Angelina Jolie dejó de cantar por la crueldad de un exnovio, pero María Callas la hizo recuperar la voz

Pablo Larraín reimaginó los últimos días de la mayor diva de la ópera, y encontró en Angelina Jolie a la actriz perfecta para su gran desafío. Ahora, la película "María Callas" se estrena en Uruguay.

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Angelina Jolie como María Callas en la película de Pablo Larraín.
Foto: Difusión

Javier C. Hernández, The New York Times
El Metropolitan Opera House brillaba con perlas y smokings en una noche de gala. Los miembros de la alta sociedad intercambiaban chismes políticos en la barra, mientras los banqueros discutían sus próximas vacaciones en las Maldivas. Entonces, las puertas doradas de un ascensor se deslizaron y una figura deslumbrante emergió.

Las miradas se giraron, los teléfonos aparecieron torpemente y comenzaron los murmullos. "¿Es ella?", "¿Qué hace aquí?", "Se ve más alta en persona", "¡Miren esos tatuajes!". Había invitado a Angelina Jolie al Met para ver una función de Tosca, de Giacomo Puccini, antes del estreno de María Callas, la película en la que Jolie interpreta a la diva definitiva de la ópera y que hoy se estrena en cines uruguayos.

Jolie es una de las personas más reconocibles del planeta, capaz de acaparar la atención en cualquier lugar. Cuando la encontré en el vestíbulo, parecía tener dudas de último momento sobre mi presencia siguiéndola. Tal vez, dijo, arruinaría la experiencia. “Solo quiero disfrutar la noche, absorberlo todo”.

A sus 49 años, Jolie —actriz, directora y humanitaria— es una de las figuras más poderosas y escrutadas de Hollywood. Cada uno de sus movimientos es seguido de cerca por los tabloides. Su divorcio de Brad Pitt en 2016 continúa en disputa en los tribunales, y sus seis hijos se han convertido en tema constante para la prensa.

Y, sin embargo, Jolie sigue siendo un enigma, incluso para quienes trabajan con ella, eligiendo cuidadosamente sus palabras e imagen.

“Trabajé con ella durante mucho tiempo”, dijo Pablo Larraín, director de María Callas, quien también fue a la función de Tosca, “y aún no tengo idea de quién es realmente”.

En Callas, una de las grandes voces del siglo XX, Jolie dice haber encontrado un alma afín. Llamada “La Divina”, la cantante también fue adorada y criticada con intensidad. Su vida personal fue analizada y documentada (tuvo una larga relación con el magnate Aristóteles Onassis). Como a Jolie, también la describieron como intensa y esquiva. Murió en 1977, a los 53 años, solo con su ama de llaves y su mayordomo cerca.

La actriz se identifica con el aislamiento de Callas. “La soledad no es algo malo”, dijo. “Nos ven como mujeres fuertes, pero en realidad somos muy vulnerables y humanas. Creo que ninguna de las dos se siente del todo cómoda en el ojo público”.

María Callas, que se estrenó en cines selectos, llegó a Netflix de Estados Unidos el 11 de diciembre y recién hoy a cines locales, marca el regreso de Jolie a la pantalla tras una pausa de tres años. Su interpretación generó rumores de Oscar, pero al final no obtuvo la nominación.

Para interpretar a Callas, Jolie tomó clases de canto durante siete meses. Aprendió arias de Puccini, Verdi, Donizetti y Bellini, y estudió grabaciones de Callas en YouTube, perfeccionando su sonrisa, su postura, el movimiento de sus manos y su particular forma de hablar.

Aunque en la película su voz se fusionó con la de Callas, Jolie llegó a sentirse lo suficientemente segura como para cantar frente a grandes multitudes de extras, incluyendo una filmación de cuatro horas en la legendaria Scala de Milán, interpretando la escena de locura de Anna Bolena, de Donizetti.

Aquella noche en el Met, Jolie se mantuvo distante del público. Descendió por una gran escalera con el aire de una diosa que baja a la Tierra y encontró su asiento en el palco 19, junto a Larraín.

“Aquí hay una autenticidad hermosa”, dijo. “Hay poesía en todo esto”.

Cuando Callas "llamó" a Larraín y cómo entró Angelina

Larraín (48) creció en Santiago de Chile, rodeado de ópera. Su madre veneraba a Callas y escuchaba sus casetes en el auto. “Tenía en mi cabeza este fantasma de actuaciones grandiosas”, dijo. “Era una figura mítica”.

Mientras consideraba opciones para la última entrega de su trilogía sobre mujeres icónicas del siglo XX, la figura de Callas lo llamó. Jackie (2016) retrató a Jacqueline Kennedy, y en 2021 Kristen Stewart interpretó a la princesa Diana en Spencer. Para María Callas, Larraín quería una actriz que pudiera crear “nuestra Callas”, no solo imitarla. Se contactó con Jolie, quien había expresado interés tras ver sus películas anteriores. “Si hay verdad, belleza, emoción, vulnerabilidad y fragilidad, entonces tienes un personaje”, dijo. “Y si tienes un personaje, entonces tienes una película”.

Junto con el guionista Steven Knight, Larraín decidió centrar la historia en los últimos días de la cantante. La película muestra su lucha por recuperar su carrera mientras enfrenta la realidad de su voz deteriorada. También retrata su tensa relación con Onassis (interpretado por Haluk Bilginer), su adicción a los sedantes y su infancia difícil (hija de inmigrantes griegos en Nueva York, se mudó a Grecia con su madre y su hermana a los 13 años).

Larraín seleccionó piezas que amaba y que reflejaban la tragedia real de Callas. “Ave Maria”, de Otello de Verdi, abre la película como una oración. Y “Vissi d’arte”, de Tosca, acompaña sus últimos momentos. “La ópera”, dijo, “es un estado de gracia”.

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Angelina Jolie como María Callas, la gran diva de la ópera.
Foto: Difusión

Cómo la estrella recuperó su voz

Cuando Jolie supo que tendría que aprender a cantar ópera, entró en pánico (“no puedes fingir”, le dijo Larraín). Durante años, arrastró el trauma de un exnovio que la convenció de que tenía una mala voz y que debía agradecer por tener otros talentos.

“Fue cruel, y lo dijo más de una vez”, contó. “Así que dejé de cantar”.

Le confesó a Larraín que tenía “demasiada emoción y dolor que no quería liberar”.

Larraín la puso a trabajar con el entrenador vocal Eric Vetro, quien comenzó con ejercicios de respiración y postura, ayudándola a expandir su rango. Jolie pensaba que tenía una voz grave, pero descubrió que, al igual que Callas, era soprano.

En su primera clase lloró, abrumada por el reto emocional y físico. “Para encontrar mi voz y mi respiración”, dijo, “tuve que soltar todas las barreras que me protegían y volver a abrirme”.

Poco a poco aprendió su primera aria, “O mio babbino caro”, usando las grabaciones de Callas como referencia. También estudió italiano y sus clases magistrales.

Meses después, Vetro notó algo asombroso: Jolie comenzaba a mover la boca como Callas, y había desarrollado una presencia cautivadora. “Le dije: ‘Esto va a funcionar’”, recordó Vetro. “La emoción salía de sus ojos, de sus manos, de su voz”.

Al finalizar Tosca, Jolie sonrió y se puso de pie para aplaudir. En los camarines, saludó al director musical del Met, Yannick Nézet-Séguin, y a Lise Davidsen, la soprano protagonista.

“¡Tú realmente cantas!”, le dijo Davidsen. Jolie sonrió y juntó las manos: “Fue trascendental verte”, le dijo. “Yo no hago lo que tú haces”.

Antes de irse, se detuvo ante un retrato de Callas. Luego hizo una visita espontánea al escenario vacío. Observó las luces, el decorado y finalmente, en silencio, se dirigió a la salida. “Fue muy conmovedor”, dijo luego.

Afuera, un paparazzo la esperaba. “¡Sonríe, Angelina!”, le pidió. Jolie le concedió una sonrisa, subió a su auto y se perdió en la noche de Manhattan.

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