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entrevista

Mariana García, la bióloga y profe de educación física que perdió a su pareja y sueña con ser ciclista olímpica

Empezó en el ciclismo con 21 años, superó dos fracturas, una rotura de ligamentos cruzados y dejó todo para convertirse en profesional.

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Mariana Garcia Britos
Mariana Garcia Britos, biologa y ciclista uruguaya, campeona nacional de contrareloj, en la rambla de Pocitos en Montevideo.
Foto: Leonardo Maine

Por Enrique Arrillaga
El deporte le ganó a la ciencia y también a los tragos amargos. El ciclismo llegó a la vida de Mariana García Britos a los 21 años con la bicicleta que le regalaron sus padres tras recibirse de bióloga y desde ese entonces, el amor fue a primera vista.

Pero no todo fue color de rosa para la nacida en Mercedes hace 33 años porque si bien cuando se subió a la bici le tomó el gustito de inmediato y empezó a competir con muy buenos resultados, en el camino sufrió varias lesiones que a su entorno le alcanzaron para decirle frases como “dejá eso”, “el ciclismo no es para vos”, o “dedicate a otra cosa”.

Mariana hizo oídos sordos y siguió. Había encontrado un deporte que le apasionó y que no estaba dispuesta a abandonar por nada. Es más, dejó todo por la bicicleta.

“Siempre hice deporte desde chica: natación, corrí y también tuve una bicicleta, pero cuando me recibí de bióloga a los 21 años, mis padres me preguntaron qué quería de regalo. ‘Una bici con cambios’, les dije. Me compraron una Trek común nomás y a la semana me fui a comprar una caramañola y en el local me invitaron para una competencia. Me anoté en una carrera de montaña y no sabía ni hacer los cambios (risas)”, le contó Mariana a Ovación.

“Empecé a hacer podios, a entreverarme con las mejores, me invitaban a entrenar y a participar en competencias y cuando quise acordar le estaba dando más bola a la bici que a la maestría que había empezado. Me di cuenta de que mi camino iba más por el lado del deporte que de la ciencia. Renuncié a todo, incluso a una beca en Brasil. Ahí dejé la biología y arranqué a estudiar educación física porque fue la manera que encontré para estar más vinculada al deporte y que no fuera tan raro porque yo llegaba al laboratorio toda transpirada después de andar en bici para hacer experimentos que no tenían nada que ver y yo a esa altura ya quería estar más vinculada al deporte”, recordó.

Mariana Garcia Britos
Mariana Garcia Britos, biologa y ciclista uruguaya, campeona nacional de contrareloj.
Foto: Leonardo Maine

Las lesiones y los tragos amargos

Pero la mala suerte empezó a tocar la puerta de la vida de Mariana. Mientras estudiaba educación física y siendo parte de la selección uruguaya de montaña —accedió por sus muy buenos resultados a poco de empezar en este deporte— sufrió dos fracturas: “Me quebré la muñeca y corrí quebrada un Panamericano en Brasil. Pasó eso y en segundo año de educación física me quebré el tobillo. Me tuvieron que poner tornillos”.

A esa altura sus familiares y amigos no paraban de decirle a Mariana que se bajara de la bicicleta porque eso ya no daba para más.

Ella no quería, pero las malas noticias no paraban de llegar: “En tercero de educación física me rompí los ligamentos cruzados y la carrera ciclística quedó trunca. Me dediqué a estudiar. La bicicleta me llevó al deporte, estudié otra carrera y mientras me reponía de todas las lesiones logré otro título universitario porque me recibí de profe de educación física y empecé a trabajar, a dar spinning porque fue la manera que encontré de volver a la bici por lo porfiada que soy (risas). Mientras tanto, todo el mundo me decía que me dedicara a otra cosa, que tendría que haber empezado desde chica y un montón de gente que me daba para atrás, incluso profesores del ISEF”, contó. “Y uno me dijo ‘vos hacé de cuenta que tenés el auto chocado y ya nunca más vas a ser la misma’. Eso me quedó tan profundamente grabado que quería hacerle la contra a eso que me había dicho porque me dolía tanto que mi cuerpo no fuera a ser el mismo y por eso luché y luché para que eso fuera una mentira. Yo sabía podía ser una verdad si lo aceptaba, si me dejaba estar, si no hacía bien las rehabilitaciones. Sabía que no iba a ser la misma, pero me negué y me recuperé por completo”, recordó.

Esa recuperación la logró junto al osteópata Nicolás Fernández de Paysandú: “Le debo todo. Tuvo toda la paciencia del mundo para tener hasta tres sesiones por día conmigo para poder recuperarme y tener una rehabilitación que fue superior a la de un futbolista. Me dijo que no podía apurar ningún proceso. Me llevó un año y tres meses. Y volví. Llegué a hacer hasta un triatlón y me fue bárbaro. Quedé impecable gracias a él”.

La vuelta al ruedo

Y luego de tener el alta médica, Mariana se fue a Estados Unidos por amor, pero regresó y no lo hizo con las manos vacías: “Me había comprado una bici de ruta allá para venderla acá. Un día antes de ponerla a la venta un amigo me dice ‘¿y por qué no la probás? Es re linda y es de tu talle’. ‘Tenés razón’, le dije. La probé y empecé a salir, empecé a salir y empecé a correr, empecé a correr y volvió toda la fiebre de volver a competir y los objetivos pasaron a ser en ruta y no en montaña. Me invitaron a carreras por etapas y me fue bien, tuve la chance de correr por el Alas Rojas y ya después arranqué con todo en ruta y también en pista, que siempre me gustó, pero en Uruguay nos falta infraestructura. No puede ser que todos los velódromos estén en mal estado”.

En 2021 la citaron por primera vez para una selección de ciclismo de cara a un Panamericano. Sus tiempos eran buenos y el objetivo estaba en seguir creciendo. En Perú en 2021 estuvo muy cerca de pelear por una medalla “sin haber corrido nunca en pista”, pero se volvió a Uruguay con un récord nacional en persecución individual que aún sigue vigente.

Además, viviendo en Paysandú hizo un proyecto de escuela de ciclismo del que también forma parte el medallista olímpico Milton Wynants: “Mi sueño es contagiar a muchas personas, sobre todo a los niños porque la bici es algo muy lindo que te puede cambiar la vida como me la cambió a mí”.

Pero en suelo sanducero, en marzo de 2022 Mariana recibió otro duro golpe en su vida: “Estaba en pareja con un ciclista y él se quitó la vida. Renuncié a mi trabajo en Paysandú. Me tuve que volver a Mercedes —se había ido de su casa a los 17 años— porque necesitaba contención familiar. No me sentía fuerte para volver más allá de que extrañaba mucho a los niños de la escuelita y ellos a mí. No tenía la fuerza para volver a la ciudad en la que tenía millones de recuerdos que hasta el día de hoy están presentes. Estuve con acompañamiento terapéutico. Fue difícil y a pesar de todo lo que sufrí, la bicicleta nunca me abandonó”.

Con vaivenes emocionales, pero con grandes rendimientos y sobre todo, mucha ilusión, Mariana García Britos entrena bajo las órdenes del reconocido exciclista Javier “Gallego” Gómez y será parte de la selección uruguaya de ciclismo en el Panamericano de Panamá, pero las metas están más allá de una competencia: “Mi sueño es poder representar a Uruguay en los Juegos Olímpicos y no voy a parar hasta conseguirlo. Sé que es difícil y que se necesitan muchas cosas que hoy el deportista uruguayo no tiene, pero hay que lucharla. También sueño con ser parte de un equipo profesional de mujeres”.

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