historias

Los hermanos Rodrigo y Facundo Saravia: de compartir championes en juveniles a ser rivales en Primera

Los futbolistas de Peñarol y Danubio llegaron al plantel principal de sus equipos casi al mismo tiempo y podrían enfrentarse en pocas fechas.

Rodrigo y Facundo Saravia.
Rodrigo y Facundo Saravia.
Foto: Estefanía Leal

por Mariana Malek
En la casa del Cachete (22) y el Pelu (20) se respira fútbol. Todos, mamá Alejandra, papá José y abuela Mabel, entienden, hablan y opinan del deporte más popular. Dos camisetas, una de Peñaroly otra de Danubio, cuelgan en un marco del living sobre el sillón, reafirmando el ambiente y la conversación que hay en la sala.

Es que el Cachete y el Pelu, para sus amigos, son los hermanos Rodrigo y Facundo Saravia, ambos futbolistas de Primera que juegan en Peñarol y Danubio, respectivamente.

Las historias de la familia Saravia Salvia y el deporte están muy vinculadas, los jugadores que nacieron y crecieron a pocas cuadras del Hipódromo de Maroñas, arrancaron desde el baby en Potencia y siguieron en las escuelitas de Defensor -en el caso de Rodrigo- y Peñarol -en el caso de Facundo-. Luego el fútbol los fue llevando a crecer en otros equipos, Rodrigo pasó a Peñarol y Facundo a Danubio, equipos con los que ambos llegaron a la máxima categoría.

“El baby fútbol lo hicimos los dos en el mismo cuadro, Potencia. Mamá colaboraba en la cantina y ayudaba y se armó un grupo lindo de padres que hoy seguimos juntándonos. Los partidos arrancaban a las 12:00 del mediodía y de repente nos quedábamos en el club hasta la madrugada. Era todos los días así”, cuenta Rodrigo, el mayor de los hermanos que juega en el mirasol y fue titular en el último partido ante Liverpool.

“Papá era técnico de otras categorías y si no era el día que teníamos práctica, íbamos igual con él. Siempre fuimos los cuatro al club, pasábamos todo el día”, apunta Facundo, quien en los últimos tres encuentros en La Franja se afianzó en el lateral izquierdo.

Sin embargo, especialmente para Facundo, el amor por el fútbol tardó en llegar. “Teníamos un problema acá, que el hombre quería ser Schumacher, le gustaban los autos nomás. Un primo postizo nuestro lo metió a la cancha y ahí se soltó, porque no quería entrar”, revela y bromea el mayor de los hermanos. “No me gustaba el fútbol, los autos nomás”, añade el más chico

Rodrigo y Facundo Saravia.
Rodrigo y Facundo Saravia.
Foto: Estefanía Leal

Según explica Alejandra, madre de los hermanos, Facundo era muy pequeño y llevaba su mochilita a los partidos llena de autitos y cuando querían meterlo a la cancha lloraba; un día de la madre se animó a jugar y se terminaron los llantos.

Subieron a Primera División casi al mismo tiempo. Primero le tocó a Facundo, quien ascendió con Leonardo Ramos cuando Danubio estaba en la Segunda División, pero que disputó solo dos partidos. Luego con Jorge Fossati bajó a Cuarta División y subió para disputar unos pocos minutos en un único encuentro.

Unos meses más tarde del ascenso de Facundo, Rodrigo salió a préstamo de Peñarol para jugar en Segunda División con Racing y luego volvió a la pretemporada con el mirasol donde se ganó su lugar en el plantel de Primera en el que permanece hasta hoy.

Curiosamente, fue Leonardo Ramos el que sacó la mejor versión de Rodrigo en el segundo semestre de 2022: “Me dio una confianza que la tuve en quinta con el Tato (Martín García) y los últimos seis meses de Tercera con Salazar. Por más que nos haya ido mal ese semestre con Leo, creo que saqué una versión mucho más mejorada y que no la estoy encontrando todavía”, confiesa el volante.

Puro fútbol.

Rodrigo Saravia festeja su gol ante Albion, para terminar de liquidar el partido que ganó  Peñarol 3-1. Foto: Francisco Flores.
ESTEFANIA_LEAL

En casa papá José es el más crítico y a la abuela Mabel eso la pone muy nerviosa. Los hermanos se miran y analizan a los rivales: “Todo el día se vive el fútbol. Siempre que hay partidos se trata de mirar un poquito. Sobre todo mirar al rival y tratar de ver, por ejemplo en el caso de Facundo que juega en el lateral, a quién va marcar, cómo y qué cualidades tiene. Yo que juego en el medio, quienes son mis rivales. También intentamos mirar mucho fútbol”, revela Rodrigo.

Lo que más les gusta es la Premier League, pero miran de todo: “Fútbol que haya es fútbol que miramos, juegue el que juegue. Si no es un partido, es un programa de fútbol. Todo el día 24/7”, señala Facundo.

Desde la época de juveniles y hasta hoy su familia los acompañó siempre, incluso Guillermina, la novia de Rodrigo, no falta a los partidos de Facundo.

Los hermanos se complementan y hasta tienen historias insólitas, divertidas y de solidaridad. Comparten profesión y hasta talle de zapatos, algo muy importante durante los primeros años cuando no había suficiente plata para comprar más de un par. “Hubo un tiempo en el que Rodrigo había conseguido representante y yo no tenía. Él jugaba temprano y yo un par de horas después, porque era el tercer partido. Teníamos un par de zapatos solo que eran de él, entonces se los sacaba, se los daba a papá o mamá que me los llevaban a la otra cancha”, cuenta el Pelu y Cachete apunta: “Una vez en la cancha de Danubio yo jugué a primera hora y él a segunda, me saqué los zapatos en la cancha y se los dejé ahí”.

Ahora, siguen compartiendo los zapatos, pero las razones son otras: les gusta “ir cambiando”.

La Copa.

Facundo Saravia en el partido de Danubio contra Deportivo Maldonado.
Facundo Saravia en el partido de Danubio contra Deportivo Maldonado.
Foto: Francisco Flores

La semana que viene Peñarol y Danubio volverán a las copas internacionales y Rodrigo sumará otra experiencia de este tipo, mientras que para Facundo todo es novedad. “Estoy emocionado de poder jugar, viajar. Esas cosas que ves por la tele nomás y miles de veces hemos mirado la Copa y es ir un día y estar jugando ahí. Ahora está la chance, voy a disfrutarla a morir. Y, sí toca, voy a aprovecharla”, confiesa el Pelu.

Para el Cachete, que ya lo vivió, el consejo a su hermano menor es que disfrute: “Las copas internacionales tienen otras cosas en un montón de aspectos. Yo le comentaba a Facundo que en la Libertadores me enfrenté a (Marcelo) Moreno Martins, que solo lo veía en la tele cuando jugaba en Bolivia y de repente me lo crucé jugando en Cerro Porteño. Para un juvenil es especial”.

Rodrigo reconoce que también le dio perspectiva darse cuenta que tal vez no está tan lejos de esos jugadores que son ídolos.

Si las copas internacionales los cruzarán, no lo saben, pero lo que sí saben es que en la fecha 11 se enfrentarán en el Campeón del Siglo.

Hasta ahora, se enfrentaron en una sola ocasión, un amistoso entre Danubio y la Tercera de Peñarol cuando el franjeado descendió. En aquel partido, recuerda Rodrigo, las cosas se pusieron difíciles para su hermano: “Por el lado de él tenía a Ángel Cardoso, un volante que estuvo en Peñarol, y Erik De los Santos, eran rapidísimos”, narra Rodrigo mientras Facundo añade: “La pasé horrible”.

“Yo jugaba en el medio y habrán caído dos o tres pelotas ahí y claro, el volante de él no lo ayudaba a marcar, y siempre le hacían el dos-uno, entonces lo pasaban por la velocidad y cada vez que yo agarraba la pelota e iba para ese lado la volví a girar para allá. Hacía que mi técnico me rezongara, pero no quería hacerlo pasar mal”, confiesa el mayor de los Saravia. Esta vez, promete Rodrigo, no le tendrá piedad a su hermano: “Vas a tener que arreglarte con Nachito (Laquintana)”, le advierte.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

DanubioPeñarol

Te puede interesar