de choque liderado por el misterioso Canciller (GabrielByrne) mata a su padre, Eve Macarro (De Armas) es rescatada por un viejo conocido de la saga, Winston Scott (Ian McShane), quien la entrega a “La Directora” (Anjelica Huston).
Todo se pone personal cuando Eve se cruza con la pista que la llevará a los asesinos de su padre. Las cosas se van de las manos, cuando “La Directora” tiene que convocar al propio John Wick para frenarla. Ambos se reconocen como iguales: dos marginados obligados a ser los más violentos en un mundo de violencia.
La acción de Bailarina se ubica entre John Wick 3: Parabellum y John Wick 4. Y algo se perdió en el camino.
Lo mejor, ante un guion incluso más formulaico que los anteriores, son las peleas, pero tampoco son tan originales como aquellas. El principal problema de Bailarina es que se ve demasiado rutinaria, sin nada distinguible. Es un poco infantil, como de apuro. Entrega lo que promete, eso hay que decirlo. Una batalla final en una suerte de colonia nazi se apropió de las mayores originalidades de la propuesta.
Capaz que tenga que ver que ya no está Sathelski en la dirección sustituido por el rutinario Len Wiseman (Inframundo: La evolución, Duro de matar 4.0) quien debe construir sobre el imaginario visual de la marca.
Como el suele pasar a sus protagonistas, esos reparos críticos son golpes que no le hacen mella a la franquicia. John Wick y Eve Macarro han sobrevivido a piñazos un poco más dolorosos que los reparos de un comentarista entrado en años.