¿Pero cómo es Sandra Fleitas?, preguntan las mozas del café Sorocabana, que llevan más de media hora atentas a una mesa en la que falta la invitada estrella. Les pica la curiosidad.
—Es la fiscal que formalizó al exsenador frenteamplista Charles Carrera.
—Ah…
—¿La que tuvo el caso de la denuncia falsa contra Yamandú Orsi?
—Ah...
—Una señora muy alta y rubia, de pelo arreglado en la peluquería, que usa muchas joyas y brillos, ¿la ubican?
—¡Ah sí! ¿Por qué no se fijan en el fondo? Los abogados siempre prefieren ir para esas mesas más escondidas.
Sandra Fleitas demora, pero llega.
Desde que aprobó el tercero de los concursos a los que se presentó -los dos primeros los perdió- para ser fiscal en Montevideo, su vida ha sido un torbellino. Después de 26 años en la Fiscalía, su carrera despegó en menos de tres meses.
Primero ascendió como titular de Flagrancia y cuando estaba acomodando el cuerpo, la fiscal de Corte subrogante Mónica Ferrero la eligió para dirigir la fiscalía de Delitos Económicos y Complejos, que venía entre otros casos con la investigación de la fuga de la cárcel del mafioso italiano Rocco Morabito y la del supuestodelito de abuso de funcionesdel dirigente del MPP, Carrera.
La de Delitos económicos no es una fiscalía cualquiera. Se la considera un sello de estatus. Un premio; que Fleitas obtuvo a dos meses de su llegada a Montevideo. Una consagración; que diferentes fuentes judiciales creen que Fleitas -que protagonizó un intrincado sumario por varias irregularidades mientras ejercía en Treinta y Tres- no merece. Un espaldarazo de la jerarquía; quesegún figuras del gobiernoy algunos actores judiciales despliega una vez más la suspicacia de que habría fiscales que actúan con una intencionalidad política. En este caso, dicen los críticos, para perjudicar al Frente Amplio.
En medio de la polvareda que levantó su polémico nombramiento, Fleitas intenta acostumbrarse a una ciudad a la que regresó después de 15 años rotando por el interior del país y que le resulta ajena.
Sale poco. Y si lo hace prefiere no sentarse cerca de las ventanas.
—No me da tranquilidad. Acá me parece todo peligrosísimo. Pienso que viví 15 años en el interior, que me siento como menos segura, por eso trato de exponerme lo menos posible.
Exponerse lo menos posible.
Eso es lo que dice, pero no es exactamente lo que hace. Porque ya veremos, con Fleitas siempre parecería haber dos versiones. Por un lado, la forma en que ella se percibe a sí misma y cómo actúa. Por el otro, cómo la ven e interpretan sus acciones los demás. En el medio, en ocasiones, ocurren cortocircuitos.
“Yo no soy inteligente”.
Si pudiera elegir, si le preguntan cuál es su mayor deseo, Sandra Fleitas dice que dejarlo todo para dedicarse a la docencia: esa es su verdadera vocación.
Fue una alumna excelente; “no perdí ni una materia”, presume. Se recibió de abogada en 1994 e ingresó al Diario Oficial como becaria. Ahí se quedó hasta que unos años más tarde, en 1999, poco antes de cumplir los 30, entró a la Fiscalía.
La Fiscalía en ese tiempo era otra. Exigía, por ejemplo, tres años de práctica en la rama civil. Y después cinco años en la función de secretario letrado (hoy fiscal adscripto). Recién entonces se podía aspirar a iniciar una carrera como titular, comenzando en el interior del país hasta llegar a la meca de todo fiscal: Montevideo.
Siendo secretario letrado, “uno es marino, no capitán”, suelta Fleitas.
—¿Y usted quería ser capitana?
—Yo no tenía tan claro lo de irme al interior. Me gustaba el trabajo de la Fiscalía, siempre estuve rodeada de gente muy estudiosa del derecho penal, entonces siempre sentía que a mí me faltaba.
Sus superiores la empujaban a dar el paso -dice Fleitas-, pero ella dudaba. “¿Estaría en condiciones? En el interior, iba a tener que resolver casos de todas las materias, sin poder consultar a nadie...”
Además tenía un hijo chico. El camino para ser madre había sido duro, así que priorizó la crianza, se abocó a la docencia en la Facultad de Derecho, participando como oyente, ayudante y luego integrante de grado del Instituto de Derecho Penal.
Así pasaron 10 años. Hasta que en 2010 le ofrecieron la titularidad de una fiscalía en Treinta y Tres. Y aceptó. Se marchó sola, “para proteger a la familia”.
—¿Cómo fue empezar en ese destino?
—Para mí fue difícil, porque era un gran desafío y yo no sé si es una virtud o un defecto pero la gente cree que soy inteligente y yo no soy inteligente, yo soy responsable.
—¿Cuál es la diferencia?
—La inteligencia cognitiva es esa persona que a usted le plantea una cosa y le saca una teoría de esa cosa y una explicación que a usted nunca se le hubiera podido ocurrir. Yo no soy de ese tipo de persona, pero sí soy muy constante.
—Es determinada, quiere decir.
—Sí. Y creo que tengo inteligencia emocional. Que es solucionar problemas que no están previstos, ya sea usando el sentido común o la experiencia. Y además creo que la gente me sobrevalúa.
—¿Se siente sobrevalorada?
—Creo que la gente me percibe más de lo que yo me percibo, más de lo que realmente soy.
Los dos relatos.
Decíamos que cuando se trata de profundizar en cómo es Sandra Fleitas parecería haber dos versiones, o dos verdades. Esto es así, aunque ella jura que no tiene “desdoblamientos”, que no tiene “personajes”: que ella es una sola, así como se muestra.
Lo cierto es que Fleitas es una de esas personalidades judiciales que dividen.
Sus defensores la ven como una víctima del exfiscal de Corte -y actual prosecretario de la Presidencia- Jorge Díaz, quien habría orquestado un duro sumario en su contra con una sanción injusta, trasladándola de destino como una forma de castigo y, años después, la desprestigió públicamente cuando le tocó investigar la denuncia de una trabajadora sexual trans contra Orsi, en plena campaña electoral, que luego resultó ser falsa. Dijo que Fleitasno les daba “garantías”.
Los pro Fleitas, por su parte, le reconocen “valentía”. “Es una fiscal que destaca por su independencia de criterio y por su libertad al expresarse”, dice el exfiscal devenido en político, habitual contrincante de Díaz, Gustavo Zubía.
Otros colegas y abogados que han trabajado con ella en el interior la describen como “muy trabajadora y segura de lo que hace, muy expeditiva”. “Trata bien a los detenidos”, mencionan. La respetan por ser autora de publicaciones -especialmente sobre lavado de activos, un tema que la obsesiona- y la presentan como conferencista internacional. Todo esto, dicen quienes la respaldan, la posiciona con “un perfil más técnico que otros fiscales”.
Según transcendió en la prensa, la Fiscalía estaría alineada con esta mirada. Desde la cúpula del ministerio, para otro artículo, se planteó que sus “destacados” antecedentes académicos y profesionales respaldan que ocupe el cargo en una fiscalía tildada como “top”.
Después están los contra, los anti Fleitas. Quienes dudan de su capacidad para conducir la fiscalía especializada argumentan que las conferencias no tienen el alto perfil que ella promociona y que no es más que “autobombo”. Que hace años que no pisa la facultad (se alejó en 2016, reconoce la fiscal). Y señalan que el enredado juicio en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA) para anular un duro sumario que le aplicó la Fiscalía tras comprobar distintas irregularidades denunciadas por el Colegio de Abogados de Treinta y Tres, después de ocho años de idas y vueltas, finalmente confirmó la sanción impuesta. Fleitas habría cometido errores técnicos en algunas causas denunciadas, lo que “enrareció la transparencia con la que debió actuar” y “empañó su función y la reputación de la Fiscalía”.
Lo del juicio por el sumario es un punto delicado en torno al que conviven dos relatos. Dice una fuente imparcial: “Acá hay dos verdades, depende del interesado te van a decir que Sandra perdió todo y Sandra te va a decir que ganó todo”.
Ganó: la anulación de un primer sumario previo al que generó la famosa denuncia -“zafó por un error técnico del sumario”, objetan sus contras.
Ganó: una abultada reparación económica por la sanción impuesta por la Fiscalía en el sumario derivado de la denuncia de los abogados, “pero en un juzgado que está en la órbita del Poder Judicial y no del TCA”, que le da la razón y la resarce (aunque finalmente, como dijimos, el TCA confirmó la resolución a favor de la Fiscalía). Y, además, Fleitas no tuvo que pagar en ninguno de los tres juicios de particularescontra el Ministerio de Educación y Cultura y la Fiscalía, en el que había sido citada en garantía, bajo el supuesto de que su accionar les había generado un perjuicio económico.
Todo este entrevero, bajo su versión, se resume en “una factura” que se le pasó por haber investigado casos de corrupción pública en el departamento. Un diputado frenteamplista al que había intentado formalizar, miembros del sindicato municipal que también había investigado e incluso policías que estuvieron en su mira por la desaparición de armas de la Jefatura, “tenían conexiones con los denunciantes”, asegura la fiscal.
—Empezaron por las juezas y después por mí. A mí como que no me llamó la atención que me denunciaran. Yo ya veía el paquete completo.
Ató cabos, dice.
—Empecé a unir todo aquello de que al que lucha contra la corrupción pública le pasan una factura. Que por lo general es primero el descrédito personal, después profesional y luego, si fuera necesario, hacia la gente que quiere.
La causa arrancó en 2015 y la última sentencia del TCA es de 2023. En el medio cambió el Código del Proceso Penal, Fleitas se alejó de las aulas y fue trasladada primero al Chuy, después a Rosario y por último a Ciudad de la Costa. Además, Cabildo Abierto, cuando pisaba fuerte en el Parlamento y tenía una guerra declarada contra Díaz, la propuso para la Fiscalía de Corte. Fue un halago, reconoce, pero cree que hay otras personas mejor preparadas que ella para ese cargo.
Los traslados al Chuy y a Rosario hay quienes los ven como una muestra de la persecución de Díaz en su contra, y así lo expresaban sus promotores cabildantes.
Pero Fleitas es más cauta.
—No lo tomé tanto como algo institucional, que desde el jerarca podía venir una persecución. Lo tomé como que podía haber alguna otra cosa, como se dice “algún otro callito que se hubiera tocado” y que pudiera tener algún otro tipo de influencia -dice ahora.
En los pasillos de la Fiscalía se dice que a Fleitas nunca se la va a ver “militando por la causa anti Díaz”. “No sale con la metralleta.” Pero, detrás de su trato siempre ameno y cordial, son varios los que sospechan que tiene un vínculo con figuras políticas de la oposición más estrecho de lo que parece.
Plantea una fuente: “¿Sabés cuál es la diferencia entre la doctora Fleitas y la doctora Fossati? Que la doctora Fleitas no se enoja. Nunca se muestra enojada. El que se enoja se nubla, se turba. Y el que no se enoja siempre puede ser más punzante, tiene más perspectiva para responder, para esperar: para contragolpear”.
“Soy una resiliente”.
Fleitas cerró el capítulo de Treinta y Tres definiéndose como una resiliente: es decir, alguien que logra adaptarse a la adversidad.
—Un amigo psicólogo me dijo que yo era una persona resiliente, que todo esto lo que había hecho era potenciarme y acrecentado en la lucha contra la corrupción pública y contra el narcotráfico.
Si mandarla al Chuy era un supuesto castigo de Díaz, ella dice que fue una bendición. En la frontera le rendía mejor el sueldo y además pudo hacer sus incautaciones más grandes de droga -tema que le apasiona-, participar de un caso de trata y en el de la desaparición (y crimen) de Cristina Jones.
—Me dio una visión cosmopolita. Por eso cuando me dieron la noticia de que me trasladaban a Rosario, quedé tan shockeada....
Pero al final, ese cambio también resultó ser positivo.
—Las operaciones más grandes de droga las terminé haciendo ahí, tuve una operación de lavado de dinero con un buen resultado y tuve el caso del alcalde del Partido Nacional en el municipio de Florencio Sánchez (Alfredo Sánchez), conocido por el de las mil gauchadas.
Sánchez fue condenado por un delito de asociación para delinquir en reiteración real y un delito continuado de fraude. En Rosario, se ganó la fama de mano dura. Dicen que perseguía hasta al más chico narcomenudeo. Que se ganó el respeto de la Policía y de buena parte de la comunidad. Esto fue precisamente lo que escuchó Guillermo Domenech, exsenador de Cabildo Abierto, vinculado a la zona. Domenech fue quien deslizó en alguna entrevista que Fleitas no era simpatizante de su partido, sino que era blanca.
—Es cierto, lo dije. Creo que es una persona que en el pasado tuvo afinidad con el Partido Nacional, no lo sé en la actualidad la verdad, no he hablado de política con ella -dice hoy el dirigente.
Pero Fleitas matiza esa declaración diciendo que a Domenech no lo conocía, “no tenía ni la menor idea de quién era”, y lamenta que a ella, a diferencia de otros colegas, la política la ronde frecuentemente en las preguntas periodísticas.
—Salgo de un caso determinado y me preguntan qué voté ¿Entraron conmigo al cuarto secreto? ¿Saben si soy colorada, si soy blanca, si soy cabildante? Porque soy todo, depende de las circunstancias el partido que tengo -se queja.
En los últimos días, su rostro se ha masificado en los medios. La fiscal coronó su desembarco en la capital pidiendo la formalización de Carrera apenas unos días después de ocupar la nueva oficina, cambiando radicalmente la teoría del caso, cargándole tres nuevos delitos que se enmarcan en la corrupción pública e incluso solicitando duras medidas cautelares -prisión domiciliaria, dispositivo electrónico y prohibición de usar las redes sociales- que no le fueron otorgadas. La impronta de la fiscal generó, como era de esperar, un fuego cruzado entre bandos políticos.
En el otro campo de batalla que es Facebook, también abundan las proclamas pro y anti Fleitas.
El usuario Lucho dice que la fiscal es “el único faro de luz y esperanza para defender la democracia”. Isidoro advierte que “con todo esto, va a ser trasladada”. Sandra cree que “es la mejor fiscal que hemos tenido”. Luis le pide a Dios que la bendiga a ella y a su familia, e Iris le implora al Señor que la proteja. Carlos va más lejos y propone: “Debemos ir a cuidar su domicilio porque estos comunistas y sindigarcas y zurdos son capaces de cualquier cosa”.
Del otro lado, los que la atacan creen que fue ascendida con una misión. “Se quedó con las ganas de perjudicar a Orsi esta miserable y todavía toma revancha con Carrera”, opina la usuaria Célica. Y Beatriz: “Esta es igual o peor que la Fossati”, en referencia a la exfiscal Gabriela Fossati, que llevó el caso Astesiano, renunció a la Fiscalía, se pasó a la política y después publicó un libro en que acusa a Díaz y a su círculo de funcionar como una manada que defiende los intereses de la izquierda.
Fleitas escucha estos comentarios y se ríe a carcajadas.
—La verdad que no sabía, ¡me hace reír con todo esto! Mire, yo creo en la fuerza del universo. Creo que el universo a usted lo pone en un lugar determinado y en un momento determinado y no es casualidad, no existen las casualidades.
Al universo, dirá, le debe mucho.
Carrera: un caso más.
Juan Gómez, el antiguo fiscal de Corte subrogante, allegado a Díaz, fue clave para rumbearla hacia Montevideo. Se conocían con Fleitas, habían trabajado juntos en sus primeros años. Según pudo recrear El País, la conversación fue así: “Sandra, ya cumpliste una etapa, vamos a acercarte a Montevideo”. Ella, en cambio, le respondió que era feliz en Rosario, que en todo caso le gustaría trabajar en la Costa de Oro, donde estaba el aeropuerto y podría tener más casos vinculados a drogas.
En este destino le tocó el caso del niño asesinado en una boca de drogas de Pinar Norte. Y la falsa denuncia de Paula Díaz y Romina “Celeste” en contra de Orsi.
—Creo que es el universo que me pone a mí en los lugares, porque qué increíble que hacen una denuncia contra Orsi de un hecho de 10 años, cuando yo hacía un año que estaba en la costa y justo en el turno mío. Dije, capaz que el universo me puso en este lugar para demostrar la falsa percepción que alguna gente tiene de mí.
—Pero recibió varias críticas...
—Mi madre dice que sueno petulante, pero si la gente supiera lo bien que me hace la crítica, porque me ayuda a crecer.
Un tiempo después, otra vez Gómez se puso al teléfono. Esta vez la llamada buscaba incentivarla a que concursara para ingresar a Montevideo. “Juan, me quedan un par de años y me jubilo acá”, le dijo Fleitas. Pero él insistió: “Vos tenés que terminar tu carrera en Montevideo”.
Y así fue.
Aprobó, aunque no obtuvo las mejores calificaciones. En el orden de prelación, quedó de la mitad hacia abajo. Por eso pensó “que ni siquiera iba a entrar”.
Pero se equivocó.
—¿Otra vez el universo?
—Otra vez. Estuve dos meses en flagrancia. No me gustó. Como que me agobió, me desbordó, porque pasé 15 años en el interior trabajando con otro ritmo.
Unas semanas después, fue Ferrero la que la llamó. Le avisó que “la estaba necesitando en otros lados”. Dice Fleitas que imaginó que le asignaría otro turno en una fiscalía de Flagrancia con más trabajo acumulado. Le dijo: “Me genera una sensación de desasosiego que me digas que me tenés que trasladar. Yo lo que te pido es que vos ni me llames, sacá la resolución y me trasladás para donde me necesites”, cuenta Fleitas.
Del segundo piso, pasó al quinto. Silvia Porteiro, su antecesora en Delitos Económicos, le indicó los asuntos urgentes. “Me fui a lo importante y dentro de esas cosas estaba el caso de Carrera, sobre todo por la prescripción del delito y que estaba muy avanzada la investigación”, afirma. En los 10 días que le llevó analizar la carpeta y cambiar radicalmente el rumbo de la investigación, Fleitas dice que atendió muchas otras causas, porque para ella, “este es un caso más”.
—¿Por qué cree que el universo la puso en esta causa?
—¿Usted sabe que yo no le doy tanta dimensión? Yo lo veo como un caso más de corrupción, como el del alcalde de las mil gauchadas. Capaz que no dimensiono que era senador de la República a diferencia de un alcalde, pero no deja de ser funcionario público.
Dice Fleitas.
Y que no hay nada más detrás.
Caso carrera: “Miré y dije, acá hay cosas concretas”
La audiencia de formalización del exsenador frenteamplista Charles Carrera está disponible para ver online. Duró casi seis horas y en todo momento la fiscal Fleitas mantuvo una actitud firme, severa. Cada vez que se refería a la defensa de Carrera decía “la costosa defensa”. Esto marcó un tono bastante más confrontativo del que la fiscal relata, cuando en entrevista con El País dice que al terminar la audiencia se acercó al abogado y le dijo que su puerta estaba abierta, “si quiere venir a hablar conmigo, yo lo recibo cuando usted quiera”. “Para mí esto no es algo personal, me fui para mi casa y se terminó el caso Carrera”, enfatiza Fleitas. Sobre el cambio de la teoría del caso, que durante tres años había apuntado a un delito de abuso de funciones, Fleitas dice: “Miré y dije ‘esto no me convence’, no vamos a ir por un delito residual cuando hay cosas concretas. Son estrategias distintas ”.
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Charles Carrera fue imputado por tres delitos: deberá fijar domicilio y tiene prohibido salir del país
En el gobierno crece la disconformidad con Ferrero y oposición cuestiona que el FA busque "casi" interpelarla
Porteiro indagaba a Carrera por abuso de funciones, pero la nueva fiscal buscará imputarlo por otros tres delitos