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La crisis del Frente Amplio: cuáles son los 10 desafíos y errores que no debe cometer en la oposición

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Frente Amplio. Foto: Fernando Ponzetto.

EL FUTURO DE LA IZQUIERDA

Le costó posicionarse en su nuevo rol opositor tras 15 años de gobierno y en medio de la inédita pandemia que fortaleció al presidente. Opinan analistas y referentes históricos de izquierda

Estaba feliz y quería demostrarlo. Pasaban 32 minutos de las once de la noche y Daniel Martínez emprendió el camino rumbo al escenario en 18 de Julio y Yaguarón aquel domingo 24 de noviembre de 2019. Subió y levantó las manos, se golpeó el pecho, se rio, gritó, saltó, se sacó la rabia contenida. La euforia lo gobernó aquella templada noche de primavera. A su lado, más medida, Graciela Villar aplaudía y saludaba a la militancia. A esa ahora la fórmula frenteamplista ya sabía que perdería la elección peroprefería dar un mensaje triunfalista y celebrar que lo que parecía una victoria demoledora para Luis Lacalle Pou y Beatriz Argimón terminó siendo un triunfo muy acotado. Al final, tras contar los votos observados casi una semana después, la distancia fue de 37.042 sufragios a favor de la fórmula de la coalición multicolor.

El Frente Amplio dejaba atrás 15 años de gobierno y cedía el poder a una coalición liderada por el Partido Nacional. Pero, al mismo tiempo, pasaba el mensaje de que seguía representando a medio país y que no le haría las cosas fáciles al futuro gobierno. En aquel entonces, esa noche en la que Martínez se golpeó el pecho cual King Kong, nadie suponía lo que pasaría tres meses más tarde. La pandemia, es una obviedad, era imposible de predecir. Y aún menos que la gestión del proceso vinculado al COVID-19 fortalecería al nuevo presidente y le complicaría más las cosas a la coalición de izquierda.

No es ningún misterio que al Frente Amplio le costó pararse como partido de oposición en este primer año, eso lo reconocen sus propios dirigentes. Y, además, todo cambió: debió aprender a ser oposición tras haber estado tres períodos en el poder. Sin liderazgos claros (más allá de los intendentes Carolina Cosse y Yamandú Orsi, los únicos que hoy se perfilan como eventuales candidatos para 2024), con una autocrítica aún en proceso y en campaña contra la Ley de Urgente Consideración (LUC), la izquierda arranca ahora su segundo año en la oposición con el objetivo de poder marcar más la agenda y presionar al gobierno, esperando que en algún momento llegue el natural desgaste en la imagen del presidente. En el medio están las postergadas elecciones internas de donde debería surgir el reemplazo para el presidente Javier Miranda. Por todo esto, 2021 puede ser un año bisagra para la izquierda, que todavía busca encontrar su lugar.

Desde su casa en Rincón del Cerro —de donde casi no sale desde fines de año, al igual que su esposo, el expresidente José Mujica— la senadora del MPP Lucía Topolansky dice que el que pasó fue un año “absolutamente irregular”, con “un silencio penoso que hace muy difícil medir las cosas en su justo término”. Y se lamenta: “Los que están en el gobierno tuvieron suerte en eso. Es un silencio tremendo para los que somos militantes… La calle expresa alegría, protestas, pensamiento político y la vida de las ciudades”. A ella la pandemia le ha impedido participar en las bancadas y en muchas discusiones internas del Frente Amplio: “Para mí este fue un año muy confinado diríamos... Tendré que esperar a que me toque la vacuna”, dice, con cierta esperanza.

El senador y vicepresidente del Frente Amplio José Carlos Mahía (Asamblea Uruguay) dice que la izquierda “sufrió el impacto” de haber pasado a la oposición y debió hacer un “reaprendizaje”. Lo mismo opina el secretario general comunista Juan Castillo: “Nos costó pararnos en el nuevo escenario. A varios no les gusta que digamos esto, pero hasta había algunos compañeros que no se habían dado cuenta que ya no éramos más gobierno”.
Y el secretario general del Partido Socialista, Gonzalo Civila, admite que no le “conforma el rol que jugó el Frente” como oposición. “Habiendo sido el gobierno tan agresivo, debimos dar más”, apunta el diputado socialista, quien entiende que la voz del Frente debió ser más clara y la estrategia más definida frente a la “potente estrategia de marketing” y la puesta en marcha “de un proyecto muy regresivo” por parte del gobierno de Lacalle Pou.

Más cauto, Rafael Michelini, secretario político del Frente Amplio, dice que a ellos les costó igual que le ocurrió al Partido Colorado cuando pasó a la oposición en 2005. “Reacomodarse siempre lleva un tiempo. Al Frente le llevó seis o siete meses”, asegura Michelini. El exintendente Mariano Arana (Vertiente Artiguista) asegura que el desafío “es volver a ser lo que el Frente fue desde el primer día”. ¿Qué significa eso? “No estamos para defender sillones, sino a la gente que más necesita del apoyo de una fuerza progresista real”.

Los analistas políticos también observan con interés el presente y el futuro del Frente Amplio.

—¿Hoy podemos hablar de una crisis?

—Sí, yo creo que el Frente vive una crisis en este momento —responde la politóloga y analista política Victoria Gadea—. Una crisis de varias cosas: una es de liderazgos, otra tiene que ver con la agenda. Cuando vuelva a desafiar el poder en 2024, deberá tener una propuesta de cambio y hoy no la tiene. Solo propone eliminar lo que va transformando el gobierno actual y volver a lo anterior.

Su colega Agustín Canzani —sociólogo, analista y director de la Fundación Líber Seregni, que responde al Frente Amplio— duda ante la misma pregunta:

—No estoy seguro si es una crisis —admite—. Es un momento desafiante, sin dudas. Pero creo que hay momentos históricos que se parecen más a una crisis que la situación actual. Por ejemplo, la escisión del Partido por el Gobierno del Pueblo (PGP) de Hugo Batalla y del Partido Demócrata Cristiano (PDC) en 1989.

Como sea, en este escenario, ¿cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta el Frente y cuáles los errores que no debe volver a cometer como partido de oposición? Aquí, una lista con diez grandes temas.

1

Encontrar un nuevo líder o más de uno

El Frente aún no ha logrado procesar ese recambio (que siempre tiene “algo de traumático”, apunta Canzani), aunque los dirigentes intentan restarle trascendencia al tema y afirman que, por la idiosincrasia de la coalición, eso no es lo vital hoy. Michelini dice que tener al mismo tiempo a tres figuras como Tabaré Vázquez, José Mujica y Danilo Astori es algo que no se dará a corto plazo. “Pocas veces se volverá a dar algo así. Es como tener en la misma selección a Suárez, Cavani y Forlán”, se ríe. Cosse y Orsi son “dos locomotoras electorales” pero en el Frente siempre ha sido relevante el colectivo, agrega.

La politóloga Gadea apunta que Cosse y Orsi llevan ventaja en la carrera (por sus puestos ejecutivos), pero ambos están “lejos de consolidarse como líderes capaces de alinear a buena parte del Frente” e incluso de generar simpatías fuera de la militancia más dura. Topolansky piensa que los liderazgos “surgen o no” y que no se logra solo con formación para los militantes. Algo parecido dice Michelini: “No hay un proceso de búsqueda, los liderazgos van a aparecer como pasó siempre”.

2

Que la pandemia le permita movilizarse

El COVID-19 redujo al mínimo la capacidad de movilización y de reuniones, algo vital en la vida política del Frente. “Y buena parte de su estructura de militancia de las bases está compuesta por personas mayores”, sostiene Gadea. Pero, además, la pandemia condicionó a la hora de criticar al gobierno porque muchos problemas pueden atribuirse al COVID-19. Gadea dice que, de alguna manera, el Frente Amplio parece desconocer cuál es la sensibilidad social que prima hoy en la sociedad uruguaya respecto al desempeño del gobierno en la pandemia y el amplio apoyo que recoge: “Es cierto que para mucha gente este fue un año perdido pero la mayoría no le atribuye esa responsabilidad al gobierno, sino a factores exógenos”, dice la politóloga.

Canzani afirma que la clave es separar el apoyo institucional a cuestiones como la política sanitaria y el control de la pandemia, de las cosas que llevan por un camino “inadecuado o insuficiente”, como por ejemplo el apoyo a los que sufren las consecuencias económicas.

3

Unidad de acción y sin discursos descoordinados

La conferencia del miércoles pasado en respuesta al discurso de Lacalle Pou en el Parlamento y encabezada por Miranda (ver recuadro más abajo) fue un intento de unidad de acción. De hecho, los dirigentes acordaron no hablar tras el mensaje del presidente, hasta que ocurriera la instancia pactada. Pero hoy al Frente “le falta una conducción clara”, dice Gadea, más allá de que los matices son lógicos y hasta deseables. Canzani dice que los problemas de articulación y coordinación se arrastran desde el tercer gobierno y, al desaparecer la esfera del Poder Ejecutivo que ordena el trabajo parlamentario, se notan más. “Yo tiendo a pensar que con el tiempo se van a ir reduciendo”, opina.

Civila admite que hay “un déficit de coordinación y trabajo conjunto”, aunque cree que instancias como las del miércoles pasado van en la línea correcta. Topolansky, en cambio, dice que en el Frente se coordina cómo hacer la oposición: “Hemos actuado coordinadamente, pero eso no quiere decir que seamos algo monolítico. No, somos un frente. La diversidad ha sido nuestra gran llave. Si no la mantenemos, morimos”.

Frente Amplio. Foto: El País.
El Frente Amplio postergó las elecciones internas y la autocrítica. Foto: El País.
4

Marcar agenda y generar propuestas

Gadea dice que la agenda que la izquierda pone sobre la mesa en forma insistente es un señalamiento a las acciones de gobierno. “La propuesta es como volver al pasado: restaurar lo que ellos entienden que hacían bien”, sostiene. Para Canzani, el Frente debe asumir que ya no es gobierno y que la política se jugará en la cancha del adversario. Así, parece clave una agenda parlamentaria más activa. El año pasado el Frente Amplio casi no recurrió a citaciones de ministros. Topolansky argumenta que fueron “muy cuidadosos” y Mahía recuerda que no hubo una sola interpelación en el primer año, “un tono bien distinto al que le tocó al Frente cuando gobernó por primera vez, donde la oposición convocó a un representante del Ejecutivo cada cuatro días”. Pero el plan es que esto cambie este año: “Las acciones y las omisiones del gobierno ameritan una mayor presencialidad en el Parlamento”, dice Mahía. De hecho, el cambio de estrategia ya se notó en febrero, cuando convocaron a cinco ministros.

5

No quedar radicalizado a la izquierda

“El dogma del corrimiento al centro está cada vez más cuestionado en el mundo y no debe ser el camino del Frente”, advierte Civila. Pero la politóloga Gadea dice que los sectores que están más presentes en la discusión pública son los que se encuentran más a la izquierda y eso hace que el Frente pierda espacios de discusión ideológica a la interna. Hoy, aunque hay más de 30 sectores, al Frente Amplio le faltan grises y pierde oportunidades de “empatizar con la ciudadanía”. La clave es que siga siendo un partido catch all y no de nicho. “O sea, el riesgo del Frente hoy es que su piso electoral, que sigue siendo alto, se pegue casi con su techo”, explica.

Mahía dice que desde Asamblea Uruguay trabajan para darle “mayor cohesión y fuerza” a los sectores que se identifican con el “seregnismo” y que el error en la elección pasada fue ir separados, en referencia a que el grupo de Astori y el del senador Mario Bergara no se presentaron juntos. La consecuencia de eso fue una “subrepresentación” en el Parlamento del ala moderada. El objetivo es que en 2024 vayan “lo más juntos posible”, que “exista una perspectiva electoral más potente” que en 2019 y lograr así que el Frente “tenga mayor equilibrio interno”.

6

Que la campaña de firmas contra la LUC sea exitosa

Es un tema complejo porque es de difícil explicación y llegada para el gran público. Y es clave para sus intereses (para no sumar otra derrota) alcanzar las firmas requeridas para ir al referéndum: necesita 673.592 adhesiones y el plazo vence el 9 de julio.

Para la izquierda “es un riesgo grande”, dice la politóloga Gadea, pero el despliegue territorial hace que quizás sea posible que las firmas se junten. Si lo logra, será una victoria política a corto plazo y un golpe para el gobierno. “Sería una forma de demostrar que no estaban tan lejos del sentir popular”, dice Gadea.

Arana admite que hay un porcentaje alto de ciudadanos que no percibe la derogación de parte de la LUC como “la primera prioridad” y que podría ser “inconveniente” no llegar a las firmas requeridas. “Está en nosotros explicar por qué se está haciendo esta propuesta. Pero explicar, ¿eh? No solo pensar a tambor batiente que nos llevamos a la gente por delante”, dice el exintendente. Y Michelini sostiene que la campaña contra la LUC le dio al Frente “un entusiasmo inmenso en la militancia”. Además, afirma que es un instrumento para que la protesta social “sea pacífica” y muchos canalicen su “bronca” por la falta de empleo y oportunidades. “Podríamos estar en una situación de enfrentamiento como en Chile”, justifica.

Campaña contra la LUC. Marcelo Bonjour.
El Frente Amplio y los sindicatos llevan adelante la redolección de firmas contra la Ley de Urgente Consideración. Foto: Marcelo Bonjour.
7

Recuperar la militancia y contacto con organizaciones

El documento de autocrítica que prepara el Frente Amplio menciona que es clave el “proceso de degradación y pérdida de conexión con la sociedad” que hubo durante los gobiernos de izquierda. Civila dice que este es “un momento fermental” donde hay que tender puentes con organizaciones y actores. “Es un diálogo que habíamos descuidado y en parte explica la derrota de 2019”, afirma.

8

Terminar el proceso de autocrítica

Ese proceso empezó el año pasado pero está en suspenso y ya se discutió en tres plenarios nacionales. “Quedó bastante en el freezer”, afirma Gadea. Hay un documento con aportes de los sectores y bases donde, según publicó El País en diciembre pasado, se reconocen los errores, pero también se menciona una “inconsistencia estratégica” y hasta de contradicciones en la acción durante los tres períodos de gobierno. El documento aún debe ser aprobado por el plenario y el congreso.

Se trata de un proceso con finalidad “catártica”, dice Canzani y sostiene que eso es aún más relevante que el resultado final. “No puede ser algo eterno”, se ataja Castillo. Civila afirma que el debate autocrítico “no ha tenido todavía la profundidad y el alcance” que espera y dice que debe haber más participación de la militancia. Arana, mientras tanto, reclama: “Espero que todos se den cuenta que no es sumando grupos y grupúsculos que se llega (al triunfo)”. Desafiante, Topolansky retruca que “al Frente le exigen” pero que hasta el día de hoy no ha podido leer la autocrítica del Partido Colorado tras la derrota de 2004. “Si es que la hicieron, ¿vos la leíste?”, pregunta.

9

Encontrar un nuevo presidente del Frente

Aún no está claro si habrá una candidatura única de consenso o varias candidaturas. La elección, además, fue postergada hasta fin de año por la pandemia. Es importante que “el Frente solucione este tema rápido porque ya se cumplieron los plazos y hay cierto desgaste”, indica Gadea. A Arana le enferma pensar “que todo lo tenemos que discutir y rediscutir”. Y agrega: “Ese no es un tema prioritario, por favor... Es solo importante para los militantes. Pero, si hay que hacerlo, hagámoslo en tiempo y forma”.

10

Preparar una propuesta para 2024

La próxima elección ya no esta tan lejos y, aunque no lo digan, muchos tienen el tema en mente. Pero la izquierda debe pensar su proyecto de país. “El Frente no va a poder hacer un calco de lo que ya hizo en los 15 años de gobierno porque el Uruguay es distinto”, afirma Canzani. El mayor desafío, según Michelini, es que una eventual victoria “no le caiga de arriba, sino por un trabajo y esfuerzo que permita preparar los próximos 15 años de gobierno progresista”. Hace un silencio y dispara con aire triunfalista: “Que sean más prósperos e igualitarios que los 15 años anteriores, que fueron los mejores de toda la historia de Uruguay”.

El mensaje de Miranda y la respuesta de Lacalle
Un gobierno "soberbio" y "en soledad"
Javier Miranda. Foto Estefanía Leal.

Acompañado por varios dirigentes, el presidente del Frente Amplio Javier Miranda dio una conferencia de prensa el miércoles pasado, un día después del mensaje del presidente Luis Lacalle Pou ante el Parlamento. El tono fue duro, de confrontación. “No todo es culpa de la pandemia y hay que hacerse cargo de las decisiones de gobierno”, dijo Miranda en un mensaje consensuado antes a la interna del Frente, tal como publicó El País el jueves pasado.

Miranda acusó a Lacalle Pou de “gobernar en soledad” y “sin diálogo democrático con la oposición”. Le reprochó “elegir el camino de la confrontación y polarización”. Y volvió a la carga: “El gobierno es conducido por un sector de un partido político que, convencido en su vanidad, no escucha ni contempla las propuestas de la oposición, ni de sus socios de coalición. Esto define la soberbia de un gobierno”.

El Frente Amplio transmitió que las medidas económicas adoptadas por el Ejecutivo son insuficientes. “Hay que hacerse cargo de las decisiones políticas tomadas”, afirmó Miranda, parafraseando a Lacalle Pou cuando prometía “hacerse cargo” en la campaña. “¿Estaba bueno cambiar?”, preguntó, ironizando otra vez con una de las consignas de la campaña de Lacalle.

Unas horas más tarde y en una entrevista en Telemundo, Lacalle le respondió a Miranda: “No sé quién le escribe el libreto. Seguramente no es alguien que esté viendo la realidad, con todo respeto”.

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