Tiene 23 años recién cumplidos, se llama María Eugenia Genes, sus amigas le dicen “Euge” y es la nueva incorporación de la pantalla de Canal 10. La pastelera uruguaya, que se formó en Le Cordon Bleu de España y trabajó en el mejor hotel de Madrid, se sumó a Secretos de Ana Durán, donde acompaña a la conductora y realiza las preparaciones dulces.
Además de cocinar en la tele, tiene un emprendimiento gastronómico por redes sociales y le gusta pasear por cafeterías. “Me encanta probar los lugares nuevos. Acabo de comer un croissant y puedo decir que es de los mejores que he comido en años”, dice a Sábado Show en una charla para conocerla.
—Estudiaste pastelería en Madrid. ¿Cómo llegaste a Le Cordon Bleu?
—Estudié en Uruguay un año, en Crandon gastronómico. La carrera de gastronomía son dos años, pero como el segundo año es sólo de cocina salada, me queda pendiente terminarlo porque la realidad es que a mí me gusta mucho más la pastelería, sobre todo para dedicarme. En casa cocino salado, hago la cena y el almuerzo, pero para dedicarme, para todos los días, la pastelería es mi pasión. Entonces, viendo eso y viendo que en Uruguay no había mucho más para crecer en la parte de pastelería, encontramos esta carrera en Madrid y decidí irme. Me fui, estudié allá y me gradué con honores, lo que fue increíble. Es un logro que me enorgullece muchísimo.
—Significa que fuiste la mejor de la generación, ¿no?
—Sí, eso mismo. Creo que se dio así porque lo hice con pasión. Como que realmente se notaba que iba con ganas a las clases, ayudaba a mis compañeros si los necesitaban, así que es más un reconocimiento a la persona. Capaz no tanto a la pastelería, que hace parte, pero al trabajo en equipo sí. Todo ayudó a que pudiera graduarme con honores.

—¿Y cómo terminaste cocinando con Ana Durán?
—Volví a Uruguay y empecé a publicar cosas en las redes. Además, mi tía trabaja en una productora, la contactaron y le dijeron: “Vi que tu sobrina estudió en Le Cordon Bleu, mandame su Instagram o contacto”. Así me llamaron de la productora de Ana Durán y me preguntaron si me interesaba entrar con ella, porque su nieta, que estaba en el programa, se iba a ir. Yo a Ana la veo desde chiquita. Era prender la tele, poner Canal 10 y ver a Anita cocinando o limpiando algo. Entonces es como la abuela de la tele, y estar con ella para mí es un sueño. Imagínate que me dijeran que podía cocinar con Ana Durán. Cuando me llamaron, dije que sí, de una. En realidad la idea era probar un capítulo para ver cómo funcionaba con Ana y cómo me llevaba con las cámaras, porque nunca había practicado con ninguna cámara ni nada, y nos entendimos perfecto. Ana es divina, me pasa a buscar, me lleva, me manda consejos, así que yo estoy más que feliz. Y tengo una abuela nueva, porque te cuida como a un nieto más.
—Imagino que estar delante de las cámaras no era algo que esperabas cuando hiciste el curso de cocina.
—No, ni cerca. En verdad nunca habría pensado estar en la televisión. Yo, con poder hacer tortas y venderlas, estaba más que feliz, porque realmente es lo que me encanta. Pero antes de irme a Madrid trabajé en una escuela, y siempre me gustó educar a la gente, en pastelería como en otras cosas. Entonces como que se mezcló con la pastelería. Di algunos cursos de cocina acá en Uruguay, cursos para niños y para más grandes, por lo que también se mezclaba un poco con esto de enseñar. Y en la tele, lo que estoy haciendo es enseñándole a la gente que las preparaciones que puedo hacer en mi casa, ellos también las pueden hacer. Capaz que no tenía la práctica de la televisión o de las cámaras, pero sí el speech de cómo explicar una receta para que la otra persona, que no estudió, la entienda. Creo que por eso se me hizo más fácil.
—Igual, la pastelería es tan precisa, es todo tan meticuloso, que la gente le agarra miedo. Por eso es importante que los chefs de la televisión sepan explicar.
—Sí, tal cual. La gente como que le tiene miedo a la pastelería, y a mí me gusta mostrar que hay recetas que capaz uno las ve y dice: “Qué plato complicado”, y que se pueden hacer en casa de manera muy fácil. También que se puede impresionar a cualquier persona con una receta que vio en la tele y le llevó 10 minutos. A mí me gusta agasajar a la gente con comida, y el poder replicarlo para que la gente lo pueda hacer en su casa y pueda demostrar que quiere a otra persona con comida, es lo que me apasiona.

—¿Cómo llegás a la cocina?, ¿en tu familia hay cocineros?
—Sí, mi abuela por parte de padre cocina un montón, sobre todo salado. En verdad mi abuela detesta la pastelería, lo que es muy gracioso. Desde que soy chiquita ella me enseña, y la receta que más hacía con mi abuela es los ñoquis de espinaca. Cada 29 hacíamos ñoquis y ahora ya más de grande me pasó la receta, entonces ahora los hago yo, y mis hermanos todos felices de que haga los ñoquis de la abuela. Nunca me van a quedar iguales que a ella, pero se acercan bastante. Mi abuela siempre me dice: “dulce no me gusta”. De mi abuela materna no llegué a probar tantas cosas porque estaba más enferma cuando fui grande, así que no me acuerdo tanto, pero cuando falleció encontramos todos sus libros de cocina escritos a mano por ella, y todas sus recetas. Eso fue divino porque los tengo todos guardados. Incluso ahora para las grabaciones con Ana me estoy anotando algunas recetas de la abuela para hacer, y el poder usar sus recetas para replicarlas y compartirlas con la gente, me llena el alma. Aparte esas recetas están anotadas en cualquier lado. No es que tuviera un cuaderno: anotaba en agendas, en hojas sueltas, y estoy feliz de poder hacerlas.
—¿Te acordás de tu primera receta?
—Sí, era chiquita y un día empecé a hacer muffins de colores. Hacía muffins, les ponía colorante y los intentaba decorar. Hice un día para una merienda, otro día para un cumpleaños, a todo el mundo le gustaba y después empecé a buscar y a hacer recetas más sofisticadas, más difíciles. Y de a poco me fui dando cuenta de que era lo que me gustaba.
—Cuando estuviste en España también trabajaste en un restaurante en Madrid, ¿cómo fue esa experiencia?
—Por haberme graduado con honores tuve la chance de hacer una pasantía en el Hotel Roadwood Villa Magna que es el mejor hotel de Madrid. Para que tengas una idea, es el hotel donde se quedó Taylor Swift cuando hizo sus conciertos. Y eso fue mientras yo estaba haciendo mis prácticas allá, así que fue una locura.
—¿Le cocinaste a Taylor Swift?
—Se puede decir que le cociné a Taylor Swift, pero hay que agarrarlo con pinzas porque nadie la vio en el hotel. Ella se estaba quedando ahí, pero es tan famosa que nadie la vio.
—¿Tuviste algún cliente famoso?
—Me pasó de servirle un helado a Luis Fonsi. En el hotel había un puestito de helados, una vez me tocó cubrir, estaba Luis Fonsi pidiendo uno, y se lo serví yo. Estuve tres meses haciendo una pasantía en la parte de producción de pastelería. Entonces estaba metida en la pastelería durante las ocho horas de trabajo, con todo el equipo. Hacía los postres y me fue divino.
—¿Y tenés algún postre insignia?
—Mi producto estrella es el brownie. Es una receta que también me traje de Madrid y me atrevo a decir que es de los mejores brownies de Uruguay. Es de lo que más me pide la gente, y lo que más gusta a mí.
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