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Marcelo Tulbovitz: el secuestro a su padre, las memorias de Gallardo y el amuleto de su carrera

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Marcelo Tulbovitz. Foto: Archivo El País.

ENTREVISTA

"No te pedían cédula para ayudar a luchar contra la dictadura", dijo a Ovación el preparador físico que acompañó en el cuerpo técnico a Marcelo Gallardo por cinco años.

Marcelo Tulbovitz. Foto: Archivo El País.
Marcelo Tulbovitz. Foto: Archivo El País.

Marcelo Tulbovitz tuvo mil vidas. Una antes y después de que secuestraran a su padre. Una antes y después de convertirse en preparador físico. Y una antes y después de conocer a Marcelo Gallardo.

Fueron cinco años completos de trabajo a su lado, pero también cinco años en los que guardó silencio. El Tulbovitz de hoy -algo más canoso y barbudo- es medido y ajustado, ya no tiene problema en hablar públicamente y sacar a luz parte de sus vivencias deportivas en River Plate. Eso sí: sabe que hay algunas historias que las llevará consigo al cajón y habrá otras que le costará años dejar de relatarlas.

El repaso por su vida trae un baúl repleto de recuerdos. Pero no todo es fútbol. Además del último lustro al lado de Gallardo, también se retrotraen a la charla rencores propios de su adolescencia, el sueño que se le frustró de chico y su mayor premio: una carrera de 33 años como preparador físico.

Parte de esas memorias permanecen guardadas adentro de una caja “china” que, más que una simple caja, es, en realidad, el amuleto que su madre defendió a capa y espada y se negó a entregarle a los militares en plena dictadura cuando fueron en busca de su padre -entonces militante del Partido Comunista- para capturarlo.

Marcelo Tulbovitz

Esa caja se convirtió en el único objeto que Tulbovitz conservó por años y llevó a todos los lugares en los que estuvo. Todo eso sin que ningún jugador o compañero de cuerpo técnico se diera cuenta. “Esa cajita china era donde mi mamá guardaba collares, anillos y todas esas cosas. El día que se llevaron a mi padre en dictadura se robaron todo lo que había en el living de mi casa: libros, discos. Quisieron entrar al ropero del cuarto de mis viejos, donde mi madre tenía eso que era sagrado, pero se paró adelante y les dijo que ahí no entraban. Defendió lo de ella. Esa historia me la contó mi viejo años después, mi madre no contaba nada. Y esa cajita fue lo único que me llevé a todos lados cuando empecé a vivir en diferentes países. Simbolizaba la vida de mis viejos y la actitud de mi madre en defensa de la familia”, recordó a Ovación.

Hijo de padres comunistas, se crio en Malvín con el sueño de ser jugador profesional. Si bien pasó por varios clubes, su carrera se terminó cuando hizo una huelga en Sud América por falta de pagos. Nunca llegó a debutar en Primera División y es por eso que, siente, no se lo debe considerar exfutbolista.

"El dolor de una derrota importante es muy difícil de comparar con cosas de la vida. Hay dolores que quedan para siempre, que están en el medio del pecho y hay dolores futbolísticos que tardan en curarse"

Foto: Ariel Colmegna
Marcelo Tulbovitz61 años.

Como alternativa, para seguir corriendo atrás de esa pasión pero desde otro lugar, eligió la educación física mientras seguía peleando por causas sociales. “Fui uno de los que no se quedó esperando que la cosa cambiara. Desde el lugar que me tocó, aunque era jovencito, ayudé, como miles de uruguayos, a derrotar a la dictadura. No te pedían cédula para ayudar a luchar contra la dictadura. Por suerte te sentías mejor cuando hacías algo a favor de ese objetivo. Con respecto al pasado, siempre he dicho: ni olvido ni perdón”.

Antes de cumplir los 28 años desembarcó en el club Progreso. Y lo que inició como un pase a prueba terminó siendo un hecho histórico que se enmarcó en el título del Campeonato Uruguayo de 1989.

“Profe”. Marcelo Tulbovitz con los juveniles ascendidos por detrás. Foto: Fernando Ponzetto

Tuvo un paréntesis de un año en Nacional y luego regresó a La Teja. Esos primeros años triunfales le bastaron para decidirse: el fútbol y la preparación física eran lo suyo.

Desde entonces siguió en El Salvador, Chile, Costa Rica, México y por último Argentina, intercalada con distintos pasajes por Uruguay.

Precisamente en el país y en Nacional conoció a Gallardo, el hombre con el que, años más tarde, viviría las mil y una batallas deportivas. “He ganado y he perdido. He estado en equipos donde se ha ganado en la hora y he estado en equipos donde se ha perdido en la hora. El dolor de una derrota importante es muy difícil de comparar con cosas de la vida. Hay dolores que quedan para siempre, que están en el medio del pecho y hay dolores futbolísticos que tardan en curarse. El remedio es tener la fuerza de voluntad de salir adelante. Y como el fútbol es un deporte colectivo, entre los componentes de un cuerpo técnico y un plantel todo el mundo se ayuda”.

"Pasa por la claridad con la que baja sus líneas futbolísticas, cómo las plasma en la cancha, su gestión deportiva, la organización de trabajo y el manejo del grupo"

Tulbovitz. “A Los Céspedes lo encontré más o menos, recién ahora está mejorando algo”.
Tulbovitz sobre el secreto de Gallardo

Tulbovitz se sumó al River argentino en 2018, justo a la mitad del ciclo que finalmente duró ocho años y medio. Llegó en enero y de pique tuvo un superclásico con Boca Juniors en el que su equipo ganó 1-0. Más tarde lo volvió a enfrentar por la final de la Supercopa Argentina y allí el triunfo se extendió (2-0).

La racha se mantuvo invicta durante todo ese 2018, que cerró con un broche de oro: la final de Madrid en la que River derrotó a Boca (3-1) y levantó la Copa Libertadores. “Me han preguntado muchas veces dónde está el secreto. Pasa por la claridad con la que baja sus líneas futbolísticas, cómo las plasma en la cancha, su gestión deportiva, la organización de trabajo y el manejo del grupo”, indicó sobre el período junto a Gallardo.

El profesor Marcelo Tulbovitz consolando a Marcelo Gallardo
El profesor Marcelo Tulbovitz consolando a Marcelo Gallardo

Tras un traspié en la final de la Libertadores 2019, el cuerpo técnico refloreció cuando ganaron el campeonato argentino a fines de 2021. En paralelo, se había conocido la noticia de que Óscar Tabárez dejaba de ser el técnico de la selección uruguaya y, en consecuencia, comenzó a plantearse la posibilidad de que el Muñeco volviera a donde todo comenzó para dirigir a la Celeste y suceder al Maestro.

Su “profe”, que más que un compañero es un amigo, prefirió ni preguntarle pese a que le despertaba interés el ofrecimiento. “Yo hago honor a la amistad y sé cuándo tengo que hacer silencio y no preguntar. Nosotros estábamos en la etapa final de la liga argentina, que era el gran objetivo de River. Marcelo tenía la propuesta arriba de la mesa para continuar y no había contestado. Había que dar tranquilidad para enfocarnos en ganar la liga, hecho que sucedió”, dijo. Y aclaró: “Nunca sé si habló o no. Sí se el objetivo que teníamos y que logramos”.

Este último año el cuerpo técnico no corrió con la misma suerte y Gallardo decidió dar un paso al costado. Atrás suyo fueron Matías Biscay, Hernán Buján, entre otros tantos, y por supuesto Tulbovitz, que tomó el momento para descansar y regresar a Uruguay después de muchos años. “Sabemos que este proyecto de Marcelo, de ocho años y medio, no es normal en el fútbol. Ojalá hubieran muchas situaciones así, con la visión que tuvieron los dirigentes de apostar a un técnico con un año de trabajo, pero con un pasado en la institución, como era el caso de Marcelo. Hay veces que apostás, pero solo los resultados ayudan a la continuidad. Esa es la verdad de la historia”.

Sin ninguna pretensión en particular, el expreparador físico de River aprovecha los días para descansar en su casa de Montevideo. De reojo, sigue atento a toda clase de partidos y también está abierto a los llamados que se le presenten, aunque la prioridad, claro está, la tiene Gallardo en caso de decidirse. “Antes que nada es mi amigo. La amistad la fuimos construyendo hace muchos años y eso me honra y lo valoro. Lo que deseo es que se sienta feliz en el lugar que elija. Después, si estamos o no juntos, el tiempo lo dirá”, consideró.

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