"A veces me llegan mensajes de chicas que tienen una cartera y no saben si es real o no”, dice Ani desde su cuenta en TikTok, en un post donde comparte tres tips para diferenciar a un original de una replica del modelo más popular y falsificado de la marca de lujo Louis Vuitton. Primero: prestar atención a la costura en el lomo de la cartera; si el producto es un fake estará cocido hacia adentro. Punto dos: en el modelo original, los loguitos del diseño miran todos hacia arriba. Y para terminar: chequear la calidad del material, “si es original es cuero, no hay vuelta”, concluye Ani para cerrar sus recomendaciones.
En otro perfil, una chica revela los secretos para no dejarse engañar con los lentes Ray-Ban. Los fabricantes originales graban las iniciales de la marca en el lente izquierdo y en esa patilla debería estar indicado el modelo, color, el ancho del lente y el largo del puente.
Otro universo es el de los perfumes. En una cuenta comercial, un vendedor habla de “inspiración” para describir los productos que ofrece: huelen y lucen como perfumes famosos pero no lo son. En su catálogo, el Idôle de Lancôme se llama Ídol, el Polo Blue de Ralph Lauren es Golf, y la diseñadora Nina Ricci “inspiró” la línea Lina Richie.
Todas estas señas son caras de una misma moneda, que nunca antes había movido tanto dinero como ahora. La comercialización de mercadería falsificada se disparó en el mundo y en Uruguay. Tanto creció que Cervieri Monsuárez, uno de los estudios de abogados referentes en falsificación marcaria, estima que la Dirección Nacional de Aduanas encuentra en promedio un contenedor de productos falsificados por semana.
“Es un montón”, dice Virginia Cervieri, quien representa a algunas de las marcas predilectas de los falsificadores: Adidas, Louis Vuitton, Chanel.
La abogada, que también preside la Cámara de Lucha contra la Piratería y el Contrabando, plantea que el delito se disparó en gran medida debido al boom de las compras electrónicas, redoblando la magnitud por el furor de las compras en el exterior a través de plataformas como Temu y Alibaba, entre otras. Esto condujo al incremento del consumo, “lo que hace que sea mucho más fácil que te pasen gato por liebre vía online que en el mercado interno”, apunta Cervieri.
“Es increíble la cantidad de gente que vende carteras de lujo en las redes sociales, que te venden los cargadores para el teléfono, que te venden juegos, que te venden juguetes. Y vos ves una foto, un video y podés pensar que es un original y no lo es”, plantea la abogada.
Unos años atrás el panorama era más sencillo. “El mayor problema que tenía el consumidor uruguayo era cuando iba a un shopping, o a un free shop en la frontera, y le vendían productos supuestamente de lujo, en dólares, él lo compraba pensando que era legítimo y resultaba que al final no era así”, dice Cervieri.
Antes había fábricas que multiplicaban productos falsificados, por ejemplo estampándoles las cotizadas grifas. Esas prendas después se vendían en ferias. “Pero eso ya no es redituable porque les sale mucho más caro que importar la mercadería falsificada”, y además las ferias que venden ropa ya no tienen el éxito de público que solían ostentar.
El problema ahora es mucho más complejo. El delito se diversificó. Además de los productos falsos que se venden como si fueran originales, se popularizó el comercio de los dupe, es decir los productos duplicados que son vendidos con la promesa de que son iguales que los verdaderos, pero más baratos.
“Eso también es uso no autorizado”, aclara Cervieri. Parece un truco inocente, pero no deja de ser un delito.
En los casos en que el precio del producto supuestamente original es muy bajo, “hay una complicidad del consumidor”, dice la abogada Agustina Fernández. “Esto también tiene un efecto perjudicial para la marca, porque son marcas que justamente quien las compra busca sentirse exclusivo”.
Otras veces al producto no se le pone ninguna grifa de marca, sino que se usa una tela con un diseño popular —que se llama pattern o patrón—, o solamente se copia el envase. Esto pasa con los perfumes pero también con afeitadoras y con productos de maquillaje. Y con juguetes.
“Se ha obligado a que las empresas actualmente estén registrando no solamente la marca, sino el diseño, el envase del perfume, el envase del bombón, el envase del shampoo, el tipo de máquina de afeitar, ¡hasta la forma del muñequito de Lego está registrada porque se copia!”, señala Cervieri.
Con el delito ramificado y cometiéndose en múltiples canales, salir a la caza de los falsificadores se ha convertido en una tarea constante para estos estudios. Una cacería que, como veremos, tiene distintos niveles de complejidad.
El brillo de lo trucho.
Empecemos por la práctica más extendida: el menudeo. Se nutre de las pequeñas compras por el sistema de encomiendas, lo que para algunas personas se convirtió en una forma de complementar ingresos mediante ventas más bien “caseras” por Instagram o TikTok. Se percibe como un delito de “pequeña escala”, pero sin embargo esta práctica “ha complejizado muchísimo la tarea de las marcas para perseguir las infracciones”, explica la abogada Fernández, presidenta de la Asociación Uruguaya de Agentes de la Propiedad Industrial.
Se trata de compras por internet de 20, 30 unidades. “Para el criminal esta metodología vuelve al delito muchísimo menos peligroso, porque una cosa es traer un contenedor y que si te agarran perdiste todo, y otra es concentrarse en pequeñas ventas”, con stock limitado.
Es frecuente que los oficiales de Aduanas encuentren paquetes con apenas tres artículos falsificados. “Eso hace que sea bastante frustrante para los oficiales, porque de repente como son pocas unidades, las grandes compañías no presentan una denuncia y el delito no se investiga”, apunta Fernández.
Ya vamos a eso, pero antes un repaso de los artículos más falsificados.
Entre enero y agosto de este año, Aduanas realizó incautaciones que detectaron 115.004 productos falsificados, según información a la que accedió El País. El rubro predominante fue la perfumería, contando 41.327 productos por un valor de 132.112.484 pesos. Después, vestimenta y calzado: 31.433 productos, equivalentes a 493.009.417 pesos. Sigue el área de juguetería, con 30.914 productos equivalentes a 57.553.215 pesos. Productos de aseo personal, con 9.462 artículos que suman 510.948 pesos. Por último, encontraron 1.868 consolas y joysticks con un valor de 8.102.240 pesos.
¿Cómo realiza las pericias la Policía?
El delito de falsificación marcaria está enlazado con otros. Para empezar, en lo relacionado a la fabricación de la mercadería. También puede coincidir con un delito de contrabando y con el de lavado de activos, ademas de las estafas cibernéticas como el phishing. El delito puede investigarse tanto por la vía penal como civil (por daños y perjuicios) siempre que haya una denuncia de la parte afectada. Una vez la mercadería es incautada, Policía Técnica realiza una pericia. Son exigentes ya que los falsificadores son cada vez más sofisticados, pero también porque las marcas suelen sumar cada vez más señas secretas para confirmar la autenticidad. A veces se solicita una muestra original para comparar, que puede valer miles de dólares.
El margen de ganancias de un artículo falsificado es enorme. Se puede comprar un artículo por dos dólares y venderlo a 200 dólares. O más: mucho más.
Esto incide en cómo llega la mercadería al país; principalmente por barco (la opción más económica) pero, ahora, cada vez más por avión, mediante servicio de courier (la más costosa). E, incluso, también llega por correo.
En falsificación marcaria, Uruguay es destino pero también es un país de tránsito de la mercadería, en especial la que viene desde China hacia Paraguay.
Aduanas aplica distintos procedimientos. Uno surge del análisis del riesgo aduanero; otro a partir de denuncias, que suelen ser presentadas por representantes marcarios y la tercera opción es a partir del control de rutina, según surge de la normativa a la que remitió el ente para este informe, excusándose de brindar una entrevista.
Fernández, la abogada, profundiza acerca de los controles y explica que Aduanas tiene un sistema de canales: “tipo un semáforo rojo, amarillo y verde”. En el rojo se hace una revisión física, en el canal amarillo la revisión es documental y el canal verde es sin revisión. “Todo pasa por el escáner, pero en general lo que va al canal rojo es porque viene con un reporte de otra aduana, que alerta de algo raro, o puede ser que el origen genere alguna sospecha.”
“Después en las que son franquicias de 200 dólares que vienen por avión, en general casi todo viene con revisión física y ahí es donde aparecen a veces las tres bermudas, los tres pares de lentes falsificados”, dice Fernández. “Hay cosas que exceden la franquicia o que pueden tener artículos que se revisan por cuestiones de cumplimiento de las normativas de seguridad del consumidor”, como puede ser la protección UV de los lentes, o la detección de metales pesados en juguetes.
En el caso en que Aduanas detecte la mercadería falsificada por un procedimiento de oficio, recurre al registro de marcas en el que se identifican los correspondientes representantes y les informa el hallazgo, además de notificar a las autoridades. El delito únicamente se investiga si la parte afectada presenta una denuncia. En caso contrario, se mantiene la mercadería incautada y los artículos se destruyen o donan o reciclan.
El asunto es que los cambios en la modalidad del delito generan situaciones incómodas para Aduanas. Si la incautación es de pocos artículos, como indica la nueva forma de operar de los falsificadores, las marcas optan por no presentar denuncia y ahorrar costos del proceso.
Esto generó una llamativa medida por parte de Aduanas, que generó molestia entre los representantes.
Medida firme: aduana da una clara señal
El delito cambió. La nueva modalidad trae pequeñas cantidades de falsificaciones: a veces tres prendas, 20 o 30; lejos de un contenedor completo. Así, muchas marcas no presentan denuncia para ahorrarse los costos de un proceso judicial. Esto puede generar un desestímulo para los oficiales. Según un documento al que accedió El País, Aduanas comunicó a los representes marcarios que para “optimizar los recursos” y “garantizar una gestión eficiente”, las marcas registradas que hayan sido notificadas de hallazgos de mercadería en presunta infracción y no hayan presentado denuncia en dos oportunidades, serán suspendidas del registro por un año, dejando entonces de recibir este aviso.
¿Un negocio “sexy”?
La baja percepción de riesgo que tiene el delito, que además se visualiza como de “una maldad menor” entre los de corte transfronterizos, provocó que se haya posicionado como un “negocio sexy” para delincuentes organizados, vinculados al tráfico de armas y drogas, dicen las expertas, que incluso lo usan para probar las rutas de tránsito. “El margen de ganancia de un contenedor de mercadería falsa supera el margen de ganancia de un contenedor con droga. Sobre todo por el tema del control”, dice Cervieri, y agrega: “No es tan fácil pasar un contenedor lleno de droga. En cambio con contenedores con mercadería falsificada es mucho más fácil porque el escáner no te muestra marcas truchas. Y no se pueden abrir todos los contenedores”.
En el mundo, la vinculación del narco con el negocio de las falsificaciones está demostrado, pero en Uruguay aún no se comprobó. Fiscales que conocen la materia plantean que roza con el contrabando, —“es un debe el abordaje desde ese lado”, apunta Rodrigo Morosoli— y posiblemente con el lavado de activos.
Este nexo se plasmó en el caso de Pelispedia, aquella web para ver películas piratas cuyos titulares residían en el departamento de Lavalleja. “La casa matriz estaba en Uruguay. Y el dinero entraba todo a través de tarjetas que no tenían ningún traqueo. Se demostró que lo que había atrás era también lavado de activos”, resumen Cervieri, representante de unos estudios de Hollywood afectados.
Otra señal de posible mecanismo para lavar dinero es la gran cantidad de publicidad de cuentas de redes sociales que venden estas mercaderías, “vos no sabés de dónde está llegando el dinero”, dice Cervieri. También se relacionó este delito con el de phishing, estafa cibernética que a través del engaño roba contraseñas, datos bancarios y de tarjetas de crédito.
El porte del delito mudó las investigaciones de las fiscalías de flagrancia a las delitos económicos, en las que, según estima el fiscal Gilberto Rodríguez, llegan dos o tres casos por turno. Su percepción es que las denuncias están aumentando.
Las investigaciones se centran en el escenario local, dice el fiscal. ¿Llegar al proveedor en Asia, por ejemplo? Es complicado pero no imposible; de hecho un tiempo atrás, un hallazgo acá terminó guiando hacia los fabricantes ilícitos de cascos de motos Monster en la India.
Pero eso fue más bien una excepción, que recuerda Cervieri. Por lo general en la vía penal se llega a un acuerdo con el imputado en un proceso abreviado, con la medida de libertad a prueba, a veces con un acuerdo reparatorio, una suerte de “reembolso” a la marca afectada.
Cuando los delincuentes son comerciantes pequeños, los abogados denuncian las cuentas en las plataformas y los intiman. Realizan una compra falsa para ver hasta dónde pueden llegar y concluyen que ni siquiera en la vía civil se podría obtener una reparación, porque no hay forma de cobrarles.
En esos casos, prima una burbuja de “impunidad”, en la que vender artículos que parecen lujosos a un valor que representa entre el 5% y 10% del original, no se percibe como un delito. “Hemos visto personas que están haciendo un vivo, y mientras lo hacen nosotros les caemos en la dirección con la intimación”, cuenta la abogada.
De vuelta en TikTok, una chica publica un video abriendo la Louis Vuitton que le acaba de llegar al comercio. Es el modelo más popular. El packaging es idéntico al de una cartera original y el producto también: la costura no está comida hacia adentro, los loguitos del diseño apuntan hacia arriba, “¡y la calidad del cuero no se puede creer!”, describe la vendedora.
Cumple con todos los tips.
El lujo, según el slogan de la cuenta, es algo que “se siente”, y eso alcanza si el original no se puede costear; aunque esa “inocente” compra sea un eslabón de una cadena de delitos mucho más graves de lo que el brillo del glamour permite ver.