La última entrevista de Cacho de la Cruz, el emblema que se fue "sin cuentas pendientes ni saldos de culpa"

Cacho de la Cruz falleció este viernes a los 88 años. En noviembre había vuelto a los escenarios por primera vez en 15 años y fue entonces que dio su última entrevista a Sábado Show. La recordamos.

Cacho de la Cruz
Cacho de la Cruz, comediante, actor, presentador, productor y músico, en su casa en 2023.
Foto: Leonardo Mainé / Archivo El País

Redacción El País.
En diciembre de 2024, Cacho de la Cruz volvió a los escenarios con el espectáculo Un Cacho de teatro, que fue su regreso a las tablas en 15 años de ausencia. No se había presentado ante el público desde las últimas giras de Cacho Bochinche, en el año 2010; anécdotas de su prolífica carrera en la noche montevideana de los años ’60 o del medio siglo en que fue la figura indiscutida de la pantalla uruguaya lo hicieron retornar. Entonces, el Señor Televisión, que falleció este viernes a los 88 años, habló por última vez con Sábado Show.

Esta es una versión editada de esa nota.

De conductor a contador de historias

Cacho de la Cruz era un manojo de historias. Las anécdotas lo estimulaban y su vitamina era contarlas y revivirlas entre risas. Puede que algunos nombres o detalles se hayan perdido en los vericuetos de memoria, pero De la Cruz era un libro abierto de vivencias graciosas, exóticas o insólitas.

La primera: junto a la orquesta The Hot Blowers, que integró con Hugo Fatorusso, Ruben Rada, Federico García Vigil, Daniel Lencina, entre otros, estuvieron de gira por Chile casi un año en 1961. En el puerto de Iquique compraban “bagayo” en abundancia, en especial relojes o lapiceras metalizadas que estaban de moda en aquellos años.

Sin embargo, el chofer de la camioneta les alertó que en la aduana próxima solían ser estrictos con este tipo de mercadería. “Inventamos una historia: a Rada lo encadenamos en el micro y cuando llegamos al puesto fronterizo, empezamos a decir que tenía un problema, que le tenía fobia a las mujeres blancas. Rada gritaba: '¡una mujer blanca! ¡la tengo que matar!'. 'Por eso lo tenemos encadenado'”, le decía Cacho al aduanero quien abrió grandes los ojos y los dejó pasar sin hacer ninguna revisión.

“Qué bárbaro”, decía De la Cruz a Sábado Show, dando cierre a la historia con una muletilla que solía usar en sus programas de TV.

Y hablando de TV: “El aplausómetro era real”. Aquel aparato que medía la intensidad de los aplausos en la tribuna de Canal 12 para decidir los ganadores de concursos de canto, era un decibelímetro.

Cacho de la Cruz
Arturo de la Cruz, Cacho, personificado en uno de sus clásicos televisivos.
Foto: Darwin Borrelli / Archivo El País (Reproducción)

“El chancho de El castillo de la suerte pasaba mejor que todos nosotros”, recordaba también. “El ingeniero (Horacio Scheck, entonces director de Teledoce) le había mandado a construir un dormitorio con todas las comodidades. Tenía dispensador de agua, cuidador, hasta una cama”.

El ambiente en la tribuna no siempre era festivo. Las hinchadas por uno u otro concursante del famoso Cante y gane a menudo se acaloraban. “En una final, me acuerdo que concursó un muchacho al que le decían 'El Cartucho'. Y la hinchada trajo flores de cartucho para tirarle, pero le habían puesto alambre en los tallos para darle más rigidez. Como perdió, la gente empezó a tirar los cartuchos como proyectiles contra nosotros. Me acuerdo que uno me dio en el pecho. Qué bárbaro”, repetía.

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Cacho de la Cruz y Laura Martínez en "El Show del Mediodía" en 1999.
Foto: Archivo.

Cacho de la Cruz estaba en paz con su historia

Cacho de la Cruz se casó y se divorció dos veces: en 1990 de Hada Helena “Titina” Reffino (madre de sus tres hijos mayores, entre ellos Maxi) y en 2009, de Laura Martínez. Tiene cuatro hijos y es abuelo de seis nietos. Más allá de los conflictos que pueden haber implicado las separaciones, declaraba en 2024 que “no quedó con cuentas pendientes, ni saldos de culpa”.

“Nunca me peleé con ninguna mujer. Cuando dejamos de entendernos, se terminó. Si en algo falle, pido perdón. Nunca quise lastimar a nadie y todo me salió como me salió”, decía.

Con Titina se veía en algunas reuniones familiares en clima de cordialidad y con Martínez mantuvo un buen vínculo, tanto que se reencontraron varias veces en notas o propuestas artísticas.

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El primer equipo de Cacho Bochinche. Ledo en la extrema derecha de la foto.

Cacho tomó las decisiones a tiempo

Quizás por intuición natural o cierta frialdad a la hora de seguir sus objetivos, Cacho de la Cruz se caracterizó en su vida por tomar las decisiones correctas. Al menos así parecía a la luz de los acontecimientos posteriores: esto ocurrió en 1959 cuando llegó a Uruguay y decidió quedarse, a pesar de que no tenía familia de este lado del Río de la Plata y sus primeras residencias fueron sótanos de las boites donde trabajaba o pensiones del bajo montevideano.

“Me adapté y di cuenta de que acá podía hacer lo mío”, asegura. En 2010, Cacho de la Cruz sorprendió a sus seguidores cuando decidió discontinuar su programa Cacho Bochinche. Lo hizo sin despedida ni grandes anuncios públicos. Solo se fue para su casa tras 47 años. Siguió con Chichita dos años más y en 2015 anunció que se retiraba definitivamente de la pantalla.

“Era el momento. Me di cuenta de que la televisión ya no era para mí, ya no tenía el ritmo para la televisión de hoy, que en verdad no me gusta. No me adaptaría. Fue simple”, decía.

No es fácil para nadie dejar su trabajo luego de tanto tiempo, menos una labor tan vinculada a la imagen y el ego. Pero Cacho de la Cruz fue la excepción e hizo simple lo difícil.

La última “gran decisión” de su vida fue vender el apartamento donde vivía en Villa Biarritz: un primer piso grande, con cuatro dormitorios. “Estaba solo en esa casa enorme. Una noche llamé a la mutualista de la que soy socio y les pregunté: 'Si a mí me pasa algo, ¿cuánto tardan en venir?'. 'Depende', me respondieron. 'Si no es grave, quizás una hora o una hora media. Ahí me dije: yo así no puedo seguir'”, recordó.

Llamó a su hija mayor Daniella, que vive en Miami, pero es la gran organizadora de la dinámica familiar. Al otro día, ella estaba en Montevideo y buscó las opciones de residencial. Optaron por uno con régimen de hotel, donde De la Cruz podía salir y entrar, recibir visitas en cualquier momento y al mismo tiempo tener con vigilancia médica y de enfermería permanente, además de todas las comodidades y variadas actividades diarias. Allí estuvo más de tres años. “Estoy fenómeno. La decisión la tomé en un día”, decía en noviembre.

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Laura Martínez, Santiago y Cacho de la Cruz.

Un hombre rodeado de amigos

A Cacho de la Cruz le encantaba rodearse de amigos. En sus años en Canal 12, solía organizar comidas todos los fines de semana en su casa, luego de las emisiones de Cacho Bochinche o de El show del mediodía. La tradición continuó hasta hace no mucho.

El Mago Ledo, antiguo compañero de Cacho Bochinche, era uno de los amigos que más lo acompañaba. También se hablaba todos los días con Julio Alonso y con Carlos Restano, exgerente de Canal 12 o con su productor Jorge Giordano. Otro de los grandes amigos de su generación es Everli Rodríguez, empresario que hoy dirige Radio Clarín y trabajó muchos años con Cacho de la Cruz en el legendario Parador del Cerro.

“Algunos ya no están”, decía Cacho sin que nadie le pregunte. Todos los que conocen al comunicador saben que uno de los temas que siempre evitó es la muerte. No asistía a velatorios y cuando alguien le traía la noticia de un fallecimiento, lo despachaba rápidamente.

En 2023, la partida de su mano derecha, su amigo Tono, lo afectó profundamente. Pero en lugar de evitarlo, con Sábado Show recordó anécdotas con Tono: como cuando abrieron el boliche Chicago del Este con 14 mesas en Punta del Este. “Tenía una ruleta con 14 números. Todas las noches tiraba la bolilla y el número de mesa que salía, esa noche no pagaba. Se hablaban entre las mesas. Camiseteaban. Era fantástico”, recordaba.

También rememoraba que Horacio Scheck, fallecido en 2002, lo convocó en sus últimos momentos para despedirse. “Me dió la mano. Me dijo 'muchas gracias por todo'. Fue el mejor de todos nosotros, un fenómeno”, lo homenajea.

Cuando hubo una remodelación en Canal 12, Cacho de la Cruz pidió y se llevó la silla de oficina que empleaba el ingeniero antes de que la tiraran. Fue de las pocas pertenencias (además de los premios que obtuvo en su carrera) que se llevó a su nueva casa en el hotel - residencial. Es la silla donde se sentaba todos los días a leer el diario. Decía: “En esta silla hay 60 años de televisión”.

Cacho de la Cruz en Ciudadano Ilustre
Cacho de la Cruz, cuando fue declarado Ciudadano Ilustre.
Foto: Archivo El País

Cacho de la Cruz en la redacción de El País, en 2017

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