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Todos los errores que cometió Nacional que lo llevaron a perder el clásico

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Andrés D'Alessandro lamentándose por el resultado
EITAN ABRAMOVICH

TRICOLORES

El equipo tricolor terminó regalando un partido porque fue un equipo débil y que además no tuvo reacción.

No se exagera, un equipo que no piensa, que no ataca, que no defiende, es un equipo débil. Un equipo que pierde todos los duelos individuales, que no intercepta el juego de su rival, que sus jugadores no saltan más que los adversarios, es un equipo light. Un equipo que corre menos, que se cansa más, que no reacciona, que no mete, es un equipo sin energía. Y todo eso, junto, lo que termina construyendo es un equipo que regala un partido. Y eso fue lo que hizo Nacional en el primer clásico de la Copa Sudamericana ante Peñarol.

Desorientados, con más confusiones que aciertos en la toma de decisiones, sin un conductor que enarbolara la bandera del juego de ataque y ofreciendo como única alternativa para salir los pelotazos de los zagueros, Nacional no fue capaz de jugar el clásico con la vitalidad e inteligencia que requiere una contienda de esta naturaleza.

Trancado por las bandas porque sus laterales no se destacan por la proyección, abandonado como un náufrago su goleador, sin asistencia y colaboración para que desnivelara su mejor futbolista (Brian Ocampo), Nacional deambuló por la cancha como si se tratase de un equipo inexperiente, o amateur y teniendo que medirse contra un rival profesional.

Entonces, lo único que logró es engrosar la cuenta de los errores y dejar vacía, de forma alarmante, la de los aciertos. Y eso no pudo ser corregido ni por los jugadores ni por el técnico.

Alejandro Cappuccio, que procuró ejecutar una estrategia que le asegurara lograr el mayor tiempo posible en el cero en su arco, no reacción con la velocidad que demandaba el trámite, dado que Peñarol imponía el trámite del encuentro, atacaba casi de forma constante y desnivelaba por afuera.

7 detalles

Se llenó de errores

1) Sin velocidad
El tricolor fue un equipo lento, carente de sorpresa porque ningún jugador fue capaz de cambiar de ritmo. No ganaron ni los piques.

2) Sin organización
Neves no cumplió el único papel que se le pide y Nacional no tuvo un organizador del juego. Ni un jugador intermedio que ayudara a Bergessio.

3) Sin juego aéreo
El equipo se armó de una forma y hasta los cambios se hicieron pensando en no perder juego aéreo, pero nadie ganó un duelo.

4) Sin firmeza
No se pudo cortar el juego de Peñarol. No hubo firmeza en la marca y ni siquiera se detuvo la carrera de Canobbio agarrándolo de la camiseta.

5) Sin ideas
Al equipo tricolor le faltó un líder que invitara a cambiar el plan inicial, que no funcionó nunca. Carentes de ideas pareció un equipo totalmente desorientado. Perdido.

6) Sin actitud
La multiplicación de los jugadores de Peñarol para defender y atacar contrarrestó con la falta de energía que exhibieron los futbolistas de Nacional. Perdieron todos los duelos.

7) Sin buenos cambios
Alejandro Cappuccio no reaccionó a tiempo para mejorar a su equipo y tomó malas decisiones en los cambios.

Al no ser capaces de neutralizar la posición de Walter Gargano ni de tener un futbolista que por su colocación en la cancha pudiera obligar al mediocampista aurinegro a retroceder en la cancha, porque Maximiliano Cantera de forma sorprendente empezó como suplente, al Tricolor le faltó creación de juego.

Y si eso fue así, también hay que resaltarlo, es porque la imprecisión de Gabriel Neves, nuevamente perdido e ineficaz, provocó que ni siquiera su retraso para recibir la pelota cerca de su área ayudara para elaborar algo diferente que no sean los pelotazos.

Neves jugó más con Sergio Rochet que con sus compañeros de mitad de cancha hacia arriba. Por eso fue un equipo previsible, fácil de anular.

A Peñarol le bastó con rodear a Ocampo cuando de casualidad le dieron una pelota bien jugada o cercar a Bergessio para que su pivoteo fuera un simple vaso de agua en el desierto. Y, por las dudas, también reaccionar con la firmeza que no tuvieron sus pares para, por ejemplo, escalonar cualquier intento de Camilo Cándido. Así, entonces, limitaron las posibilidades de los tricolores.

Lo que terminó originando que a Nacional el arco de Kevin Dawson le quedara más lejos que la distancia que hay del Gran Parque Central al Campeón del Siglo, porque hubo pasajes del partido que Peñarol parecía que estaba realizando un trabajo en espacios reducidos. Sí, se jugaba mucho tiempo en el campo de Nacional y con triangulaciones cortas que no eran cortadas porque los tricolores llegaban siempre tarde.

Y el colmo de todo es que correr detrás de la pelota, sin agarrarla nunca, terminó entregando mala nota en otro rubro importantísimo: el físico. La imagen que mejor representa este hecho es el pique que terminó realizando Gargano en los minutos finales contra un equipo que buscaba oxígeno de forma desesperada.

En definitiva: un equipo sin actitud, sin juego, sin respuesta física, sin poder salir triunfante en algún rubro del juego, terminó regalando el partido. Si te llenás de errores, estás frito.

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