Habían pasado menos de siete fechas, pero algunos ya pedían su cabeza. En Nacional, casi nunca hay margen para los procesos y eso a Pablo Repetto se lo hicieron sentir, especialmente después de perder el clásico, cuando los resultados no lo acompañaban. Los dirigentes confiaron en él, le bancaron los trapos y, al final del día, la historia tuvo un final feliz, con el broche de oro que fue la llegada de Luis Suárez.
Por decisión familiar, a fines de 2022, el entrenador decidió continuar su vida en el exterior y este año, cuando le llegó una propuesta de México, no dudó en subirse al barco del Santos Laguna, desde donde muy gentilmente concedió esta entrevista a Ovación luego de un largo tiempo en silencio.
— Al cambiar de país, siendo entrenador, indirectamente su familia también se ve condicionada a readaptar su vida. ¿Cómo lo maneja hoy en día?
— Es lo difícil de esta profesión. Uno no solo tiene que acostumbrarse a las diferentes costumbres de los futbolistas, sino también a lo que genera para todo el ámbito familiar. Nos tratamos de adaptar siempre a todos los cambios que hay cuando te movés de país, pero llega un momento en el que uno sabe que va a tener que arraigarse a un lugar, aunque todavía no me lo exigen ni mis hijos ni mi familia.
— ¿Qué tal lleva la vida en México? ¿Ya está adaptado?
— Sí. Yo hace 11 años prácticamente que estoy fuera del Uruguay, salvo por el año que estuve en Nacional, que fue más fácil porque cuando llegué al club conocía a mucha gente. Una de las cosas más increíbles que viví fue reencontrarme con muchos profesionales que conocía desde hacía años. En otro lado, se hace difícil por no conocer a la gente con la que trabajás, por la costumbre que tiene cada país, pero uno con el tiempo tiene más práctica para adaptarse a todo. Acá, si sos visitante, generalmente viajás en avión o tenés un viaje de cinco horas en bus y en Uruguay, cuando te toca viajar esa distancia, parece que es el peor partido del año.
— Recuerdo que en Liga de Quito de Ecuador hizo un contrato a dos años y medio a cumplir, algo atípico para el fútbol uruguayo. ¿En Santos Laguna en qué punto está?
— Lo de ese contrato es verdad. Cuando llegué, el equipo estaba peleando abajo y firmamos ese vínculo que en Uruguay sería impensado. Lo cumplimos y renovamos dos veces más. Acá en Santos tengo un contrato indeterminado, pero sí con una clausula de rescisión para las dos partes. Cuando llegamos al club se habló de un proceso que veremos cómo sigue. También hay factores que influyen, como los resultados. Hoy estamos tranquilos, contentos, y pensando en mejorar en el futuro. El tiempo dirá.
— Hay casos de uruguayos que destacan en el exterior, pero les falta reconocimiento en su propia tierra. Usted ya había tenido experiencia en tres equipos, pero no en un grande. ¿Llegar a Nacional fue el desafío más grande de su carrera?
— Para mí, era cumplir un sueño. Creo que llegué, por suerte, pudiendo elegir. Quizás si Nacional me hubiese llamado cuando estaba en Fénix, Cerro o Defensor, hubiese dicho que sí. Pero miro hacia atrás, veo que pasaron 10 años y siento que cuando llegué me sentía mucho más preparado. Ya había dirigido a dos grandes, como Liga en Ecuador, y Olimpia en Paraguay, y a veces a los entrenadores nos pasa que llegamos a un equipo grande y si no estamos 100% preparados, después no tenemos oportunidad de volver y se hace difícil.
— ¿Quién lo convenció para que fuera?
— Uno de los que más me insistió fue Flavio Perchmann. Tengo muy buena relación con él y pesó mucho que hiciera fuerza para que aceptara.
— Cuando iban siete fechas del Apertura 2022, se decía que a usted lo sostenía el buen funcionamiento del equipo. ¿Cree que la razón era esa o que a Peñarol no le iba tan bien?
— Los directivos iban a los entrenamientos y eso es lo mejor que le puede pasar a un entrenador. Ellos veían que lo que queríamos nosotros se veía reflejado en el campo, independientemente de que en los resultados no. La cabeza del proyecto a nivel dirigencial fue un factor fundamental. Porque cuando vas a trabajar en equipo, con presiones, te das cuenta de la convicción que tienen que tener los directivos con el proyecto y el cuerpo técnico. En este caso, cuando terminó el campeonato, se los agradecí porque sé que todos apoyaron. Lo más lindo que me pasó fue haber vivido un momento tan complicado, sentir el apoyo y después devolverlo con el logro del título.
— ¿Comparte esa frase de que los campeonatos se ganan en los mercados de pases?
— No te puedo decir que en un 100%, pero hay un procentaje muy alto. Después, incide el trabajo del entrenador, el manejo del grupo y pequeñas cosas que pueden pasar en el camino, que pueden jugar a favor o en contra, como las lesiones. Sin dudas que si vos no tenés los jugadores, es muy difícil. Vamos a seguir viendo entrenadores que les toca ser campeones con un equipo y después tienen muchas bajas y en el otro torneo no terminan repitiendo la performance. Las contrataciones van de la mano de la idea del DT.
— ¿Es solo contratar bien o también mantener la base para aspirar a algo internacional?
— Es muy difícil con la economía del fútbol uruguayo. Uno se pone en el lugar de los directivos, que necesitan vender. A veces los contratistas exigen o a los mismos jugadores les surge una posibilidad de afuera y tienen la necesidad de salir. Eso hace que cuando tenés éxito, generalmente, cuatro o cinco jugadores buenos se te vayan.
— Está bien… pero ahí se abre la discusión: vender, pero a qué costo.
— No soy directivo, pero hay que ver las necesidades de cada uno. Por poner un ejemplo: cuando uno vende algo de su casa, lo vende muy bien o lo hace por necesidad. En ese tema, como entrenador, no puedo entrar en si está bien o mal. Pero la economía termina siendo decisiva y por eso le está costando al fútbol uruguayo competir a nivel internacional. Conozco el caso de Liga, que fue campeón de la Sudamericana, y antes de Independiente del Valle, que la ganó dos veces, y son equipos que están estables económicamente y pueden mantener los planteles, cosa que se hace muy difícil en el fútbol uruguayo. Sumado a que tienen una ventaja que es el cupo de extranjeros, que en Ecuador, hoy, es de siete.
— ¿Sería partidario de cambiar esa regla?
— Sí. No quiero entrar en temas contra la Mutual de jugadores, que seguramente va a apuntar al futbolista uruguayo, pero es un círculo vicioso. Si los equipos uruguayos tuvieran la posibilidad de dos cupos más, los entrenadores y dirigentes no quedarían tan limitados a la hora de la elección. Hoy a los grandes se les hace más difícil tener equipos competitivos, desde mi óptica, porque los cupos son menos, los jugadores se van más y tenés una economía que no puede competir con otros países.
— Pienso en la serie contra Atlético Goianiense. ¿Fue su frustración más grande durante el ciclo en Nacional?
— Sí, porque creo que estábamos para más a nivel internacional. Se dieron circunstancias que a veces pasan en estas series de eliminatoria. En Montevideo, llegaron, nos hicieron el gol y tuvimos algunas situaciones que no pudimos convertir. En Brasil, en dos errores puntuales, nos hicieron dos goles y se nos hizo cuesta arriba el partido. Fue una de las cosas que más me dolió porque yo tenía mucha expectativa. Era un buen momento del equipo, llegaba Luis (Suárez) y todos queríamos hacer algo más.
— Recuerdo que se le pedía que pusiera a Suárez desde el inicio en el partido de ida.
— Lo mismo quería yo, pero también tenía que tener en claro que venía sin estar bien físicamente. Lo hablé con él, lo entendió, y estaba claro que no estaba para jugar más minutos de los que jugó. La gente a veces no entiende que el jugador no es una maquina; es un ser humano que necesita la parte física. Si tenía más minutos de los que debía, íbamos a correr riesgo de una lesión.
— ¿Qué fue lo que más lo sorprendió o gratificó de compartir con él?
— Primero, la gratitud de Suárez hacia el equipo que lo vio nacer. Eso es algo que no se ve todos los días y fue un mensaje de humildad. Después, que cuando venían los partidos importantes se transformaba. Uno lo veía en el vestuario y era diferente. Me acuerdo antes de los partidos de mirarlo y ver que le cambiaba la cara. Lo noté antes del clásico, en la final. Contagiaba a todos. Eso explica por qué hizo la carrera que hizo.
— ¿Qué opina de que haya vuelto a estar convocado a la selección uruguaya?
— Me alegró porque todos los uruguayos queríamos que vuelva. Se lo merecía porque hoy tiene un presente que lo hace estar en la selección; nadie le está regalando nada. Hoy no está volviendo porque es el del Mundial 2018 o el del último; lo está haciendo por su presente. Por encima de eso, como uruguayo y entrenador que lo tuvo, creo que siempre demostró que tenía obsesión por la selección. Cuando no lo citaron, lo demostró, dejando de lado la soberbia y demostrando que quería aportar.
— Y de Nacional, que está en las antípodas al 2022, ¿qué me dice?
— De ese equipo de 2022, por diferentes motivos, quedan muy pocos jugadores y siempre se hace difícil en los recambios. Esa búsqueda no es fácil. El hincha no lo entiende y uno también entiende al hincha, que es pasional. Pero es un proceso normal. Hoy le está pasando a Nacional, pero creo que el club tiene mucha gente capacitada para revertir la situación. A mí me dejó una grata sorpresa por el profesionalismo que tiene. Hay un gran entrenador, que es el Chino (Recoba), con el que nosotros estábamos muy cerca. Entrenábamos uno al lado del otro.
—¿Le tiene fe?
— Sin dudas. Necesita tiempo, como todos. A nosotros, con todo un tiempo de trabajo, nos tocó una racha de cuatro partidos que empatamos y parecía que era todo malo y después retomamos la senda del triunfo. A veces ves a entrenadores que en tres o cuatro partidos se tienen que ir y a mí una de las cosas que me gustaría que cambie del fútbol uruguayo, en general, es que se apueste más a procesos, que no te garantizan los resultados, pero sí te dan mayores posibilidades. Muchas veces vemos cambios que los que estamos en el fútbol no los vemos saludables para el crecimiento de los equipos.
— El caso del Colo Ramírez es bien particular. Ha recibido críticas, pese a ser el máximo goleador de Nacional en el año y usted fue responsable en su llegada. ¿Cómo lo analiza?
— Los momentos de los equipos también hacen que la opinión esté condicionada. Si el clásico Nacional lo hubiera ganado, la opinión de la gente hubiese sido diferente. En ese caso, el Colo hubiese hecho el gol más importante, el primero, y el que te podría haber hecho ganar el clásico. Creo que él no solo hizo goles en Nacional; antes había sido dos veces goleador con Liverpool. Es un jugador que tiene unos números espectaculares y por eso nosotros decidimos que llegara al club. Todos los números buenos que tiene, siendo un jugador joven como es, no es fácil de encontrar.