Iban 18 minutos de un partido que estaba cerrado, en una agradable noche otoñal en el Prado montevideano, hasta que el encuentro entre Wanderers y Peñarol sale del letargo; Bruno Veglio empuja la pelota abajo del arco y pone arriba a su equipo.
Era el noveno gol de su carrera, en un partido en el que el Bohemio necesitaba los puntos como el agua. Era la fecha 12 del Apertura de este año y los locales no venían bien. La algarabía debería alcanzar picos máximos pero en su interior la felicidad no era absoluta porque todavía resonaba la amenaza recibida el día anterior. “Si nos hacés un gol, marchás”, le dijeron a Veglio.
El emisor era un hombre poderoso: el profesor de Contabilidad Superior II. Es que el capitán de Wanderers estaba en la recta final de su carrera en la Facultad de Ciencias Económicas y se cruzó con un docente Manya. El día anterior al juego había tenido un parcial de la materia y el mensaje fue claro. Veglio no se asustó pero los Bohemios no pudieron mantener el resultado y Peñarol terminó ganando. Aprobó la prueba. Todos felices.
El centrocampista -y estudiante- aprobó esa y todas las materias de la carrera de Contador Público. Luego de aprobar Elaboración del Estado Financiero se recibió el 9 de diciembre, después de ocho años como estudiante terciario, los mismos que lleva como futbolista profesional. “Siempre tomé al estudio como algo a seguir, nunca quise abandonar”, le cuenta Veglio a Ovación recién despierto en su apartamento de Montevideo.
Desde el jardín de infantes asistió al Colegio y Liceo Palotti y se graduó junto a sus amigos de toda la vida, aunque por los inflexibles horarios del fútbol, las últimas materias las rindió en un liceo nocturno. “Fue un desafío, una experiencia nueva para mi porque no conocía a nadie”, dijo. Una vez bachiller, optó por la facultad que queda sobre la avenida Gonzalo Ramírez, como varios de sus amigos.
Es el año 2018 y los tiempos se le empiezan a comprimir porque al estudiante Veglio se le suma una nueva changa: la de futbolista profesional. A mediados de ese año Eduardo Espinel lo sube a Primera y va al banco en varias ocasiones, aunque su debut se da en febrero de 2019, en una goleada por 4 a 1 a Nacional en el Gran Parque Central, con Román Cuello como DT. El joven, que había llegado siendo casi un niño con edad de Pre-Séptima, cumplía su sueño.
“El fútbol siempre fue mi prioridad, y lo sigue siendo. Pero en ese momento hablé con mis padres, que no querían que dejara de estudiar, por un montón de razones. Lo entendí; acordamos que iba a ir haciendo materias a mi ritmo pero que no lo iba a abandonar”, cuenta.
Veglio tuvo suerte: cuando subió al primer equipo, dos de sus compañeros eran Ignacio González y Diego Riolfo. “A Nacho lo admiraba, desde chico lo miraba en la TV y me encantaba cómo jugaba”, describe el Colo. El futbolista surgido en Danubio había arrancado la facultad cuando todavía vivía en Uruguay pero su pase a Europa trancó todo, aunque le insistía a su compañero de la importancia que tenía poder formarse más allá del fútbol.
“Íbamos juntos a entrenar y me hablaba mucho, incluso a veces tuvo que conversar por mi con algún DT para que me permitiera salir un poco antes, o llegar un rato más tarde a un entrenamiento para poder cumplir con mi carrera”, dice Veglio. Y Riolfo lo marcó con su ejemplo: el delantero se recibió de economista (oh casualidad en 2018, un año bisagra para el protagonista de esta historia) y eso lo marcó mucho. “Fueron dos pilares para mí”.
En ocasiones tuvo que pedir para llegar un poco más tarde a una práctica, o abandonarla minutos antes. Eso nunca le generó un problema: “Si llegaba después, me quedaba más tiempo en el gimnasio o haciendo alguna otra cosa. Si me iba antes, le pedía al profe alguna rutina para la tarde. Me tomé muy en serio eso de tratar de cumplirle a mis entrenadores y mis compañeros”.
Siempre apoyado por su club, Veglio quiere destacar algunos nombres. “Santiago Rodríguez, Luciana Muñoz y Octavio Rodríguez son los cocineros y en este último tiempo me preparaban las viandas para poder ir a clase, que era al mediodía. Y también a los utileros (Cani Gallardo y la Flaca Ivonne) que me facilitaban la ropa, la logística. Fueron fundamentales”, subraya.
En la tarde encontraba los momentos ideales para estudiar. “Es falso eso de que ser futbolista te implica una responsabilidad de solo dos horas por día, porque conlleva muchas preparaciones y cuidados, pero sí es cierto que no es un trabajo común de ocho horas, entonces siempre se puede encontrar un hueco para poder desarrollar otra actividad”, explica.
Aunque no es sencillo compatibilizar ambos mundos. Veglio era un bicho raro tanto en los vestuarios como en las aulas. Eso no lo perturbó e incluso le divertía cuando lo reconocían en las clases, aunque nunca fue cultor de un perfil alto. “Me preguntaban siempre cómo hacía para poder convivir con los dos mundos”, dice, para alguien que vivía todo con mucha naturalidad.
Las frustraciones no faltaron: “Me ha tocado preparar parciales pero no poder darlos por alguna concentración o partido. Eso me resultaba un poco cansador, me perdía materias, semestres”, asegura. Pero siempre caminó bajo la luz de un faro claro: abandonar no era una opción.
Veglio tuvo suerte, parte 2: convive con Josefina, su novia, también contadora. “Su apoyo y el del resto de mi familia siempre fue fundamental, eran los que no me dejaban bajar los brazos”. Aunque no planea ejercer mientras sea futbolista profesional, sabe que su pareja lo va a ayudar a mantener la práctica, a que no se le oxiden los números.
Este año fue intenso para Wanderers, que cerró una de sus peores campañas en mucho tiempo. Veglio es el capitán de la tribu bohemia y sobre sus hombros carga una responsabilidad extra. “Era muy difícil cambiar la cabeza después de un partido perdido pero a su vez me ayudaba a liberar”.
Con su futuro profesional aún incierto, el capitán habló como más le gusta hacerlo: con el ejemplo. “Jugar y estudiar al mismo tiempo se puede. Lleva más tiempo, pero se puede. Y por suerte los jugadores y los clubes son cada vez más conscientes de eso”, concluyó quien es muy querido por la hinchada.
“Me tocó el corazón”: el gesto de compañeros
“Cuando me recibí todos mis compañeros me felicitaron por privado; eso me tocó el corazón”, se alegra Veglio. Para ellos, y para todos los futbolistas del país, hay cada vez más facilidades para poder continuar con sus estudios: “Hay convenios entre la Mutual, la AUF y el Estado para que los jugadores puedan terminar el liceo o hacer alguna carrera terciaria”, cuenta el contador. Se trata de proyectos intensivos en los que en un año y medio se puede realizar el Ciclo Básico y, en el mismo lapso de tiempo, el Bachillerato. Además hay acuerdos con algunas universidades; por ejemplo con la de la Empresa hay una exoneración del 70% de la cuota para los jugadores. “Esto apunta a que podamos seguir estudiando, lo que nos da herramientas para nuestra vida pero también para jugar al fútbol, que es lo que más nos gusta”.
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