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Brasil decide entre Lula y Bolsonaro en un clima de tensión y violencia: ¿cómo puede afectar a Uruguay?

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Lula y Bolsonaro

ELECCIONES

Analistas brasileños explican la polarización política inédita que atraviesa el país norteño. ¿Y cómo puede afectar el resultado, donde el expresidente Lula es favorito, a los intereses uruguayos?

En Rivera siguen con atención la campaña electoral en Brasil, por TV Globo y en la calle. Hay banderas con el 22, la lista del presidente Jair Bolsonaro, y banderas con el 13, la del expresidente y actual candidato Luiz Inácio Lula da Silva. “A medida que te acercás al centro, los empezás a ver. Los brasileños son muy expresivos. En la línea divisoria (entre Rivera y Santana do Livramento) hay grupos de militantes igual que ahí en rambla de Montevideo cuando hay elecciones”, cuenta Gabriel, un vecino de Rivera.

Gabriel tiene 30 años, es nacionalizado uruguayo pero nació en Brasil. En estas elecciones, igual que en 2018, va a cruzar la frontera para pronunciarse en las urnas. Hace cuatro años eligió a Bolsonaro, igual que todo el sur de Brasil. “Pasó lo del Lava Jato y la gente se cansó de la corrupción. La alternativa era Bolsonaro, alguien que estaba hacía mucho tiempo en la política”, recuerda Gabriel. Pero esta vez no está tan seguro. “Los hijos de él cayeron en el mismo error, en cosas turbias, en corrupción”, se lamenta.

Tiene decenas de amigos y familiares que harán lo mismo que él: zambullirse en una marea roja y verde en Livramento, elegir, volver y sintonizar la Globo. Los problemas de Brasil —el Brasil del sur— no les son ajenos: la salud, el desempleo y la pobre infraestructura de las ciudades son algunos de los que nombra Gabriel desde la ciudad del norte que vive el proceso electoral vecino como si fuera realmente propio.

Unos 500 kilómetros al sur, en Montevideo, Andressa describe un meme que circula en sus redes sociales: “Ya no sé si estoy viviendo o simplemente estoy esperando para votar”, dice la imagen. Brasileña y periodista de profesión, Andressa llegó a Uruguay tras el ascenso de Bolsonaro al poder. Tenía miedo de vivir en su país. Ahora ve una posibilidad cierta de que Bolsonaro caiga, por eso da batalla desde donde está para que sus compatriotas en Uruguay se acerquen a la embajada este domingo con una lista de Lula. Después va a esperar el resultado junto con otros militantes en una plaza en Parque Rodó. “Vení a acompañarnos a la vuelta de la democracia”, dice la convocatoria a lo que esperan será un festejo.

Jair Bolsonaro (PL), Padre Kelmon (PTB),  Luiz Felipe D'Avila (Novo), Soraya Thronike (Uniao), Luiz Inacio Lula da Silva (PT), Simone Tebet (MDB)  y Ciro Gomes (PDT) asisten al debate presidencial este jueves. Foto: AFP
Jair Bolsonaro(PL), Padre Kelmon(PTB), Luiz Felipe D'Avila(Novo), Soraya Thronike(Uniao), Luiz Inacio Lula da Silva(PT), Simone Tebet(MDB) y Ciro Gomes(PDT). Foto: AFP

Brasil vive una polarización pocas veces vista, dicen los analistas. Por un lado está Lula, al frente del Partido de los Trabajadores (PT) pero con una coalición de nueve partidos más —algunos tienden más al centro que a la izquierda— que lo respaldan bajo el lema Brasil de la Esperanza. Al otro lado del espectro ideológico, Bolsonaro apuesta a la reelección postulado por el Partido Liberal.

Lula es el favorito en las encuestas: el último sondeo de Datafolha, divulgado el jueves, le atribuye el 50% de los votos válidos, el mismo porcentaje que la semana pasada. En tanto, el actual presidente aumentó un punto desde la última encuesta, con el 36% de los votos válidos. Datafolha puntualiza que el margen de error es de dos puntos porcentuales, por lo que Lula obtendría entre el 48% y el 52% de los votos válidos.

Otras encuestas publicadas esta semana dicen que Lula se haría del 48% de los votos válidos y dan un mejor panorama para Bolsonaro, que obtendría el 38% de los votos según PoderData y 37% según BTG Pactual-FSB Pesquisa.

Según la encuesta de Datafolha, el resto de los votos se reparten entre Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista, quien tiene el 6% de los votos válidos; la senadora Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, que alcanza el 5%, y Soraya Thronicke, de União Brasil, marca el 1%. A captar estos votos apunta, en parte, la estrategia de los candidatos grandes. Y también el voto de los indecisos y de quienes piensan votar en blanco o abstenerse. Los primeros, según Datafolha, son el 2%; los que se abstendrían, anularían su voto o votarían en blanco, llegan al 3%.

A ese electorado se dirigieron los candidatos en el acalorado debate del jueves, transmitido por TV Globo. Para Lula son clave. “Los indecisos aumentaron en lugares más empobrecidos, que son justamente quienes más han votado a Lula históricamente. A mayor número de indecisos, menor capacidad del expresidente de ganar en primera vuelta, y mayor la tendencia de tener segunda vuelta”, apunta desde San Pablo la politóloga María do Socorro Sousa Braga, coordinadora de posgrados en ciencia política en la Universidad Federal de San Carlos.

Mientras tanto, en Uruguay, hay euforia pero también perspicacia. El Frente Amplio se reunirá en la sede central con “pantalla gigante, venta de bebidas y pizza” a esperar los resultados este domingo. Más al norte hay políticos que incluso mueven su militancia en favor de uno u otro candidato.

Los analistas uruguayos miran con atención cada paso que da el histórico socio comercial del país. Si bien no esperan movimientos bruscos, puede haber un cambio en el “tono” de las relaciones si gana el expresidente Lula. Dice Ignacio Bartesaghi, director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay: “Lula le va a otorgar a la política internacional brasileña un contenido mucho más retórico y político. En ese sentido, no hay buenas noticias para Uruguay; Uruguay tiene una visión muy pragmática de la apertura internacional y del Mercosur”.

Jair Bolsonaro en un acto de campaña. Foto: AFP
Jair Bolsonaro saluda a sus seguidores. Foto: AFP

La batalla.

Ante miles y miles de televidentes en el debate organizado por TV Globo, Lula lanzó el jueves:

—Bolsonaro me acusa de montar pandillas. Si tan solo se viese en el espejo y supiese lo que pasa en su gobierno, lo que fue la pandilla de la vacuna.

—Mentiroso, expresidiario, traidor a la patria —respondió Bolsonaro.

—No mienta, es feo que un presidente de la República mienta a toda hora, descaradamente. Por eso, el 2 de octubre, el pueblo te va a mandar a casa —replicó Lula.

—No existe nada contra mi gobierno, deje de mentir, tenga vergüenza —protestó Bolsonaro aún con el micrófono apagado, lo que le valió el reproche del moderador.

¿Qué hay detrás de los ataques? ¿Cuál ha sido la estrategia de campaña de los candidatos más fuertes?

Josué Medeiros, doctor en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, dice lo siguiente: “En esta elección polarizada, Lula tiene una estrategia de ‘frente amplia’, de ampliación. ¿Por qué ‘frente amplia’? Porque Lula recibe apoyo desde el Partido de la Causa Obrera (PCO), que es el partido más a la izquierda del sistema político brasileño, hasta de partidos de derecha. Tiene el respaldo de movimientos sociales tradicionales y también de élites empresariales. Esa estrategia de frente amplio de Lula se da con base en un programa de defensa de la democracia”.

En ese sentido, Lula apunta al “autoritarismo” de Bolsonaro, a la idea de que si Bolsonaro gana, ese “autoritarismo” se va a “profundizar”. “Es una estrategia que ha funcionado. Si la elección fuera hoy, todas las encuestas dicen que Lula tiene chances reales de vencer en la primera vuelta”, señala Medeiros.

Una niña posa con un muñeco del expresidente Lula da Silva durante un acto de campaña. Foto: AFP
Una niña posa con un muñeco gigante del expresidente Lula da Silva durante un acto de campaña. Foto: AFP

Por su parte, Sousa Braga sostiene que el PT “tiene muchos militantes muy aguerridos que han conseguido construir una base muy sólida en estos 40 años”. La experta, estudiosa de los partidos políticos brasileños, dice que el PT logró construir “una identidad colectiva muy importante”; no obstante, Lula no obtiene todos sus votos del PT.

“El expresidente consiguió juntar mucho apoyo del centro y la centroderecha, y el apoyo de varias clases sociales. De hecho, las clases populares apoyaron más a Lula que al PT en sí”, dice Sousa Braga.

En esa estrategia de ampliación, Lula captó, a través de negociaciones e intercambios políticos, a partidos que estaban en la base del bolsonarismo durante su gobierno, señala Nastasia Barceló, doctora en Ciencias Sociales por la Universidade de São Paulo y docente en la Universidad de la República. Por ejemplo, hizo negociaciones con el Partido Solidaridade, el Partido Republicano del Orden y el Partido Social Democrático (PCD).

“Un caso muy claro de esa estrategia es el intercambio entre San Pablo y Minas Gerais”, dice Barceló. “El PT abandona la posibilidad de tener candidato en Minas tanto a gobernador como al Senado —porque son listas abiertas— a cambio del apoyo del PCD, que sí tiene candidatos a gobernador y a senador, para obtener apoyos en San Pablo”, explica. ¿Por qué? “Porque el principal objetivo del PT en esta elección es llegar a la presidencia pero también ganar la gobernación en San Pablo”.

Así, Lula hizo intercambios y formó alianzas en lugares clave a lo largo y ancho del país para aumentar el caudal de votos.

Ahora, en la recta final, el líder del PT busca el “voto útil”, que es el voto de aquellos que no tienen filiación a un partido político pero que sufragan para desbancar al que está en el gobierno. La campaña del izquierdista ha llamado a los brasileños a ese voto ya en la primera vuelta, para intentar capturar votos de otros candidatos más relegados en las encuestas, como el centroizquierdista Gomes y la senadora Tebet. Algunos analistas sostienen que este voto es crucial para que Lula gane en primera vuelta. En una eventual segunda vuelta, a la que apunta Bolsonaro, la balanza no le favorece tanto como ahora, sostienen.

Bolsonaro, por su parte, se volcó hacia los apoyos más sólidos que tenía. Desde sus comienzos está cerca de las fuerzas armadas brasileñas, que no han dejado de respaldarlo. Braga señala que más de 6.000 cargos en el gobierno son ocupados por militares. Los evangélicos, que en 2018 conformaban el 70% de su electorado, son menos en esta elección, pero son fuertes. “Están en el entorno del 55%, 45%. Lula consiguió la diferencia”, afirma Medeiros. “El electorado evangélico es pobre, vive en las periferias de grandes ciudades. Creyeron en Bolsonaro en 2018, pero su vida empeoró. Una parte permanece con el presidente por cuestión del conservadurismo, de las costumbres. La otra parte se va a ir con Lula”, asegura el politólogo.

“Bolsonaro es ‘antiguo’, tiene más de 30 años en política. Fue electo por primera vez en Río, en 1988. No era conocido nacionalmente. Después de concejal de Río de Janeiro fue diputado federal y lideró sectores de partidos menores. Pasó por varios partidos políticos, siempre dentro de la derecha, siempre con banderas nacionalistas”, relata Sousa Braga. Y así allanó el camino y forjó una identidad que mueve multitudes.

Bolsonaro encabeza caravana de motos. Foto: AFP
Bolsonaro encabeza caravana de motos. Foto: AFP

Violencia e incertidumbre.

Mientras Lula repite “democracia”, Bolsonaro insiste con “Dios, patria y familia”. Ese es el lema. Sobre la estrategia del presidente, Malco Camargos, doctor en ciencia política y profesor en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais, hace la siguiente observación: “Es muy impresionante la capacidad de movilización digital y presencial de Bolsonaro. Innegablemente, en lo que respecta a la movilización, es mucho mayor a la de Lula. El problema es que no moviliza a Brasil como un todo, sino que moviliza mucho a determinados segmentos del electorado brasileño. Hay una movilización silenciosa que se da con los evangélicos, por ejemplo”.

Y la movilización que copa las calles, las multitudes en las caravanas de motos y en los actos, “están compuestas por muchas personas, sí, pero no parecen tener las características de la población brasilera”, apunta Camargos. “Las personas que moviliza el presidente son blancas, clase media, de mediana edad. Y Brasil no es blanco, de clase media, de mediana edad. Brasil es preto y pardo, Brasil es pobre, Brasil es joven”.

Esas marchas multitudinarias generan un sentimiento de victoria hacia quien lidera el proceso, dice Camargo. En otras palabras, sus electores ven a Bolsonaro ganador el 2 de octubre. “A sus ojos, la elección termina el domingo con el líder de la movilización, Bolsonaro, como presidente. Pero eso no tiene en cuenta la diversidad del país. Y ese sentimiento y esa certeza pueden llevar a la no aceptación de los resultados, al cuestionamiento de la voluntad del elector”, explica el politólogo.

Bolsonaro en una "rally". Foto: AFP
Jair Bolsonaro encabeza una "rally". Foto: AFP

El temor al desconocimiento de los resultados está latente en Brasil. Naira Hofmeister, periodista radicada en Porto Alegre, cuenta que en la ciudad hay un clima de “tensión”. Desde hace un tiempo, el presidente ha mostrado desconfianza en el voto electrónico, por ejemplo. Hofmeister cuenta que ese miedo se suma a la escalada de violencia política “que nunca había visto antes”. Se refiere al asesinato de tres electores de Lula: dos durante este mes y uno en julio. En los tres homicidios hay indicios de una motivación política (ver recuadro). El nivel de violencia es tal que tanto Lula como Bolsonaro han concurrido con chaleco antibalas a los actos masivos.

Aun así, los brasileños confían en la solidez de las instituciones. “Se espera que Bolsonaro no reconozca una eventual derrota, pero no se cree que vaya a tener mucho impacto. Hay una articulación de todos los poderes en pos de reconocer el resultado electoral”, dice Medeiros. “Todos los países van a reconocerlo inmediatamente, además del Congreso, los parlamentarios, los gobernadores, la elite empresarial. Nada da para imaginar que el movimiento de Bolsonaro tenga un efecto institucional”, finaliza.

homicidios

Una escalada de violencia mancha la campaña

Autoridades investigan el asesinato de al menos cuatro personas tras presuntas discusiones políticas, dos de ellas el pasado fin de semana. El primer caso grave de supuesta violencia política ocurrió en julio, en Foz de Iguazú, donde un agente penitenciario, declarado seguidor de Bolsonaro, mató a tiros a uno de los líderes locales del PT que celebraba su cumpleaños con una fiesta temática sobre Lula.

El 7 de setiembre, otro simpatizante de Bolsonaro asesinó a cuchilladas a un colega de trabajo durante una discusión política en Mato Grosso. Los dos últimos ocurrieron el pasado fin de semana, siendo la motivación política una de las líneas abiertas de investigación. En Ceará, un sospechoso entró en un bar, preguntó quién era votante de Lula y apuñaló a un hombre, que murió poco después en el hospital, según medios locales. En Santa Catarina, la Policía investiga la muerte, también a cuchilladas, de un correligionario de Bolsonaro durante otra riña en un bar. (EFE)

Impacto.

Brasil es un socio comercial histórico de Uruguay. De hecho, en algunos meses de este año fue el principal destino de las exportaciones uruguayas. Ahora, ¿qué impacto puede tener una victoria de Lula?

Bartesaghi no cree que las corrientes comerciales vayan a cambiar demasiado el rumbo si gana uno u otro. “Incluso creo que Lula va a sostener cierta continuidad en algunas políticas emprendidas por Bolsonaro, porque el propio Brasil está demandando llevar adelante reformas que van más allá de la discusión derecha-izquierda”, sostiene.

Tampoco cree que vaya a haber una “afección” en las corrientes comerciales en Uruguay; más allá de eso, al experto le preocupa “el tono” que pueda adoptar el líder del PT. “El Lula de ahora no es el mismo Lula de hace un tiempo; sus equipos han cambiado, su visión sobre el mundo ha cambiado. Pero, más allá de eso, pienso que Lula le va a otorgar a la política internacional brasileña un contenido más político”.

Lula da Silva rodeado de militantes durante la campaña. Foto: AFP
Lula da Silva rodeado de militantes durante la campaña. Foto: AFP

Esto se reflejaría, dice Bartesaghi, en una visión de un Mercosur que se vea “tentado a volver a esa dicotomía entre izquierda y derecha, un poco tentado a los populismos. Es muy es altamente probable que Lula quiera el reingreso de Venezuela al Mercosur”, apunta. Y la ampliación del bloque integrando a otros países. El eventual reintegro de Venezuela “va a tensionar las relaciones con Uruguay”, opina el experto.

Barceló considera que con Lula habría un retorno de “una tradición política brasileña: la búsqueda de autonomía dentro del sistema internacional”. Una estrategia sería “fomentar los procesos de integración regional”, dice Barceló. En ese sentido, la Unasur “tendría grandes chances de revitalizarse”. La segunda estrategia, la que mira hacia afuera, sería apuntar al sur global: China, India, Sudáfrica. Ser un jugador grande.

Todo esto siempre y cuando, claro, se compruebe lo que dicen algunas encuestas este domingo.

voto verde

El ambiente y la postura de los ecologistas en la campaña

La imagen habrá marcado el gobierno del presidente Jair Bolsonaro: el cielo oscurecido a media tarde sobre San Pablo, debido a una gruesa humareda proveniente de los incendios en la Amazonia. Era el 19 de agosto de 2019, nueve meses después de la llegada al poder de Bolsonaro. Las imágenes de esa nube provocaron la indignación global sobre la acelerada destrucción de la selva tropical. Tres años después, el mandatario se presenta a la reelección con un historial en materia ambiental considerado desastroso por los ecologistas.

La deforestación anual promedio en la Amazonia brasileña aumentó 75% comparado con la década anterior. El año pasado, el presupuesto dedicado a los organismos públicos de conservación ambiental se redujo 71% con respecto a 2014, cuando estuvo en su apogeo. Bolsonaro ha expulsado a funcionarios que se opusieron a sus políticas ambientales, criticado a líderes internacionales con discursos nacionalistas sobre “nuestra Amazonia” y mantenido su apoyo a las actividades agropecuarias y mineras en detrimento de la selva.

Para los científicos y ambientalistas, la elección de este domingo tendrá potencialmente enormes consecuencias para el planeta. “Esta es la elección más importante en la historia de Brasil”, dice Marcio Astrini, secretario ejecutivo de Observatorio del Clima. “Vamos a tomar una decisión radical: escoger si la Amazonía sigue viva o si recibe una sentencia a muerte con una reelección de Bolsonaro” (AFP)

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