Tiene uno de los apellidos más asociados a los medios de comunicación de Uruguay, y además se dedica a difundir el legado de su padre, el periodista de radio y televisión, Carlos Giacosa. Su hijo, César Giacosa, lleva un canal de Youtube donde muestra parte del archivo de su padre, también trabaja en radio, en Azul y Del Sol, y vive en pareja con su novia, Milagros que trabaja en una editorial independiente. “Soy muy manija de los medios, hasta en mis tiempos libres estoy mirando medios de todos lados”, comenta César Giacosa a Sábado Show.
Sobre su trabajo en en la producción de La pecera y 12PM, también de sus inicios en los medios cuando el streaming era un sueño, el legado de su padre y por qué le dice Carlos, es esta charla.
—¿Cómo fue criarse en la casa de Carlos Giacosa?
—Cuando era chico, él ya estaba como director honorario en Carve, no estaba retirado pero ya no estaba en televisión, salvo para alguna aparición especial. Me acuerdo cuando hacía “Tomando en el pulso a la República”, en casa tengo todos los cassettes. Tengo todo el material de cuando trabajaba, todo análogo. Revistas, libros, los informes de la televisión internacional que usaba. Me crié alrededor de todas estas máquinas, estos reproductores de VHS, los cassettes chiquititos, y eso me sembró un cariño por la tecnología análoga que lo llevo adelante desde un lugar bastante romántico, pero conservando y compartiendo en las redes y en anécdotas, como ahora.
—También has comentado anécdotas de tu padre en la radio, en La mesa de los galanes.
—Sí, cuando se cumplían 40 años de golpe de Estado en Chile, ese archivo fue bastante impresionante para ellos, porque claro, Carlos guardó todo y yo conservo ese archivo.
—No salís al aire seguido, pero trabajás en los medios hace varios años.
—Sí, arranqué a trabajar en 2014 en El Espectador que estaba en el edificio de Rio Branco, donde hoy está la casa Zorrilla.
—Ese archivo que tenés, también lo compartís en tus redes y tu canal de Youtube.
—Sí, subo varios recortes, un material que, creo, tiene que ver con la nostalgia en el Uruguay y los medios.
—Una consulta aparte, ¿por qué le decís Carlos?
—Esto es algo que hablé con otras personas, creo que hasta con mi psicólogo, por qué lo llamo por su nombre propio. Creo que es una manera de darle entidad. Pero no sé, me agarré ese vicio de llamarlo así. Teníamos una muy linda relación porque lo pude disfrutar bastante. Cuando era niño estaba más o menos retirado, y cuando se jubiló lo tenía bastante para mí. Ya no estaba para seguir los acontecimientos todo el tiempo, llevaba como una agenda más tranquila, y yo era un adolescente. A veces me queda esa espina de haber podido compartir más tiempo con él, los dos como adultos. Falleció hace casi 10 años, y yo era muy jovencito.
—¿Por esa idea de mantener vivos esos recuerdos es que creaste el canal de YouTube?
—El canal empieza con un material que no tiene que ver directamente con Carlos, pero que sí forma parte de su archivo que tenía de VHS, U-Matic, cinta, de todo. Imaginate, arrancó cuando empezó la televisión uruguaya. Algunas cosas las digitalizó, pero la mayoría las tuve que ir migrando de formato y hoy tengo un cambalache de formatos análogos. Lo primero que subo es un video de los Beetles en el aeropuerto de Carrasco, con el periodista Idelfonso Beceiro. Eso forma parte de un programa de los 25 años de Monte Carlo Televisión. Es un fragmentito que me pareció maravilloso, sobre todo por lo antiguo, una grabación de mediados de los 60.
—¿Cuál ha sido la respuesta de la gente?
—Hace siete años que lo subí, y mucha gente me escribió para pedirme material de esa época. Después subí lo que llamo “los clásicos de Carlos”, como lo que pasó en La Moneda, la entrevista a Allende, después algunas cosas más inéditas, programas que nunca salieron al aire, muchos de los viajes que él hacía, porque en ese momento viajar no era tan común como ahora y esos programas realmente eran una gran inversión para el canal. Hizo de la Manhattan de Asia, un informe sobre Hong Kong, otro que se llama Macumba, sobre la religión umbandista, y tengo bastantes cosas.
—También subiste lo que fue una antesala al meme.
—Claro, la meada de Volonté. El blooper ese de “tengo tiempo de echarme una meada” que hoy en radio la gente, cuando tiene que ir al baño y queda poquito tiempo para volver a la tanda, dice eso. Lo subí y le traté de dar un contexto. Fue una entrevista donde Carlos estaba hablando con Ana Lia Piñeyrúa por teléfono y llega Volonté al estudio, todo al aire, y se ve que cuando cortan con Piñeyrúa, Volonté piensa que habían mandado la tanda, y ahí rápidamente dice lo de la meada y mandan a la tanda. Creo que él no se enteró que eso salió al aire, por lo menos en ese momento. Y también tengo videos sobre una nostalgia más moderna, cosas de inicios de los 2000 que no tienen que ver con Carlos, pero me producen nostalgia a mí. También tengo algunos trabajos con Arotxa, con quien he desarrollado una amistad.
—Te cambio de tema, ¿qué haces en La pecera?
—Hace tres años que trabajo en Azul, con La pecera y 12 pm, y de vez en cuando con Malos pensamientos, porque ya es fuera de mi horario. También trabajé con Primera Mañana, y en esos programas soy productor digital, parte del equipo digital de Magnolio. Llevamos adelante la web de Azul, los contenidos web de La pecera, las entrevistas, el catálogo de las entrevistas, las columnas, los espacios de humor, y las redes sociales.
—Es un poco como en tus orígenes, cuando estábas en la web de El Espectador.
—Sí, en este caso no es un portal de noticias, sino más bien un catálogo de los contenidos. En este último mes también estuve en otras tareas de La pecera, como la parte de deportes y también con los espacios de humor.
—También estás en Fácil desviarse, por Del Sol.
—Sí, en la tarde trabajo en Fácil Desviarse, en la transmisión de YouTube. De hecho, con la banda de Fácil es con quienes arranqué cuando eran Suena Tremendo, hace como ocho años. Fue cuando arrancó un proyecto que se llamaba Espectador TV, y que Suena Tremendo era uno de sus buques insignia, en lo que hoy sería un streaming, aunque no era tan popular, ni estaba tan difundido. En ese momento acá en Uruguay, previo a toda esta explosión, previo a Luzu, Olga y otras plataformas estuvo Espectador TV, que tenía streaming, radio streameada, y la inauguramos con Suena Tremendo. Y ocho años después me reencuentro con ellos ahora, ya con todo este modelo de streaming, ya más impuesto tanto a nivel de producción, y ellos son, en parte, los que me recomendaron para entrar a Magnolio.
—Esos canales previos a la popularidad del streaming, como El País TV, fueron adelantados para su tiempo.
—Sí, creo que lo que le pasó a Espectador TV y a esas otras páginas, fue que llegaron demasiado temprano, por eso no funcionaron.
—Tu padre estuvo en el debate del 80, qué opinás respecto al del pasado domingo?
—Al otro día del debate, un compañero del equipo me dice que había visto algunos videos del debate del 80, y no podía creer lo del domingo. Pasar de ver el debate del otro día, tan estructurado, tan rígido, con unas reglas tan claras, con un molde inquebrantable, a ver en el 80 una mesa de gente fumando, como que estuvieran en un bar prácticamente, en una charla como informal, un debate, un diálogo, un intercambio que subía y bajaba de tono, era algo mucho más vivo.
—Con tu padre había una diferencia de edad importante.
—Sí, mi viejo nació en 1936 y soy su único hijo. Soy el único Giacosa, soy el defensor de la dinastía. Y como mi padre me tuvo de grande, decía “tengo un hijonieto”.
—¿Y cómo era por fuera de la televisión?
—Una cosa que aprendí, entre comillas, de él, es que uno puede ser una persona seria y a la vez, tener un costado más relajado y divertido, porque él era una persona muy conocida en la noche por la bohemia, en boliches, en las boite, y te lo podías encontrar tomando un whisky en bar Los cuatro. Todavía tengo el certificado de zumzunero que le dieron. Entonces, frente a cámaras, en el noticiero, era una seriedad impoluta y un caño la voz, pero no era que era todo el tiempo así. Era un tipo muy amable, le gustaba el humor. Dejó de fumar cuando se prohibió fumar en lugares cerrados. Le hizo bárbaro dejar de fumar, porque a él no le gustaba salir a fumar, a él le gustaba fumar adentro, durante la conversación, como una excusa social, algo que acompañaba una charla, unos tragos y risas. Y tener que aislarse de la reunión para ir a fumar, no le gustaba. Seguramente eso le dio algunos años más de vida.