No fue hasta el penúltimo día que un uruguayo pudo arrebatarle la legendaria malla oro a los extranjeros, que se la cambiaban entre sí durante las primeras etapas de la Vuelta Ciclista mientras los de acá la anhelaban desde lejos como espectadores de lujo de una carrera que parecía no podían disputar.
Pero bien a la uruguaya, cuando casi no quedaba margen para atestar un golpe lo suficientemente duro para ganar, apareció el gancho de Anderson Maldonado, directo al mentón de los profesionales de la selección de Venezuela y brasileños del Swift o ACRS, para trepar a la cima de la general individual y ganar por nocaut.
El viento se hizo rogar y cuando por fin sopló fuerte sobre la ruta, los uruguayos hartos de ser actores de reparto en su propia carrera cerraron la escalera por más de 100 km para que los foráneos sintieran el rigor. A falta de un solo equipo fuerte para plantar batalla, fue una especie de pacto entre caballeros para que al final gane el que tuviera mejores piernas, pero que los visitantes no se la llevaran de arriba como hasta entonces venía pasando.
Y los de mejores piernas fueron los del Náutico Boca de Cufré: Agustín Alonso, que de no ser por su pinchadura en la cuarta etapa hubiera peleado los primeros puestos de la general, y Anderson Maldonado, el héroe de la edición 80.
En la Pista de Ciclismo de Maldonado la emoción se palpaba en el aire porque en nuestro terreno —donde cuando el viento pega cruzado el que no muerde banquina funde el motor— los nuestros dieron la cara para salvar a este ciclismo tantas veces hostigado y difamado.

Ante las miradas incrédulas de los extranjeros, que no entendían como en un día se les había escapado una carrera que habían dominado durante toda la semana, Anderson besó la malla oro en lo más alto del podio y se supo ganador una etapa antes del final.
En la última etapa, el trabajo ya estaba hecho. Y aunque el viento volvió a soplar, el plantel del Náutico —que mezcló la juventud de Mateo Mascarañas y los sub 23 Juan Mieres y Diego Correa, con la experiencia de dos otrora campeones de la vuelta como Alonso (2022) y Richard Mascarañas (2008 y 2010)—, controló la carrera para llegar en una pieza a Montevideo y sellar una victoria de equipo, de pueblo y de identidad.
Y en la rambla de la capital Leonel Rodríguez fue más rápido que el imbatible Leángel Linarez y le ganó sobre la raya el último sprint final, para coronar una carrera inolvidable para un deporte que en este país quiere volver a despegar.

-
Terminó la Vuelta Ciclista del Uruguay: mirá el desenlace de la última etapa y la victoria de Anderson Maldonado
El otro pelotón de la Vuelta Ciclista: 400 voluntades que pedalean en silencio para sostener una tradición
Magno Nazaret en la Vuelta Ciclista: por qué Uruguay es su casa y su estrategia para ganar la sexta etapa
Márcio May: volvió del retiro para correr la Vuelta Ciclista y filma una película sobre la carrera
Richard y Mateo Mascarañas: padre e hijo cumpliendo el sueño pendiente de correr juntos la Vuelta Ciclista