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Guillermo Peluffo: Su amor por Nacional y el insulto al ídolo que le hizo disfrutar el fútbol

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Para Guillermo Peluffo Nacional es parte de su vida

EL FÚTBOL Y YO

El publicista uruguayo y cantante de Trotsky Vengarán está ligado a los tricolores por una herencia familiar; extraña la dinámica de la Olímpica y le encanta discutir con su padre y hermano.

El publicista y cantante uruguayo, Guillermo Peluffo, no puede disolver la asociación que existe entre Nacional y su familia. Su vida está ligada a los tres colores desde la niñez y disfruta del fútbol como un hincha más, especialmente cuando puede discutir con su padre y su hermano como si estuviesen dirigiendo al primer equipo.

-¿Hincha de Nacional por herencia familiar?
-Sí, si quería pertenecer a la familia de la única manera posible era siendo hincha de Nacional.

-¿El que arrastró para ese lado fue tu padre?
-Obviamente. Es una manera muy natural de ser hincha desde niño y es un sistema que yo apliqué con mis hijas. Básicamente se trata de educar a los hijos de una manera que si le hablan de fútbol tienen que ser hinchas del cuadro que vos querés. Por ejemplo, cuando mis hijas eran muy chicas y yo vivía en Chile, cualquier gol que se veía en la tele yo decía ‘mirá un gol de Nacional’. Es enseñarle a los niños que lo único en el mundo es Nacional (risas) y que vean a su padre contento siempre por Nacional o a la familia contenta por Nacional y así comienza a nacer la simpatía.

La entrada de Nacional en el Centenario en 1980
La entrada de Nacional en el Centenario en 1980

-¿Qué te acordás de la niñez y ese vínculo con el club de tus amores?
-Tiene que ver con que se mezclan los momentos como hincha de Nacional y de vida familiar. Se entremezclan. Yo sé por cuentos de mi madre y amigos de mi padre que yo era como la mascotita de una barra que fue a ver el Nacional de 1971 y yo era la cábala siendo bebé. A mi hermano lo ponía celoso porque no lo llevaban, pero a mí sí. Después, esas cosas se mezclan, los regalos de reyes, tener la camiseta que era algo querido, porque en aquella época no te compraban todo. Estaba menos al alcance porque no había tanta oferta, salvo la pelota con los colores de Nacional, que era un motivo de alegría. De niño todo era en tres colores.

Hay cosas que de niño te parecen que tu tío y tu padre son unos cracks, porque te dicen mirá: “Viene el ‘Cascarilla’ Morales y Espárrago. Así que este año vamos a salir campeones de América”. Y pasa.

-El Peluffo ya futbolero, ¿qué recuerda?
-Me tocó vivir la campaña del Nacional del 80. Entonces, cuando te digo que se mezcla todo es porque nos juntábamos con mis primos, con mi tío Fernando Bazzino y sus hijos y si Nacional ganaba íbamos a comer a una parrillada. Entonces, era una fiesta, era todo el combo. Era juntarse en la tardecita y todo eso coincidió con una época gloriosa de Nacional. Y son esas cosas que de niño te parecen que tu tío y tu padre son unos cracks, porque te dicen mirá: “Viene el ‘Cascarilla’ Morales y Espárrago. Así que este año vamos a salir campeones de América”. Y pasa. “Está el ‘Cacho’ Blanco, el ‘Cascarilla’ y vamos a salir campeones” y salíamos campeones. Te sentabas a ver la final del mundo contra unos ingleses que ni conocías y estabas seguro que les ibas a ganar. Era esa cosa de niño que se daba porque me tocó vivir en una época importante de los clubes uruguayos, donde Nacional y Peñarol marcaban el ritmo de la Copa Libertadores. Si ganaba uno, vos decías ‘el año que viene nos toca a nosotros’ y pasaba. Eso era lo más loco. Como lo indigno que era quedar en cuartos de final en aquellos tiempos. Se mezclan los momentos de alegría, no solo relacionados con el club, sino toda la familia contenta. Juntamos 30 personas para ver en un televisor de 14 pulgadas la final del mundo contra el Nottingham Forest. En las siestas en los balnearios se escuchaban los cassettes de los relatores que venían con la campaña. Los teníamos a todos y los comparábamos e imitábamos. Todo está relacionado. Mi hermano me enseñó a patear la pelota y a él le enseñó un zurdo, y como era zurdo, era como el ‘Cascarilla’.

-¿El amor iba creciendo cada vez más fuerte?
-Y sí, además conociendo todas las historias que rodearon a esos campeones y a los campeones del 88, fortalecía aún más el sentimiento. Porque en el 88 fue igual, el partido de ida contra Newell’s no lo miré porque pensaba que en el Centenario lo íbamos a dar vuelta lo que sea. Vi el primer tiempo, nos metieron un gol y dije ‘no lo voy a seguir viendo porque me voy a quemar’. Pero después fuimos al Estadio a salir campeón. Era así. Con los años y la edad, después de saber todo lo que pasaron aquellos jugadores, empezás a idealizar más esos momentos. Tengo la suerte de haber sido testigo y haberlas vivido las campañas históricas de un club tan grande. Soy un privilegiado.

-¿Pero también tenés de las derrotas?
-Sí, pero soy de los que pienso que hay que contar las ganadas nada más, porque si no te volvés un contra del otro y un hincha del tuyo. Trato de conservar esa parte más saludable.

Foto: Archivo El País
Foto: Archivo El País

-¿Cuándo jugabas en la calle qué jugador eras?
-Cuando era muy chico era el ‘Palito’ (Juan Carlos) Mamelli si jugaba adelante y Manga si iba al arco. Era así. También era la ‘Pantera’ Rodolfo Rodríguez. Tenían un halo heroico esos jugadores porque lo que te prometían lo cumplían. Era muy loco eso. También supe ser ‘Cascarilla’ Morales. Me acuerdo que vivíamos en una casa muy grande, muy linda, que nos prestaba una pariente muy anciana, en la calle 14 de julio, y había un cuchitril donde estaba guardado todo lo que mi viejo quería guardar, muchas de ellas políticas que no se podían tener, pero también muchas revistas de Rico Tipo u otras de humor picante y con cosas de fútbol. Revistas como El Gráfico. Me acuerdo que había revistas que te traían los dibujos de los goles y yo me pasaba horas viendo eso. Mi viejo tenía un banderín que a mí siempre me llamaba la atención que era una caricatura de (Luis) Artime que decía “Gooool” de Nacional con un cañón en la pierna de Artime que atravesaba al arquero de Peñarol que estaba de espaldas.

-¿Qué recordás de la final con el Nottingham Forest?
-Estaba esperando que alguien gritara gol para festejar y tirar cohetes. Que es lo que terminamos haciendo en la madrugada. Éramos todos niños, yo tenía 11 años, y era una alegría mezclada con el verano, convivencia familiar. Del partido en sí mismo no recuerdo mucho, salvo que los ingleses corrían mucho y que no tenían la calidad de Nacional. No tenían un ‘Cascarilla’ Morales o un delantero tan veloz como (Alberto) Bica.

-¿Tu ídolo máximo cuál es?
-Estoy dividido porque son muchos jugadores los que nos han dado alegrías enormes.

El "Chino" Recoba
El ídolo al que no le iba a perdonar irse para las otras tiendas
El inolvidable gol de Álvaro Recoba, de tiro libre, para ganarle el clásico a Peñarol en tiempo de adición. FOTO: El País.

-¿Pero no hay un estandarte?
-Es según la época. El que más alegría me dio por ser consciente de lo que estaba pasando es el ‘Chino’ Recoba. Yo idolatraba al ‘Chino’ Recoba, cuando llegó a Nacional estaba en la cancha cuando le hizo aquel gol a Wanderers y yo no lo podía creer. No grité el gol porque no podía creer lo que había visto, así como otros goles que el ‘Chino’ ya había hecho muy raros. Estaba corriendo por la línea del fondo para meter el centro y la ponía en el primer palo. Te preguntabas: ‘¿Cómo hizo?’. Cuando amenazó que se iba a Peñarol por su amistad con el ‘Tony’ Pacheco, ¿viste cuando el ‘Chino’ dice que hubo gente que lo insultó’, yo fui uno de ellos. Sí, lo insulté porque como hincha me parecía que no me podía hacer eso. Cuando volvió la alegría que yo tenía era inmensa, ya en el primer partido contra Defensor Sporting cuando entró y metió un zapatazo de 40 metros. Ya era feliz. Estaba ahí y ver al ‘Chino’ a corta distancia en el Parque Central fue lo que más disfruté en su globalidad. Pude disfrutar su calidad como jugador y esas remontadas impresionantes. La verdad es estremecedor, como la profecía cumplida. Sos hincha de Nacional pero también comenzás a hacerte hincha de los jugadores porque seguís campañas en vivo a través del fútbol europeo, como pasa ahora normalmente con Suárez y Cavani, que querés saber qué pasó y cómo les fue. Yo estaba enamorado del ‘Chino’ Recoba y lo seguía al milímetro en su carrera. La verdad que no creía que fuera a volver a Nacional al nivel que volvió y todos sabemos que había mucho contra, con todos los cuestionamientos que tenía, y que tenga esa suerte de definir esos partidos clásicos no es casualidad. Fue como una profecía cumplida, nos llevó a otro nivel, en otra escala de campeonatos, porque no era lo mismo que los 80, pero ver en acción a ese tigre fue impresionante. Pero también está Ruben Sosa, Julio César Dely Valdés. Ir a ver al panameño era saber que iba a meter un golazo cada fin de semana. Más para atrás me emocionaba la entrega de (Santiago) Ostolaza y (Jorge) Cardaccio. Ver al ‘Pinocho’ Vargas jugando en una pierna también era emocionante.

"No quiero ser ofensivo con alguno en particular, pero el más inesperado fue uno de Rodrigo Aguirre en un clásico en el que no había manera de la que la metiéramos adentro del arco. Ahí estuve muy desacatado, estaba en el medio de la hinchada de Nacional y fue medio loco"

-¿El gol que más gritaste fue el de Recoba en el clásico y en los descuentos?
-Sabés lo que pasa, a mí me pasa algo raro, porque cuando el gol es demasiado importante me quedo mudo. No lo grito con una vehemencia exagerada porque me impacta la emoción. Además, ahí estaba trabajando, haciendo una cobertura y justo estaba filmando una cosa para el club cuando sucedió el gol del ‘Chino’ y estaba al lado de (Marcelo) Gallardo y fue tipo ‘me toca filmar’. Hay goles que se te va la vida, pero no sé cuál de todos grité más. Por ejemplo, en la final de Tokio quedé de encontrarme con la que se suponía que iba a ser mi novia y me dejó clavado. Entonces terminé en un recital que se llamaba El Circo que quedaba cerca del Velódromo y terminé viéndola ahí y con gente que no le gustaba mucho el fútbol y fue infartante porque me tranco. No soy tan extrovertido si estoy rodeado de gente. He gritado muchos goles y no quiero ser ofensivo con alguno en particular, pero el más inesperado fue uno de Rodrigo Aguirre en un clásico en el que no había manera de la que la metiéramos adentro del arco. Ahí estuve muy desacatado, estaba en el medio de la hinchada de Nacional y fue medio loco.

Las discusiones familiares

La charla pendiente con el DT de Nacional

-¿Vas con la hinchada?
-No, no me gusta ir porque me gusta ver el partido, conversar de fútbol. Me gusta ver qué está haciendo el lateral, cómo está parado. En ese sentido el fútbol para mí es estar con mi viejo y con mi hermano. Discutir, pelearnos. Nos ha pasado de pelear tanto que nos separamos en la tribuna y nos volvemos a juntar con el gol. Nos peleamos y discutimos mucho. Se daba mucho en la Olímpica del Centenario, algo que realmente extraño muchísimo porque si bien es precioso jugar en el Parque, la dinámica de la Olímpica estaba divina. Si no querías escuchar a nadie te apartabas un poco y podías conversar con veteranos y discutir los momentos. El fútbol y Nacional está íntimamente relacionado con la familia, es estar con mi viejo discutiendo, pero mirá que el almuerzo se pone muy caliente. Al punto tal de llegar a decir: ‘un día tenemos que invitar al técnico de Nacional para que nos escuche todas las alternativas que no está analizando’.

"Soy hincha y cuando uno es hincha puede entender de fútbol, pero al final lo que quiere es ganar"

-¿A qué lugar del Parque Central vas?
-Tenemos un palco, lo compartimos con Atilio de Cymaco, y tranqui desde ahí, aunque personalmente prefiero la tribuna toda la vida. Me gusta calentarme con la gente, decir ‘estos no entienden nada’. Te doy un ejemplo, me cuesta mucho ir a ver un partido de Uruguay porque en la tribuna la gente se enoja porque tiene el pelo largo Cavani. ‘Qué pillado está Cavani’ te dicen y son cosas que un hincha jamás diría. O sea, yo pararía el partido y los echaría por hablar mal de Cavani o de Suárez por criticar una vinchita. Es un clima más familiar y que va a disfrutar el fútbol de otra manera, me cuesta mucho porque yo estoy muy preocupado por el resultado. Soy hincha y cuando uno es hincha puede entender de fútbol, pero al final lo que quiere es ganar. Estamos en el segundo piso de la Delgado y el palco se llama ‘Chino’ Recoba.

-¿Tenés camisetas? ¿Usas indumentaria de Nacional?
-Una de las cosas que me inculcó mi viejo es que trae mala suerte usar distintivos y cometí el pecado de dejar que mi esposa nos acompañara con un gorrito de Nacional en la final que perdimos en 1999 contra el Peñarol de Ribas. Le dije ‘llevalo que hoy no hay mala suerte que nos complique’ y nos complicó. Me acuerdo que quedamos 10 contra 10, Regueiro y Varela abollaron al arco de Peñarol y de repente pasaron a ganar y se cerraron atrás. Y marchamos. Tengo de todo, banderas, camisetas, me regalan, pero no las uso. Para empezar para hacerle honor a la camiseta porque quedan muy feas en mi físico de futbolista. Cuando viví en Chile si usaba más, hasta tenía una 13 del ‘Chino’ (Horacio) Peralta, pero bien grande para desarrollar un fútbol estilo ‘Cuqui’ Juárez (risas).

-¿Qué es Nacional para vos?
-Mi familia. Mi lugar. Es parte de mi identidad de cómo disfrutar, de cómo ver al fútbol y de cómo entender a una institución. He tenido la oportunidad de adentrarme en la historia y a mí me convence la historia de Nacional. El relato del primer club criollo, las anécdotas particulares y pintorescas del fútbol uruguayo tan asociado al nacimiento del fútbol como espectáculo social y cultural. El fútbol es cultura y Nacional tiene un lugar en esa identidad uruguaya.

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