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Valverde: a veces los sueños pueden cumplirse

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Silvia Pérez - columna de opinión

MINUTO 95

Silvia Pérez - columna de opinión

Federico Valverde tenía solo dos años y ya jugaba a la pelota en la calle Dionisio López, en la Unión. Todavía usaba chupete, pero la forma en que le pegaba al balón llamaba la atención. Fue lo que pasó con el hombre que lo vio y le habló a sus padres para llevarlo a jugar a Estudiantes de la Unión. Fue allí, que uno de sus técnicos le puso Pajarito, porque era chiquito, pero andaba volando.

A los cuatro años tuvo un sueño. Estaba en un estadio repleto jugando con una camiseta blanca. A su padre no le gustó. “Mejor que sueñe con una amarilla y negra”, se dijo. A los once, el sueño se repitió. Cinco años después, durante el Sudamericano Sub 17, el Real Madrid se interesó en él. ¡La camiseta de sus sueños era la de los merengues!

El resto es historia conocida: el debut en Primera de Peñarol de la mano de Bengoechea, el viaje a España con 18 años recién cumplidos, el primer paso en el Real Castilla, y el préstamo al Deportivo La Coruña hasta convertirse hoy en una pieza clave en la mitad de la cancha de Real Madrid.                      No siempre sucede, pero a veces los sueños se cumplen.

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