Juan Gabriel Gutiérrez

Nació en Montevideo y creció en Paso de los Toros, donde aún reside la mayor parte de su familia. Hace diez años, al cumplir los 17, regresó a su ciudad natal para estudiar. Primero cursó el bachillerato en la Escuela Naval y después se graduó como licenciado en Educación Física, Recreación y Deporte en el Instituto Universitario de la Asociación Cristiana de Jóvenes (IUACJ). La práctica deportiva le acompaña desde niño, de ahí la vocación de este uruguayo dos veces campeón del mundo en categoría amateur en competencias internacionales de la Federación Mundial de Muay Thai (WMF), una organización internacional dedicada a promover y desarrollar este arte marcial que nace en Tailandia y que se practica en un ring con guantes de box. En su dinámica, explica el deportista, se pueden utilizar las manos, los codos, las piernas y las rodillas, se permite el clinch (posición de combate cuerpo a cuerpo) y los barridos, pero no se puede pegar al contrincante en el suelo. Hay jueces y el tiempo de pelea se divide por rounds. Es diferente al boxeo, en el que solo se permite utilizar las manos; y al kick-boxing, donde se usan manos y piernas, pero no se permiten los codos.

El acercamiento de Juan Gabriel al Muay Thai comenzó en el gimnasio Montevideo Knock-out (MKO), donde actualmente entrena e imparte clases. Las ganas de seguir creciendo le hicieron enamorarse de ese deporte. Recuerda que su interés surgió al mirar por YouTube las competencias de la Ultimate Fighting Championship (UFC), una empresa estadounidense de artes marciales mixtas. “En ese momento no lo pasaban por la tele ni era tan popular como hoy en día. Podía ver muy poco material, pero me llamaba la atención. Cuando volví a Montevideo, aproveché para acercarme a dicho deporte. Probé y me encantó. Al año de entrenar tuve mi primera competencia y ahí fue donde conocí y experimenté lo que era subirse al ring. Fue un pico de adrenalina, ansiedad, miedo y euforia que al día de hoy lo sigo experimentando. Eso me hace sentir vivo”, dice con entusiasmo.

El medallero de Juan Gabriel demuestra que no se equivocó. Allí lucen varios títulos, ganados como amateur, o como profesional. En la primera categoría se encuentran los títulos de Campeón Sudamericano en la International Federation of Muaythai Associations (IFMA), en Ecuador (2023); y Campeón del Mundo de la Federación Mundial de Muay Thai (WMF) en Tailandia (2023 y 2024). A nivel profesional es Campeón Nacional del Consejo Mundial de Muay Thai (WMC). Además, él mismo destaca como un logro su debut en el Rajadamnern Muay Thai Stadium, el estadio más antiguo de Tailandia y uno de los más prestigiosos del mundo, donde le ganó por puntos a un competidor local.

“El primer año en que fui a Tailandia fue una locura, porque viajé mano a mano con mi entrenador, y muchos de los participantes no sabían ni que existía Uruguay. El pasaje me lo pagué vendiendo rifas, y fue un cúmulo de emociones que me llevaron a no poder disfrutar mucho de mi logro. Al año siguiente, ya con otra experiencia, fui más tranquilo, con el pasaje pago por el gimnasio, y con una contención más grande (fuimos con mi entrenador y dos compañeros más). Me permití disfrutar de la trama, y saborear mucho más el desenlace. A nivel personal y deportivo crecí un montón, ya que pude medirme con deportistas de todas partes del mundo. Pelear lejos de casa, sin hinchada, donde la mayoría no habla nuestro idioma. En ambas ocasiones, sentí mucho orgullo y felicidad de poder volver a Uruguay con todo lo logrado. También sentí que las ganas fueron más fuertes que las excusas, pero que todavía estaba lejos de lo que quería. Que tenía que seguir entrenando duro para poder llegar a mis objetivos, pero que no tenemos nada que envidiarle a nadie”.

A pesar de las dificultades, este campeón cree que vale la pena tanto esfuerzo, sobre todo, al ver la alegría por sus logros en los ojos de su familia. “Eso no tiene precio, y es un motor muy grande para mí”. Al mirar hacia el futuro uno de sus principales objetivos es dedicarse de lleno a este arte marcial, tener un contrato, entrenar y ser parte de los circuitos profesionales más importantes del mundo. “Para eso tengo que seguir viajando y dar lo mejor de mí para demostrar que estamos a la altura”.
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