Una tabla de espuma plast y, sobre ella, un niño de ocho años en las aguas de Piriápolis. Ese fue el primer contacto de José Luis "Pepe" Gómez (25 de noviembre de 1993) con el surf. Normal que pasaran dos décadas para que volviese a toparse con una tabla, vivir en el campo tiene esas cosas. Hay cañadas y arroyos, pero no se asoman las olas.
Pepe se crió en la campiña de Dolores, en el departamento de Soriano, tiene 30, pero no fue hasta cumplir los 20 que lo sedujo este deporte. Si tiene que agradecerle a alguien por ello es a Charly García, pero no al cantante, sino a su amigo, el que lo invitó a surfear por primera vez. Aquel día en Punta del Este fue el comienzo. La espuma plast se convirtió en una tabla real y ya no era Piriápolis, era México, Hawai o Nazaré, el paraíso de los amantes de este deporte ubicado en Portugal.
No fue tan fácil. Su insistencia por comenzar a competir lo obligó a mudarse a Maldonado para compaginarlo con los estudios. Sin embargo, años después regresó al campo como peón en busca de ahorros. Un poco menos de sal y un poco más de alambre, caballos, tractores, cosecha y siembra.
“Me hice mi primer viaje a Pichilemu (Chile), a una ola de siete metros, y sin saber surfear; con un año de experiencia de surfing de olas chicas. Ahí me di cuenta de que necesitaba plata para dedicarme a las olas grandes. Volví al campo a trabajar en la zafra. Trabajaba dos meses y surfeaba cuatro. Así estuve tres años. Hasta pedí un préstamo bancario, compré la cosechadora y la sembradora. A partir de eso pude apuntar más alto: compré una moto de agua en Nazaré para poder rescatar o que me rescaten, y una infraestructura en Hawái. Ahí es cuando empiezo a dedicarme totalmente a esto y decir ‘me voy toda la temporada completa a Nazaré, que son cuatro meses’. Esto fue hace seis años, en el 2018”, narra Gómez.
Pero el dinero no fue el único problema al que debió enfrentarse, también tenía que mantener la forma física mientras no surfeaba. Para esto Pepe encontró una solución: hundirse en un tanque australiano.
Pepe Gómez: "Intentaba no llegar al límite, porque sino me iba a morir en el campo, y no en Nazaré”
“Me puse a hacer apnea —aguantar la respiración— y mi destaqué. Quizá no estoy tan entrenado, pero puedo aguantar la respiración más tiempo que otros”, explica Pepe. Esta virtud les sirve a los surfistas para cuando quedan atrapados en la ebullición del mar, a veces están minutos para lograr llegar a al superficie. “Tres veces por día me metía al tanque con pesas. Intentaba no llegar al límite, porque sino me iba a morir en el campo, y no en Nazaré”, añade quien lo hacía sin ninguna supervisión.
"La idea era trabajar el aguantar la respiración, pero nunca llegar al límite y, cada tanto, cuando conseguía a alguien para que me supervisara, trataba de romper límites", explica Pepe.
Hace seis años que doma olas en Nazaré gracias a una competencia a la que no lo invitaron. “En 2020 me hice notar surfeando una ola que nadie estaba agarrando. Ese día había dos picos: el de la competencia a la que no estaba invitado, que era una ola lisa, y el de otra ola enfrente que terminaba en la roca. Destaqué en esa última y eso, sumado a que el siguiente año faltaron personas, hizo que me convocaron. Y nunca más dejé de ir", asegura. Ese día la competencia fue en modalidad Tow In, la cual se realiza con motos de agua.
Pepe también compitió en el campeonato de remada y sufrió una fuerte caída. La ola le rompió la tabla y luego de 10 minutos bajo el agua desembarcó en la playa. "Estaba re contento, había surfeado una y la otra me había partido la tabla", comenta, como si no se estuviese en juego su vida.
Pepe Gómez: "No te lo replanteás porque es tu pasión. Vale la pena el riesgo, te sentís vivo haciendo esto"
Consultado por la peligrosidad de este deporte, extremo Pepe dice: “Cuando estás abajo de la ola depende mucho si es un día en el que está todo bien, que no hay miedos ni problemas familiares. Si es así, estás súper relajado para consumir el menor oxígeno posible y salir tranquilo. Pero no siempre es así, a veces hay pensamiento negativos de '¿por qué estoy acá, qué hago acá? ¿cuál era la necesidad?'. Pero hay que enfrentarlos y calmarlos, porque cuando más tensión, más oxígeno vas a consumir".
"Cuando llegas al momento en el que decís 'de esta no salgo', siempre hay una línea después en el que te conectás más con tu ser y tenés esperanza de que sí vas a salir. La vida, la familia, tu novia, tus amigos, siempre sale algo que te hace pensar que está todo bien, que querés aguantar", añade Pepe, a quien no le afectan las noticias de surfistas que han perdido su vida en el océano. “No te lo replanteás el seguir en esto, porque es tu pasión y es lo que amás. Vale la pena el riesgo, te sentís vivo haciendo esto. Es una sensación de tranquilidad y adrenalina. Además de competir, salvo gente, y eso también es lindo”.
El surfista será protagonista de un documental llamado Pepe Gómez y los gigantes, tratará de la vida del surfista y cómo un joven puede pasar de trabajar en el campo a surfear olas gigantes en Portugal.
Su encuentro con Lacalle Pou
Pepe continúa trabajando en el campo y hace no mucho tuvo un encuentro con uno de los reconocidos fanáticos de este deporte: el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, quien ya había reaccionado a algunas de sus actuaciones domando muros de agua. "Hable con él varias veces, pero no tuve la oportunidad de hablar mucho de surf. Como trabajo en la cosecha hace poco presté mi máquina para exhibición y ahí estaba Lacalle Pou, que fue a inaugurarla. Me encontré con él y estuvimos en la cosechadora", recuerda Gómez.
Cuál es el próximo objetivo de Pepe Gómez
Pepe domó la ola más grande jamás surfeada por un uruguayo y alcanzó su marca personal de 20 metros en Nazaré. Ya entrena para esta temporada, que va de octubre a febrero, e intentará acercarse al récord mundial de 26.7 metros. "El sueño era lograr hacer lo que todo el mundo me decía que era imposible. Todos mis amigos surfistas me decían 'es imposible surfear las grandes sin sabér hacerlo con las chicas'. Y yo demostré que sí se puede", concluye Pepe.
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